♥Capítulo 11♥ Tu amiga

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-¿Como estas Naomi?-. Pregunto más sonriente que nunca -Bien mi sultán, la sultana Halime ha sido muy buena conmigo estos últimos tiempos- Yo también estaba muy contenta al decir estas palabras. -Creo saber porque te escogió para enseñarte pero, ¿ella te dio algún motivo?-. Dijo mientras comía.

-No uno en especifico mi sultan... solo le gusto mi mirada- Y Sonreí tontamente. -Tienes una mirada muy inocente y dulce, es verdad, cuando hablo contigo, es como si hablara con una niña-. No sabia bien como tomarme aquellas palabras, quizás no soy lo suficientemente mujer para él, pero en fin...

Normalmente, cuando una mujer va a los aposentos del sultán, ellos tienen relaciones. Eso creía pero solamente estábamos comiendo, y hablando.

Hablamos de muchas cosas, y él me contó de su infancia, del sultán anterior osea su padre y se la sultana Halime. Me habló de las cosas que vivió y de aventuras por los mares con algunos piratas por así decirlo. Yo escuchaba atentamente a cada palabra, intentando averiguar qué sentimiento causaba en mí su grave voz.

Cada frase que armaba, cada suspiro o sorbo que daba, parecía perfecto, el era belleza, la palabra belleza ni siquiera alcanzaba para medirlo. Su aura era perfecta, tanto que asustaba, daba miedo el estar cerca suyo.

Me pregunto cosas sobre mi vida, donde nací y cuando, gustos, fiestas y cosas de las que suelen hablar las personas normales. Tuve que mentir, no podía decir las verdades que escondía. Simplemente tenía un secreto en mi interior el cual me atormentara por siempre. Como explicarle, que venia de un futuro, donde existia la tecnologia y hasta el detergente sería complicado de explicar.

Cuando terminamos de comer y estuvimos un buen rato hablando, me pidió que cantase y lo hice, cante para él una canción del futuro que me encanta. A el le encanto tambien y me pidió que en próximas fiestas sea yo quien cante, ya que no podía disfrutar las fiestas con el canto horrendo de otras concubinas. Reímos mucho, realmente me divertí, y hacía mucho tiempo que no lo hacía. El no me trataba como algo inferior, me trataba como una verdadera amiga. Claro que yo debía respetarlo más y jamás podría faltarle el respeto o discutirle algo, pero aun así, no es tan malo como yo creía.

-Es hora de descansar, puedes dormir aquí si quieres, te sentiras mas segura- Dijo mientras se levantaba. No sabia que hacer, ¿debía aceptar o irme al patio de las concubinas? es verdad que ahi me sentia mas segura, sabia que al despertar no tendria menos cabello o pintado con algo, pero a la vez, se me hace tan extraño acostarme al lado de un hombre al cual no conozco bien.

El solo me miraba esperando una respuesta y termine aceptando. Me acosté de un lado de la cama y el del otro, mirándonos cara a cara. Él me sonríe como siempre y cierra sus ojos. Yo no podía dejar de mirar su belleza, pero a la vez, sentí frialdad, senti esa sensacion de amistad que quería pero a la vez no. ¿Qué es lo que realmente quería? ¿quería ser su amiga? o quizás no... la mente se nublaba de preguntas existenciales, del tipo "¿Que es el amor y que es la amistad?" 

Su trato tan dulce, tan protector conmigo había hecho que poco a poco comience a gustarme, sin darme cuenta en qué momento. ¿Que debía hacer ahora? el solo me ve como amiga y lo note. El es el sultán del mundo, el si quisiera podría tenerme a mí y a otras miles más bajo sus pies. Si el me trata asi... es porque no quiere estar conmigo.

Al despertar al otro dia, era muy temprano, y el sultán seguía a mi lado durmiendo. Me levanté de la cama y fui hacia la terraza para ver como amanecía en aquel bello lugar. La luz daba justo en mi rostro y la brisa volaba mi cabello, era tan poético y hermoso que me daban ganas de llorar.

Cerré los ojos y sentia una sensacion de paz que no crei volver a sentir nunca. De repente un aroma hermoso se hizo presente y me llevo a otro lugar, hasta que abrí los ojos y note al sultán parado al lado mío observando. Reverencie sorprendida y lo salude. El se acerco a mi y me corrió un mechón de cabello que tenia en mi cara. -Hoy el dia esta hermoso ¿no?- Dijo suavemente. afirme y seguí observando aquel paisaje. 

La puerta sonó y el sultán permitió pasar al jefe de los eunucos, quien le traía una noticia. "La concubina Hatice está embarazada, su majestad" El sultán salto de emoción y fue corriendo a verla, sin siquiera mirarme una vez antes de irse. Me dolió un poco, todo, la paz se había ido y de repente comenzó a nublarse.



Diario de un palacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora