3.- Donde algunos ven maldad, otros ven talento.

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La puerta está cerrada. Hace demasiado tiempo que nadie viene, no escucho nada tampoco, ¿ya se ha ido los invitados de padre? me estoy aburriendo, quizá pueda ir a la cocina. Muevo los pies...no me atrevo a salir, si me ven fuera, voy a molestar a padre, y madre también va a darme un castigo por desobedecer.

— ¿Viktor?

— Lieke ¿Qué haces?

— ah, quiero salir ¿Vamos afuera?—la puerta está muy pesada, Lieke está esperándome delante de la puerta— Padre está ocupado, si vamos por la parte de atrás, no nos verán— me sonríe. No estoy convencido de querer ir.

— Lieke, no podemos salir hasta que los invitados se marchen— Lieke tiene cinco años, todavía le están enseñando como debe comparte en las visitas que recibe padre. Mi hermana tiene el cabello diferente a mí, todos tienen el cabello y los ojos diferentes a mí. Mi hermana tiene los ojos color azul, como mi madre, y el cabello rubio.

— Viktor...— hace un puchero. Mis clases de hoy están suspendidas, por eso no estoy en otro lado del castillo— Viktor, haz eso que haces, con los fantasmas— eso me hace mirarla, y sonreír. Ella no puede verlos, pero es la única que me cree cuando le digo que puedo verlos. Miro por el pasillo, en este castillo hay muchos fantasmas.

— allí viene uno.

— Pregúntale si podemos salir— Lieke sabe que no haré nada si no estoy seguro de que me van a regañar. Siempre me han castigado y regañado más a mí que a mis hermanos. Cuando miro a los fantasmas, siempre se me acercan, a veces me escuchan cuando les hablo, o a veces yo les escucho, no siempre quiero que me hablen. Mis padres me regañan si me ven hablando con un fantasma, no puedo ser diferente cuando estoy con ellos, con mi familia, no me gusta que me regañen.

— ¿Lieke y yo podemos salir sin que nos descubran?— el fantasma dice que si con la cabeza. Sonrió, Lieke sonríe cuando me ve sonriendo y luego me toma de la mano. Andamos de puntitas hasta la puerta que nos lleva a la parte de atrás del castillo. No hay nadie, y la puerta está abierta, que bueno, porque yo no puedo abrirla, es muy pesada.

— Corre, Viktor— ella me suelta y comienza a correr.

— Lieke, espera— corro detrás de ella, el pasto está húmedo, ha estado lloviendo por la mañana. Ella se tropieza y cae, me detengo para ayudarla— te has ensuciado, nos van a descubrir.

— me voy a cambiar antes de que nos vean. Vamos a jugar allá— señala a los árboles.

— No, Lieke, es peligroso. Padre tiene razón al decir que no nos acerquemos— ella no quiere quedarse aquí, sé que saldrá corriendo cuando me descuide, no es la primera vez que lo hace. Le tomo de la mano, y camino a los establos— vayamos a ver los caballos. Los invitados debieron traer nuevos, adivinemos cuales.

— ah, ¿padre no te ha dado uno como a Gerrit?

— Aun no, todavía no es mi cumpleaños— Gerrit es nuestro hermano mayor, tiene trece años. Yo ya voy a cumplir diez, y mi padre le dio de regalo un caballo, me gusta mucho el caballo de Gerrit, no me deja montarlo pero me lleva con él cuando sale o cuando quiero usarlo. Hay personas en los establos, así que solo nos acercamos por la parte de atrás, observando de lejos a los caballos.

— ¿Qué están haciendo?— Lieke pega un grito, que no se escucha por el movimiento de los animales del establo. Gerrit está tras nosotros, mirándonos agachado para que tampoco le vean.

Crónicas de un nigromante (Crónicas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora