II

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Viernes de fiesta...

Así como lo diría Kevin y Nathan, arrastrando consigo a Nazz, era viernes y eso indicaba fiesta, de comienzo de clases o del final de su diversión. Sea cual sea la excusa, Kevin ya se encontraba en su habitación, arreglando cada aspecto de su físico, pues si bien no le interesaba atrapar ninguna chica, debía lucir más que bien.

Observó por su ventana, esa que le daba una vista plena de toda la vecindad y más específicamente la casa de su vecino de enfrente. Si bien había decidido mirar por ella solo para observar la llegada de su mejor amigo, ahora se encontraba mirando detenidamente la casa del azabache.

"Joder, no puedo ni mirar por la ventana, ni concentrarme en la escuela." Suspiró y pensó por segundos. "Soy un jodido marica." Y comenzó a reír.

Si bien le costó muchísimo al principio admitir y aceptar que estaba enamorado de la pequeña dulzura, como solía decirle Nathan, ya había pasado mas de año y medio desde que lo había descubierto.

"Todos han tenido una puntuación excepcional," comentaba el profesor. "Pero, para este último trabajo he visto muy poco desempeño." Y mientras agarraba unos papeles comenzó a rondar por el salón. "Formare parejas nuevas, y sí, sé que estarán disgustado."

"Con todo respeto Sr. Abdul, ¿a esta altura del curso considera usted que un cambio sea apropiado?" Y de todos, el cabeza de calcetín había tomado la libertad de quejarse, o algo parecido.

"Oh, no serán cambios drásticos joven Marion." Y le entregó su papel. "Puede moverse con su nuevo compañero." Dijo por último el profesor antes de seguir impartiendo reglas y direcciones.

Kevin sintió una figura a su costado, alzó la vista y vió el pequeño azabache.

"Debe ser una broma," fue todo lo que dijo el pelinaranja al ver a su nuevo compañero.

Y así fue como por todo un semestre el pelinaranja pasó muchísimas tardes, días y noches en casa del azabache, al principio era incómodo y solo era a base de trabajos. Pero poco a poco fue sintiéndose a gusto, experimentando sentimientos extraños, hasta terminar buscando excusas para pasar tiempo con el más tranquilo del trío de tontos.

Pensar en eso casi hace que pierda el enfoque en el porque se había dedicado a mirar por la ventana, y al regresar su concentración lo vió.

El pequeño debió haber sentido la insistente mirada del mayor creando un choque de miradas y un leve sonrojo en ambos, el primero le sonrió y saludó con la mano, gesto que el segundo repitió torpemente.

¿Que haría Doble D tan tarde fuera de su casa?

"Hey, tonto." Gritó desde la ventana, el pequeño lo miro fijamente. "¿A donde vas tan tarde?" Doble D lo miró confundido, ¿por qué debería eso importarle a Kevin?

"V-voy p-pa-ra casa de E-Eddy," le contestó como pudo, y siguió su camino. Kevin desde pequeños le producía ciertos nervios y algunas emociones confusas y extrañas, en algún momento había sido solo temor, pero desde que habían sido compañeros las cosas entre ellos habían cambiado un poco.

Mientras tanto el pelinaranja ardía de celos, pues aunque sabía que Eddy era solo su mejor amigo, detesta a todo ser viviente que compartiera tiempo o le dedicara al menos una mirada así fuera accidental a su preciado chico.

Ironías de la vida, cabe mencionar, pues a pesar de saber al cien por ciento que quería y deseaba a cierto pelinegro, Kevin era incapaz de confesar o demostrarle como se sentía. No tan solo era miedo a ser rechazado, sentía gran temor de ser hechado de su equipo de fútbol americano y perder así la beca para entrar a una buena universidad.

Unos fuertes ruidos lo sacaron de la nube en la que se encontraba, dos ruidos irritantes; el claxon insistente de quien lo apuraba y la voz chillona del mismo, Nathan.

"¡Ya voy!" Gritó, mientras recogía la chaqueta de la cama, se daba un último vistazo al espejo y salía en dirección a una de las mejores fiestas de todo el año.

Al subir al auto encontró a sus dos mejores amigos, muy bien vestidos, no tipo gala, pero lo suficiente como para saber que ellos tres serían los reyes de la noche.

"Kevin hermano, ven a darte un trago con el equipo," apenas y se entendía lo que el pobre compañero de equipo decía, cosa que causó mucha gracia quienes allí les rodeaban.

El pelinaranja siguió al borracho joven hasta el puesto de cervezas de aquél lugar, no era precisamente una casa, no era un club, tampoco un barra cualquiera. En su momento debió haber sido la cantina de alguna cancha o parque, pero ahora era el 'spot' favorito de los adolescentes.

Ya habían pasado par de horas, horas en las cuales Kevin se había dedicado a tomar como joven sin futuro, como joven que desea borrar de su memoria hasta su fecha de nacimiento. Y fue en ese entonces, en su trago número cuatrocientos diez (por decir número), que escuchó una voz, una voz que provocó que todo en su cuerpo se petrificara.

"Dulzura," escuchó decir a Nat. "¿Que haces aquí?" Le preguntó con la lengua pesada.

"Oh, Nathan." Comenzó a reír el pequeño al ver el estado en el que encontraba. "He sido arrastrado hasta el lugar por Eddy, pero ya voy de salida."

"Quédate," escuchó el pequeño que le decían. Alguien que se encontraba en un estado de embriaguez peor que el de Nathan, y ese era nada más y nada menos que el pelinaranja.

***************

Hello, hello!

Quizás ha sido un poco corto, espero que no haya sido demasiado corto. Aunque quizás son solo cosas mias. Sea como sea, quiero decirles que no se cada cuanto suba capítulos, ni cuántos subiré en un día, en una semana o en un mes. ¡Así que deben ser pacientes conmigo!

Sin nada más que decir, nos leemos pronto...

Arroz con gandules para ustedes,
sabrina.
💞

Todo MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora