XI

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"No es tu tipo."

Todo parecía ir en su contra desde muy temprano en la mañana, habían llegado tardísimo a la parada del autobús, por lo tanto habían tenido que caminar y correr muchísimo hasta llegar a un punto donde pudieran ser recogidos, si es que el chófer se compadecía y no lo seguía de largo.

Y luego, como por si fuese poco, al llegar a la escuela se topó con un enorme gentío que hablaban y especulaban de él, de un amor que igual podría ser falso y una persona que se escondía bajo una inicial.

Pero eso no es lo peor, no. Lo peor era seguir y soportar a Eddy, con su malhumor, sus rabietas y su complejo de hermano mayor.

"No creas en esas mierdas, cabeza de calcetín." Repetía Eddy. "Sabes que-"

"Que puede ser una broma y voy a salir llorando." Completó el azabache. "Creo que lo has repetido lo suficiente, y deseo aclarar que no soy un niño pequeño, no debes preocuparte tanto por mí."

La realidad es que si debían preocuparse, Doble D nunca había tenido una relación en su vida, un total inexperto en el tema del amor y el romance. Así que cualquier cosa podía despertar interés, emoción y hacerlo ilusionarse, y eso era justo lo que no querían.

Así que mientras esperaban paciente e impacientemente a que la campana sonara, comenzaron a planificar una de sus brillantes estafas, pero el azabache no tenía los ánimos, ni la concentración para ayudar.

¡¿Quién es C?! ¿Y por qué ahora?

Eso lo llevaba a pensar en el beso que había tenido con Kevin, ¡su primer beso! El primero en realidad si no contamos los besos forzados que les daban las Kankers.

Pero Kevin, ese chico alto y musculoso, de ojos color esmeralda, pelo color naranja y esas preciosas pecas esparcidas en su rostro. Ese que le había robado cientos y cientos de suspiros a Edd. Lo había besado, ¡y de qué manera!

Aunque todo parecía complicado y sus amigos no ayudaban en lo absoluto, Edd intentaba comprender todo el asunto por su cuenta. Si bien lo de Kevin ahora parecía ser una broma de mal gusto, las mariposas en su estómago rogaban que todo aquello que había pasado en la inservible estafa de Eddy fuese real. ¡Por todos los cielos lo había besado Kevin Graells, no había sido cualquier persona!

"Tierra llamando a cabeza de calcetín, responde, aterriza." Repetía el enano en la distancia, harto de hablar consigo mismo y el cabeza hueca de Ed, que parecía mas entretenido con sus propios mocos que con cualquier otra cosa. 

"Lo siento Eddy, en estos momentos no estoy como para prestar atención a una de tus ideas." Recogiendo sus cosas y acomodando su gorro volvió a mirar a su pequeño amigo, quien ahora tenía el ceño fruncido. "Mis disculpas querido amigo, pero debo pasar por la biblioteca." Mentiras, ¿de cuándo acá mentía para huir de sus amigos? La verdad es que necesitaba un respiro, un cambio de atmósfera no le vendría mal.

Ahogarse en un mundo de libros, de puras letras y cientos de títulos diferentes, en un lugar frio y poco concurrido. Esa era la idea perfecta para distraer su mente, quería tomar un libro y perderse en el, pero el destino es gracioso y juega de maneras muy complejas.

Dos pasos más era todo lo que necesitaba dar para alcanzar el marco de la puerta y entrar a la biblioteca, pero no lo alcanzo, sus pies quedaron en el aire y su brazo completamente estirado. Nathan lo estaba cargando, alejando de la puerta y lo mantenía sobre su hombro.

"¿Qué haces? ¿A dónde me llevas?" Exclamaba alarmado, confundido y hasta molesto el pequeño azabache.

Era bastante inútil patalear, gritar y hasta forcejear, evidentemente el superaba por muchísimo en fuerza y músculos a Edd, así que no había manera posible que por su propia cuenta pudiese salir de su agarre. Iba todo el camino preguntando lo mismo, a donde lo llevaba, porque lo llevaba y cuál era el motivo. El mismo Nathan sabía que no era necesario tanto esfuerzo y alboroto, solo debía preguntarle amablemente que lo acompañara y Edd lo haría sin protestar, pero eso no era nada divertido. Así que luego de caminar por varios minutos llego al campo de futbol, y con cuidado soltó al azabache en las gradas, sonriendo y acomodando su camisa.

"Yo ya cumplí," sonrió Nathan mientras miraba por encima de Edd. "Te toca."

Sin poder reaccionar bien sintió como las llaves volaban por encima de su cabeza y aterrizaban en las manos del peliverde.

"Un solo golpe y te acabo, mariposa." Refunfuñó una voz que erizo su piel de inmediato. "Ahora lárgate antes de que me arrepienta." Y así fue, en menos de un minuto el peliverde había desaparecido de su campo de visión, dejándolos completamente solos en el campo de futbol. Edd se fue volteando lentamente, con manos temblorosas y unos nervios indescriptibles.

"Hola, doble tonto." Susurro el pelinaranja mientras sonreía cuando el azabache termino de voltearse, provocando en el pequeño una corriente de escalofríos que subían y bajaban por su espina dorsal. 

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¡SORPRESA!

¡Gracias por leer, por las estrellitas y los comentarios!

con mucho amor,
sabrina.
💞

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