17.-Las almas muertas solo sueñan con la muerte.

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La luz es lo primero que noto cuando abro los ojos. Todo se vuelve a poner oscuro, y otra vez, el sol, pero esta vez hay un viento cálido y con olor a sal, a peces. El sonido del mar a mis espaldas. Parpadeo, la mano de Hadrien me suelta el codo, donde me estuvo sujetando. Un segundo atrás estábamos en el bosque, a punto de ser incinerados. Estamos solos, en un pequeño risco. Veo casas delante de nosotros.

— Volvamos— murmuro. Hadrien se ha sentado sin cuidado sobre la arena, me mira desde abajo, haciendo una mueca de desagrado.

— ¿acaso notaste lo que estaba pasando allá?

— volvamos.

— no.

— has dejado a Razvan, tenemos que regresar.

— No— le sujeto del cuello del saco.

— No debiste dejarlo. Nos has mentido, todo eso del orden que tocábamos las piedras... ¿¡Cuál es tu maldita explicación para todo eso!?— lo intento mover, pero sigue siendo más alto. Le basta con levantase para cambiar un poco las cosas. Con un manotazo hace que le suelte— mentiste. Y has huido también ¿Qué ha sido de aquel que se enfrentaba a todo sin importar que? No eres la misma persona.

— no, no lo soy.

— Tu...— mascullo. Intento usar magia, pero él se adelanta. Forcejeamos, le basta un empujón para hacerme caer al suelo.

— ¿acaso has prestado atención a todo lo que paso? seré poderoso, pero no soy un suicida ni deseo estar encerrado. Era imposible escapar sin saber a qué nos enfrentamos. Siempre tengo todo bajo control, siempre se a que me enfrento, siempre hay un escape en lo que hago. Hoy ni siquiera sabía que nos iban a encontrar, así que escucha, prefiero estar vivo y libre hoy para seguir luchando mañana, deja tu magia a menos que quieras que nos sigan.

— no teníamos que dejarlo.

— Nos dio la oportunidad de salir de ese maldito lugar— gruñe— si me hubieran dicho que te pondrías así, te hubiera dejado también y hubiera regresado solo— aprieto los puños. Debo calmarme, estoy... voy a volver a cometer errores por no estar calmado. No puedo perder el control de esta manera.

— nos mentiste.

— un poco. No era verdad que tenían que seguir una secuencia. Ni siquiera se necesita magia negra para quitarlos. Bastaba con que él quisiera quitarlos, realmente quitarlos. Tenía que estar seguro, sin una sola duda y no podía decirle cómo funcionaba o seguiría igual. Planeaba empujarle hasta el límite, hasta que se cansara y aceptara que ya no quería eso. Así que no mentí, solo oculte un poco la verdad.

— pudiste decirme eso desde el inicio.

— ¿para qué? Es más entretenido así, creí que lo sabrías cuando hablaras con los espíritus.

— ¡No hablo con los espíritus desde hace un tiempo!

— ¿y eso como porque es mi culpa?— me levanto. No es su culpa, pero necesito culpar a alguien por lo que acaba de pasar.

— tú también puedes hablar con los muertos, también conoces el futuro. Te jactas de ser mejor que los inútiles del parlamento, y no pudiste sacarnos de allí— el viento alrededor de Hadrien se vuelve oscuro, mas frio.

— ¿me culpas por lo que paso? ¿Qué hiciste tú? Te quedaste mirando mientras yo nos sacaba de allí. ¿Quieres ayudar a ese chico? entonces deja de comportarte como un mocoso malcriado que nunca ha hecho nada— pienso en todo lo que conto Razvan, en su temor a quedar encerrado sin volver a tener la vida que le gusta entre los humanos. A querer quedarse al margen en este mundo de héroes y villanos. Razvan quedo en el lado equivocado de la historia. Tengo que sacarle de donde quiera que esté. Una cosa era que le atraparan con los brazaletes que le impedían hacer magia, ahora que no los tiene y su magia se descontrolo de ese modo...

Crónicas de un nigromante (Crónicas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora