♥34 Capítulo♥ Vida

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Clarissa se veía muy hermosa recogiendo flores, aún con su rostro pálido enrojecido por el llanto, ella tenía un aire de magia al rededor suyo.
El sultán pasaba por allí, porque estaba con un viejo amigo suyo, razón por la cual no había ido a sus aposentos.
Al verla el sultán quedó en silencio, ¿Quien era aquella belleza? Se preguntó.
Ella seguía recogiendo rosas, y el se acercó lentamente para preguntarle si nombre.

Clarissa agarra de forma brusca una de aquellas rosas y se corta con una espina.
El sultán acude a ella.
—¿Estás bien?- le dijo con sincera preocupación.
Ella quedó paralizada, completamente roja por los nervios.
—Si... Estoy bien...- Dijo tímidamente.
Ella recordó que estaba vestida y peinada para ir a verlo, por lo que se sintió aliviada al pensar que no se veía tan mal.
—¿Cual es tu nombre?
—Clarissa, majestad.
—Tu nombre es tan bello como tu rostro.
Al escuchar eso , Clarissa tomo valor.
—Mi sultán... Estás rosas son para usted, es mí forma de declarar que realmente lo amo.
El sultán Tarkan, se conmovió y le dio tanta ternura, que le dio un beso, sin previo aviso.
Ya era suyo, Clarissa había aprendido muy bien como conquistar a su amado, porque La sultana Kader la había educado.

*****
Al otro día, llame a Clarissa para que viniera a mis aposentos, para decirle que no se rinda. Sin embargo el jefe del harem me dijo que ella había pasado toda la noche con el y que aún seguía en sus aposentos.
Me sentí orgullosa de alguna manera, y también me sentí bastante feliz por ella.
Aunque con mucha curiosidad de saber que había pasado y de cómo logro entrar a sus aposentos.

La doctora vino a visitarme nuevamente, pero otra vez no pudo determinar que es lo que tenía, estoy segura que no me queda mucho tiempo de vida.

Luego de unos meses, Clarissa que ahora se llama Ayse, nombre asignado por el sultán, quedo embarazada.
Ya por fin tendré un nieto, seguramente sea igual de bello que Tarkan cuando era un bebé.
Ayse será una sultana muy noble, puedo darme cuenta porque es una persona muy buena, a pesar de sus cambios bruscos de humores, es notable que será respetada.

Mientras tanto, comencé a escribir cartas para mis hijos, cartas de despedida, sabía que podrían ser unos años o quizás meses, como sea, sabía que moriría porque el dolor no hacía más que crecer.
Además ya prefería morir a seguir aguantando aquel dolor que a estas alturas, no me dejaba ni siquiera comer bien, por lo cual había adelgazado mucho.
El sultán está preocupado por mí enfermedad pero no tiene muchas opciones.

Los meses pasaron, tranquilos a pesar de mí dolor, solo intentaba disfrutar lo poco que me quedaba de vida.
Comencé a pensar que disfrute mucho de mí vida, a pesar de todo, estuve rodeada de lujos y comencé a agradecer al destino por haberme traído a este extraño mundo.

Luego de unos meses, quedé en cama, ya no podía moverme por el dolor, solo podía quedarme acostada leyendo o hablando con alguien, comenzaba a ser una tortura.
Aveces alucinaba, alucinaba que veía a mí amado, que venia por mí y que me abrazaba como antes, siempre terminaba llorando.

Llegó la hora y esta naciendo el bebé de Ayse, quisiera poder ir a verla pero literalmente no podría.
Luego de unas largas horas, viene mí hijo, el sultán junto con el bebé.
—Mira madre, es un principe, es el príncipe Mehmed, como mí padre.
Me lo dio y lo alce en mis brazos, era igual a Tarkan de bebé cómo lo había pensado.
—¿Como se encuentra Ayse?
—Gracias a Ala, ella está en perfecta salud.
—Estare esperando ese matrimonio pronto -Dije entre risas.
—Si madre, estuve pensando en casarme con ella, quiero que sea mí esposa oficial.
Me alegre demasiado y lo abrace, abrace a mí nieto y se lo di.

Realmente estaba muy feliz, hace tiempo no sentía tanta felicidad y alegría.
Tarkan se despidió, me dio un beso en la frente y le dije que lo quería mucho.
Se fue a llevarle al bebé a su madre.

De repente un dolor muy fuerte comenzó nuevamente, está vez era demasiado, sentí que iba a desmayarme.
Las cosas me daban vueltas, miré a mis alrededores intentando retener las imágenes.
El dolor poco a poco iba cesando y mis ojos se sentían cada vez más pesados, todo comenzó a nublarse hasta que ya no pude ver nada más.
Todo estaba a oscuras, y yo solo pensaba ¿Qué es lo que está pasando?

De repente todo retumbó, sentí que mí cabeza iba a reventar, como si estuviera dentro de un frasco y lo estuvieran agitando con muchísima fuerza.
¿Estoy muerta?

Diario de un palacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora