Capitulo 36

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Las luces brillantes alumbraban todo el lugar, lucia mágico. Los niños corrían por el lugar descontrolados, la mayoría de las personas eran adolescentes y adultos, pero los niños, los niños le daba cierta alegría al lugar que el resto no podían darle. Habían pasado años desde que no iba a un parque de diversiones, y si lo admitía estaba emocionado de volver.

No había soltado el brazo de Louis desde que habían entrado, la mano libre del ojiazul caía sobre su cintura con cuidado y de alguna manera lo hacia sentir querido. Era su primer cita y se encontraba nervioso. Nervioso porque no sabía como actuar a su alrededor.

-Oh... ¿Podemos comprar algodón de azúcar?-sonrió emocionado girando su rostro para ver al ojiazul, quien sonrió y apretó el agarre en su cintura.

-Pensé que no ibas a pedirlo nunca, yo también quiero uno-admitió soltando una pequeña risa de niño mientras caminaban hacia el pequeño carrito rosa chicle.

-Estoy seguro que hoy voy a comer muchos caramelos, mira Lou... tienes manzanas con caramelo-sonrió emocionado para abrazarlo con fuerza- gracias por traerme aquí, es tan bonito y estoy tan feliz ahora mismo.

-¿De verdad?

-¡Sí! de niño  venía a los parques, pero mientras crecía ya nadie quería venir conmigo pero ahora-sonrió levantando su vista para conectarlo con los azules de Louis y mostrarle sus dos hoyuelos- te tengo a ti.

-Te amo-sonrió aún más al escucharlo, viendo como el mayor mostraba sus pequeñas arrugas a los costados de sus ojos azul océano, estiro sus labios hasta unirlos con los de Louis en un tierno y lento beso, apretando sus manos cubiertas de anillos contra sus mejillas rasposas por aquella barba de pocos días.

-Me gusta tu barba, te hace ver más grande y guapo-susurro para solo ellos, uniendo su frente con la de Louis.

-¿Dices que sin barba soy feo?-sus manos acariciaban suavemente su piel sobre la ropa.

-No, pero hay niños al lado nuestro y no puedo decir lo que realmente quiero decir-sonrió coqueto mientras relamía sus labios.

-Oh... si lo susurras nadie tiene porque escucharlo ¿sabes?- su voz se había puesto más baja y podía ver sus pupilas dilatarse levemente.

-Bueno, creo que la barba te hacer ver como un completo Daddy, como mi daddy-sonrió pegando sus cuerpos un poco más- y... que me gusta sentir la barba rozar contra mi piel mientras me comes el cu...

-¿Qué desean ordenar?-separo su rostro rápidamente para ver al señor tras el pequeño carrito sonreirles amablemente.

-Oh... sí, dos algodones de azúcar por favor-Louis respondió con una pequeña sonrisa avergonzada, bajo su mirada rápidamente hasta su entrepierna para encontrarla semi erecta, sonrió perversamente y coloco su cabeza en el hombro.

-¿De que colores?

-Quiero uno rosa daddy-susurro en su oído, solo para él, sintiendo el cuerpo del ojiazul estremecerse contra el suyo.

-Uno rosado y el otro celeste-su mano bajo hasta colocarse en la curva de su cadera, atrayendolo aún más contra él.

No presto atención cuando el hombre les entrego las golosinas o cuando él ojiazul pago por ellas, estaba más concentrado en ver el rostro de su novio, la perfecta y pequeña curva de su nariz, o la forma en que sus labios se movían al hablar, las pequeñas y casi inexistentes pecas que había en su mejillas, debían ser tres o cuatro, no más que esas. O sin duda, el azul de sus ojos, tan celestes como el océano.

Lo quería para siempre, lo quería todo con Louis, el paquete completo.

Tomaron asiento sobre una pequeña banca de madera, y de alguna manera termino sentado sobre sus muslos mientras comía su golosina, Louis había terminado hace unos minutos pero él, él seguía probando de aquel caramelo con toda la paz el mundo. Sus ojos miraban el lugar más detalladamente.

Había un enorme corredor por donde se entraba, ahí estaban todas los carros de comida y algunos juegos como tirar la botella, habían pilares de madera que se unían entre ellos con luces LED que alumbraban todo el lugar en zig-zag y por ultimo, aquel corredor se abría en un circulo de tierra donde estaba la rueda de la fortuna, una montaña rusa, un precioso carrusel blanco y dorado entre otros. 

Aquel lugar estaba escondido entre tupidos arboles verdes, pero si alzaba la mirada, la luna y las estrellas brillaban sobre ellos.

No podía terminar de entender como algo tan simple como una cita en el parque lo ponía tan feliz, era cliché y absurdo. Pero le recordaba a cuando era niño y eso cambiaba todo. Cambiaba la forma de ver el lugar, cambiaba la forma en que se sentía.

Arrastro a Louis por todo el lugar, se subieron a la rueda de la fortuna, y pasaron la mitad del tiempo viendo el paisaje con sus manos unidas y la otra mitad besándose. Empujo al ojiazul hasta la montaña rusa como un niño y se aferro a su brazo mientras bajan de ella, con el fuerte viento golpeando su rostro, una enorme sonrisa en sus labios y el calor que el cuerpo de su novio siempre traía consigo.

Ninguno de los dos logro ganar un oso de peluche, pero no lo necesitaba. 

La cámara de su celular había queda repleta de fotografías del ligar, suyas y de Louis.  Y amaba cada parte de ello. Lo único que podía pensar en esos momentos era que quería ir a casa y terminar esa cita e la mejor manera posible, acostado a su lado.


The Apartment / Larry Stylinson /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora