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"Enano piojoso..."

Ay querido viernes, viernes con 'v' de vagancia, de estar todo un dia vegetando... Pero no, Kevin había tenido que asistir nuevamente a su semi-purgatorio. Semi por que dentro de todo era donde mejor podía observar a su pequeño azabache.

Había sido una semana larga, toda una semana donde tuvo que soportar a sus dos mejores amigos hablar de la estúpida idea de las confesiones. Y ese viernes al llegar a la escuela todo era un caos, el lugar se veía mas lleno de lo común, mas ruidoso de lo esperado y mas irritante de lo normal para el mayor de ojos color esmeralda.

"¡Hay cuatro cajas!" Comentó Nazz eufórica al acercarse a los dos chicos, ella ya había ido a verificar el lugar donde estaba todo ese reguero de las confesiones. Aunque no era difícil de encontrar, pues estaba en el lobby central, ahí frente a las narices de todos. "Y cada una para un año en específico, cada una de un color y con una letra distinta."

"¿Un año en específico?" Nathan los miró confundidos. Intentando comprender lo que la rubia decía, a lo que el pelinaranja soltó un bufido.

"Noveno, décimo, undécimo y duodécimo." Le contestó una sonriente y muy alegre Sarah que acompañaba a la rubia líder de las porristas.

"Los grados, estúpido." Dijo de igual manera el pelinaranja.

"Gracias Sarita," ignorando por completo el comentario de Kevin, Nathan abrazó un poco a la chica y eso creó una enorme ola de sensaciones, creando al final que se sonrojara por completo.

"¡¿Y bueno que esperan?!" Todos voltearon a mirar al pequeño chico de pelo rizado, era evidente que de todas las personas emocionadas, Jimmy era sin duda el que estaba a punto de reventar de alegría.

Kevin rodó sus ojos y siguió detrás de todos hasta llegar a donde se encontraban las cajas. Observó las enormes filas que había en cada una de ellas, incrédulo por ver cuanta gente participaría de esa ridiculez, pero lo que realmente le sorprendió fue ver al famoso y detestado trío de tontos en la caja roja, la caja de undécimo. No era una sorpresa verlos del todo, al menos no al enano piojoso y al grandote descerebrado, pero aquél pequeño individuo de ojos tan azules y claros como el cielo lo había tomado por sorpresa.

"Vaya, jamás imaginé que la dulzura fuera capaz de participar en algo así," comentó Nat rodeando con su brazo el cuello de Edd.

"B-buenos días, Nathan." Le sonrió el chico. "Buenos días a todos," les decía al resto de chicos.

"Y dime dulzura, ¿estás haciendo la fila para confesar algún amor?" Nathan miró de reojo como su amigo de pelo naranja palidecía. Mientras el chico de gorra negra se sonrojaba por completo. Provocando las carcajadas de sus amigos los Ed's y el resto de los chicos del Cul De Sac que allí se encontraban.

"Deja de tocar al cabeza de calcetín," reprendió Eddy a Nath mientras lo empujaba lejos de su amigo. "Harás que le reviente la cara, ¡míralo nada más está todo rojo!" Y así todos comenzaron a reír nuevamente, provocando que el pobre de Doble D se escondiera entre sus manos y se gorro negro, totalmente avergonzado.

Kevin miraba fijamente al azabache, sintiendo su corazón latiendo desenfrenado, la mínima acción del pequeño le provocaba una ternura inimaginable, unos deseos de abrazarlo y besarlo que hasta le avergonzaba admitirse. Le provocaba una de sentimientos que Kevin encontraba en su principio desagradables y repugnantes, demasiado cursi, demasiado estúpido para el chico popular. Pero había madurado un poco, y al menos ahora podía aceptar las cosas con un poco más de paz.

"¿Tu no participaras?" Le preguntó Nazz intentando sacarlo de sus pensamientos.

"Ni de chiste," comentó mientras se alejaba de aquél lugar al que cada vez llegaban más y más personas.

Todo MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora