5. PREOCUPACIONES

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Esperando por Ti

  - Familiares de Refugio Acuña? -Dijo con voz cansada una doctora alrededor de unos cuarenta o cuarenta y cinco años.

Ambos se pararon como resorte al escucharla. 

Seguimos...

  - Yo soy su hija. -Dijo María levantado la mano. - ¿Cómo se encuentra mi mamá?

  - La paciente lamentablemente no presenta una gran mejoría.

De Esteban no haber estado a su lado María hubiese caído. La impresión de la noticia la había dejado sin suelo.

  - ¿Entonces...? -Dijo Estaban muy suave mientras sostenía a María.

  -La paciente ha presentado un pre infarto. Esto llevará tiempo. Se va a tratar de estabilizarla.
Que la trajeran de inmediato fue algo que salvó su vida, unos minutos más y no se habría podido hacer nada. Esperamos que su corazón responda. Si desean pueden ir a su casa y luego regresar. -La doctora trataba de suavizar la noticia lo más posible pero para ellos parecía una razón dada sin el mínimo filtro.

  - Yo no me moveré de aquí. -Dijo María firmemente con los ojos llenos de lágrimas.

Ellos no esperaban esa noticia. Refugio había padecido de esos dolores pero con analgésicos y recomendaciones  estrictas del médico siempre lograba superarlo todo.

  - María, la doctora tiene razón. -La vio caer en la silla sin fuerzas. -Es necesario prepararte algo. Llevamos horas aquí. Regresamos en poco tiempo. -Agarró su mano animándole.
 
  - Su esposo tiene razón. -María soltó la mano de Esteban y él sintió su rechazo. - Les sentará muy bien descansar un rato. De igual manera no la podrán ver por ahora.

María iba a replicar pero Esteban habló primero:

  - Muchas gracias, doctora.

  - No hay de qué. Estamos para servirles. -Sonrió amplio y regresó a sus labores.

  - Debías dejar que le aclarara que no somos absolutamente nada, Esteban. -Dijo dejando brotar un poco del rencor que guardaba.

  - ¿Ya vas a empezar? ¿Qué importancia tiene eso ahora? O deseabas contarle lo canalla que fui a la doctora? Porque la puedo llamar y cuentas todo lo que desees porque al final ya no importa.  Ya no te importo.

  - ¡Hey! Ya, perdóname. -Le tomó la mano tratando de calmarlo. -Lo dije sin pensar. No pensé que te afectaría de esta manera.

  - Si me afecta María, y mucho. No entiendes que me importas demasiado? -La abrazo como no queriéndola dejar ir nunca más.

  -Tranquilo, tranquilo. Pareces un niñito pequeño. -Rió.

Esteban tenía tanto tiempo sin escuchar su risa y le resultaba de la más agradable música.

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Por mucha insistencia de Esteban regresaron al departamento.

Esteban estaba preparando un té de hierba buena mientras María lo miraba muy concentrada.

  - En estos años has mejorado tus capacidades culinarias. Digo, por lo menos ya no quemas el agua.

  - Muy chistosa, Señora Fernández.

  - Pues...Mas o menos, Señor San Román. -Lo miró coqueta y él aclaró su garganta nervioso.

  - Aquí está tu té. -Ella lo recibió y él se sentó a su lado. - Tómatelo todo. Te va a sentar muy bien.

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