Too late.

188 23 8
                                    

A la mañana siguiente uno de los primeros rayo de sol dio justo en la cara del rubio haciéndolo despertar totalmente desorientado y con un dolor de cabeza insoportable debido a las copas de más de la noche anterior.
Aun sin tener un buen control de sus extremidades se puso de pie y con las piernas tambaleando camino hacia él baño para poder tomar una ducha.

Él agua helada de las 8:00 a.m. lo hizo reaccionar de a poco hasta estar por fin en sus 5 sentidos, después de casi 20 minutos la puerta de aquel pequeño baño se abrió dejando ver a un rubio con él cabello totalmente empapado cubriendo ambos de sus ojos pero no impidiéndole la vista, él pequeño solo dejo caer él peso de su cuerpo sobre la cama igual que la noche anterior, solo que esta vez lo único que impedía su desnudes total era una pequeña toalla blanca que estaba enredada en su cintura.

Los ojos del menor empezaban a cerrarse de nuevo por él cansancio que aún tenía pero él llamado de alguien a la puerta se lo impidió.

—Pase—se escucho dentro de la habitación aprobandole al morocho la entrada.

—Alonso yo...—los ojos del moreno se abrieron como plato al ver al ojiazul en ese estado, trago saliva y optó por poner la vista en él suelo para evitar malos pensamientos—quería saber si se te ofrece algo.

—En realidad si—
se movió de aquella posición sentándose esta vez sobre la cama dejando al descubierto todo su torso— como veras acabo de bañarme, y no tengo ya sabes... ropa interior podrías ¿ir a comprarme algo?—un claro sonrojo se hizo presente en su rostro.

—Ah, sobre eso, toda la ropa que esta en los cajones es nueva, incluida la ropa interior, yo la traje para ocasiones así en las que vengo de imprevisto—sonrió por lo bajo mientras rascaba su nuca.

—Oh, gracias Alan—la habitación se quedó en un silencio incómodo.

—Bueno, yo, iré a preparar él desayuno—fue lo último que dijo él chico antes de salir de la habitación, dejando nuevamente solo al ojiazul.

Después de 10 minutos él rubio salió de la habitación usando ropa que obviamente no era suya y se notaba ya que le quedaba varias tallas más grandes pero lucia realmente adorable, después de todo no era tan extraño verlo así ya que siempre usaba suéteres más grandes.

—Me puse tu ropa esperó no te haya molestado—dijo colocándose al lado del morocho.

—Para nada, te queda bastante bien—dijo sin mirarlo poniendo un poco de fruta en cada plato.

—Bueno ni tanto, tuve que doblar un poco los jeans, están muy largos—rieron al unisono.

—Bueno sientate, espero te guste la avena con fruta y jugo, porque es lo único que hay.

—Alan...—bajo la mirada mientras jugaba con las mangas de aquel suéter gris—siento lo de anoche, tú, tenías razón él alcohol y las penas de amor no deben mezclarse—sonrió de lado—quise evadir el tema pero creo que mereces una disculpa.

—Alon, estabas ebrio no sabias lo que hacías ya no te preocupes por eso, mejor olvidemoslo y hay que desayunar porque tenemos que irnos—se sentó para empezar a comer.

Después de unas hora él par se puso en marcha con destino a la casa del ojiazul.

—Alan, gracias por todo—dijo el ojiazul bajando del taxi.

—De nada Alon fue un placer —sonrió como último gestó.

Al llegar a casa lo primero que recibió fue un abrazo por parte de su madre.

—¿Dónde estabas? Creí que algo te había pasado, ¿porque no me avisaste que no llegarías?—hablo la mujer entre llanto.

—Lo siento ma, yo... Me quede en casa de un amigo porque me emborrache y no supe más de mí, lo lamento—sus ojos empezaron a cristalizarse.

—Esta bien mi niño lo importante es que estas a salvo—beso la frente del chico—anda ve a tu habitación.

El rubio obedeció, y se encerró en su habitación durante toda la tarde, hasta la mañana siguiente.

Después de tanto llorar y pensar las cosas, tal vez no valía la pena sufrir por aquel ojimiel, después de todo no podía quedarse toda la vida encerrado llorando por alguien que ahora era feliz con alguien más.

2 semanas después...

A pesar de él dolor que él ojiazul aun sentía al ver al pelinegro tan amoroso con Matías, sabia disimularlo muy bien actualmente estaba saliendo con un chico mayor que él, un castaño de grandes ojos verdes, piel blanca y linda sonrisa, ya era normal verlos juntos de arriba para bajo.
Quien no sabía disimular nada era el ojimiel, no podía ocultar los celos que le daba ver al castaño tocar a su chico,  
El simple hecho de ver que alguien más lo hacia sonreír le hacia hervir la sangre.

Jos.

Habían pasado dos semanas desde que trate a Alonso de esa manera tan cruel, Matías se encargaba de hacerle creer al mundo entero que éramos una pareja feliz y perfecta, mientras que la realidad era que ya no soportaba estar con él, odiaba besarlo, el hecho de decirle algo lindo era insoportable, pero lo que más me dolía era ver a MI ALONSO con alguien más, aquel chico de ojos verdes parecía hacerlo realmente feliz y yo me sentía tan impotente de no poder ir a decirle que se alejara de mi chico, simplemente odiaba la idea de que alguien más pudiera besarlo.

Aquellas dos semanas con Matías no notaba ningún cambio en él, es decir no deseaba que muriera pero por la supuesta enfermedad que tenía debería verse algo demacrado, faltaban dos semanas para que el mes terminara y yo lo veía mas que bien.

Opte por visitar al supuesto doctor que había dado la noticia de que Matías moriría pero al buscar por cielo, mar y tierra él supuesto medico no aparecía, no tuve mas dudas, él me había mentido y yo caí como un estúpido.

—¿Por qué? ¿Por qué inventar algo tan grave?— dije con la voz quebrada apunto de romper en llanto por la furia.

—Porque no soportaba verte con Alonso, porque lo odio y no iba a dejar que fueran felices juntos.

—No quiero que me vuelvas a dirigir la maldita palabra por lo que me queda de vida—señale con él dedo índice.

—Ya no me importa, igual ya los separe y no vas a volver a recuperar a tu niño bonito—hablo en tono burlón mientras salía del aula donde habíamos estado discutiendo todo este tiempo.

Salí con todo el coraje del mundo decidido a confesarle a Alonso toda la verdad, nada iba a detenerme, o al menos eso creía, al caminar por uno de los pasillos a toda prisa visualice a Alonso tomado de la mano del ojiverde.

—A-Alonso podemos hablar—dije con la voz quebrada, mientras él me miraba con desprecio.

—Lo siento, pero no puedo, estoy ocupado con mi novio.

¿Novio? vaya, eso me gano por idiota.

—¿Tu novio?—lo mire con dolor.

—Un gusto—extendió su mano en forma de saludo, la sujete por unos segundos y después la solté, en ese momento tomo al chico por la cintura a "mi chico"

Mis ojos se cristalizaron, y lo odie por tenerlo, pero me odie más a mi por haberlo dejado ir, por ser tan estúpido, por haberlo perdido, por haber dejado ir a lo mejor de mi vida aun cuando lo amaba tanto.
No lo soporte más y solo, huí como él cobarde que soy.

Y entonces comprendí, era demasiado tarde.

Perfect |J.V.|Where stories live. Discover now