Lily Luna Potter, la hija menor de una de las familias más ricas y famosa del mundo mágico, no tenía ningún interés en la magia. Era normal suponer que teniendo la familia que tenía, seria todo lo contrario, pero no. La magia no era algo que le llamara la atención.
La primera vez que ella realizo magia destruyo todos los vidrios de la escuela Muggle a la que asistía. La sacaron de la escuela al día siguiente. Fue una suerte que nadie la relacionara con el incidente. Desde entonces no había tenido relación con ningún niño que no fuera de su familia.
Poco a poco comenzó a sentirse encerada, presa en su propia casa.
Cuando cumplo once años llego su carta. La cabeza de la niña estaba hecha un lio, con tantas cosas que sus hermanos y primos exigían sentía que tenía que cumplir muchos requisitos para ser digna de su familia: como ser seleccionada en Gryffindor, ser como sus hermanos, unirse al equipo de Quidditch y sería la mejor en todo. No quería nada de eso, le aterraba volar y odiaba el rojo. No aspiraba a ser como sus hermanos: James esforzándose en ser el mejor y Albus tratando de ser el héroe de los más pequeños. Quería ser solo Lily.
Ahora caminaba a su oportunidad de no ser la sombra de nadie. Dos segundos después de que el sombrero tocara su cabeza, grito: ¡Slytherin! Una sonrisa se extendió en su rostro y camino hacia su mesa en medio de aplausos y las caras desconcertadas de sus hermanos. Ellos se tendrían que acostumbrar a que esa mueca de asombro fuera su expresión permanente, porque su nombre seria una revolución y este solo era el primer paso de su plan. Hogwarts podía esperar grandes cosas de la pequeña Potter.
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Historias Perdidas || Tercera Generación
Fanfiction¿Que pasa si mezclamos magia, un grupo de niños y hormonas? ¡Muchas cosas sin sentido! Y aventuras que, seguramente, no confesarían ni bajo un crucio. ¿James y Albus usando un tutu? ¿Teddy en una cita con Bill Weasley? ¿Scorpius enamorado de una pe...