2.- Ocultar la verdad es una forma sutil de mentir.

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No soy de las personas que se impresiona. No lo he hecho en... bien, pasando por alto el incidente con Hadrien, la última vez que me sorprendí quizá fue hace siglos. No me sorprendió notar que este chico también es un mago o algo así. No hay rastro de magia en este lugar. Ni siquiera una leve presencia.

— ¿puedo moverme ya? No puedo hacer nada— no lo hago. Le miro. No tiene marca, no una que pueda ver al menos, su piel, cabello y color de ojos es normal. Sus manos parecen normales— Oye, niño...

— No soy un niño— respondo. Esto es curioso, no me siento molesto por lo que me dijo— ¿Dónde está mi anillo?

— Lo tengo aquí, esperaba encontrarte fuera, no pensé que fueras a... entrar aquí— dice. Luce calmado, no tiene miedo. Deshago la inmovilidad a la que le sometí, él se queda unos momentos más sin moverse, sin notarlo.

— dámelo.

— Sí, espera...— busca en uno de los bolsillos de su pantalón, luego en otro, y otro. Su expresión comienza cambiar, de perplejidad a una de pánico. Reprimo mis ganas de suspirar y matarle. Podría matarle ahora mismo, todavía estoy contrariado por mi derrota sería algo relajante. Corre a la habitación y abre los cajones, mueve lo que hay encima— estoy seguro de que lo tenía aquí.

— ¿lo tienes o no?

— creo... creo que lo perdí.

—perdido... perdiste una reliquia de valor incalculable de más de ochocientos años.

— ¡Lo siento! De seguro debe estar en mi área de trabajo... lo encontrare. Solo debo regresar y...

— ¿Acaso crees que soy idiota?

— No, no he dicho eso. Dije que quizá estaba en mi trabajo, iré y lo traeré.

— Escaparas más bien— escucho como los espíritus me dicen eso, no paran de repetirlo. Eso y que efectivamente, no sabe dónde está mi anillo— porque fuiste lo bastante estúpido para usar algo que no te pertenecía.

— No es justo— masculla. ¿De verdad pensó que podía engañarme?— te lo iba a devolver si volvía a verte, pero no creí que pasara. No era mi intención— sus ojos siguen los movimientos de los dos fantasmas a mi alrededor. Ah...

— puedes verlos

— ¿a quién?

— deja de jugar ¿Crees que es divertido? Deberías tener más cuidado con lo que dices y haces si no quieres terminar como ellos. Y a mí me sirves más estando muerto— Por primera vez veo el miedo en sus ojos, aunque no en su expresión— has perdido algo mío, y ahora tienes que retribuirme.

— No tengo mucho, pero puedes tomar lo que quieras— ¿Qué piensa ese humano?

— no tienes nada aquí que me sea útil.

— Mira, yo solo quiero que te marches y pueda seguir con mi vida. No quería meterme en problemas cuando te encontré en la calle. No estaba seguro de si ibas a morir o no, y bueno...— sé lo que intenta.

— yo no te pedí que me salvaras. No estaba en peligro, y no creas que siento deuda alguna contigo, te permití vivir ese día, y lo vuelvo hacer hoy. No voy a matarte, sin embargo...— le observo. No tiene apariencia débil, y sin duda, tiene algo de magia en él ¿Cuándo fue la última vez que tuve un sirviente?— tienes que pagar por lo que perdiste. Serás mi sirviente.

— ¿¡Qué?!

— hace mucho que no tengo a nadie en ese lugar, y justo ahora voy a necesitar que se hagan cargo de esas cosas. Bien, ya está.

Crónicas de un nigromante (Crónicas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora