12.- No se aprende nada siendo perfecto.

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Mi experimento con el regreso de la muerte me había salido un poco más costoso de lo que pareció al inicio. Los acosos de Catrine no me importaron mucho, pero cuando terminaron, de nuevo me di cuenta de que quería compañía.

Me di cuenta de que había hecho las cosas mal las anteriores veces que intente estar con alguien, ya fuera hombre o mujer. Siempre les decía lo que yo era, les mostraba e intentaba hacerles mi igual; no había funcionado, de un modo u otro las cosas siempre comenzaban a salir mal cuando comenzaba ese aprendizaje.

Cambie la forma de hacer las cosas al conocer a Samuel. Le conocí mientras viajaba por Europa, buscando un lugar más tranquilo que las ajetreadas ciudades. Demasiados nuevos inventos y conocimientos. Samuel vive solo, sus padres están en algún otro país, es serio e inteligente, muy inteligente. Es joven, casi tanto como la apariencia que tengo ahora. Da clases en la universidad y ofrece conferencias en salones privados. He asistido a varias de ellas, aunque me parecen un poco aburridas. Samuel no es aburrido.

— ¿Ya se terminó el dinero de tus padres?— estábamos en una tienda de ropa, y acabo de quejarme de lo costoso que es. Samuel tiene un humor oscuro y es sarcástico.

— para nada, pero es excesivo lo que quieren cobrar por un traje nuevo.

— siempre te quejas de todo, parece que lo tienes como profesión, la cual no me has dicho aun.

— no necesitas saberlo.

— eres exasperante, y un misterio.

— Apuesto a que te encantaría resolver ese misterio que dices que soy— Nunca lo negó. Quedábamos seguido para salir al teatro, a la opera. Nos enviábamos invitaciones mutuas para comidas en donde solo estábamos nosotros. Quise hacer las cosas distintas, si la magia era el problema, entonces no habría nada de magia hasta que estuviera seguro de que esa persona valdría la pena.

Samuel demostró ser esa clase de persona. No se inmiscuía en mis asuntos, y yo no lo hacía en los suyos, Samuel no me necesitaba para hacer muchas cosas y nunca pidió mi opinión para hacer o no algo. Me gustaba que fuera tan independiente. Pensé que esa era la clase de persona que estaba bien para mí, alguien que estuviera conmigo pero que no fuera asfixiante, alguien con quien estar pero que no exigiera algo que yo no podía dar. Samuel no era muy alto, pero sí que tenía porte, siempre arreglado su cabello castaño y sus ojos azules siempre parecían querer decir más de lo que él mismo hablaba. No era tan amable como pareciera, al menos no delante de mí.

— Debería haber alguna ley que prohíba cosas como esas— era su queja constante. Los sombreros decorados, las mujeres demasiado maquilladas, el nuevo olor del perfume... siempre había cosas que no le gustaban. Yo sabía que solo se quejaba de esa manera conmigo, porque me había encargado de que confiara en mí, no fue fácil, pasaron varios meses antes de que habláramos realmente y no solo una conversación educada.

Nunca he sido un conquistador, y no siempre busque una pareja en las personas que quise tener a mi lado. Algunas veces era un extra más, no dejo de tener un cuerpo que a veces tienen necesidades y placeres. Había buscado un amante con Jan, no lo había hecho con Catrine, y no lo buscaba con Samuel. Debo decir en mi defensa que quise a todas las personas que tuve a mi lado. Vivir por siglos es solitario, y aunque se soporte bien un tiempo, después es intolerable. Buscar a otro como yo no estaba en mis planes, dos nigromantes juntos llamarían tanto la atención que indudablemente los cazadores nos seguirían. Y un brujo normal no es confiable, ¿será leal al parlamento o no? Llegue a toparme con algunos que solo vivían por su cuenta, sin llamar la atención tal como yo. Y por eso siempre estuve en busca de humanos que pudieran estar conmigo.

Crónicas de un nigromante (Crónicas #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora