Capítulo IX

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La última mirada que me dirige Saphiron es justo antes de desaparecer por el pasillo. Los guardias me escoltan a mi celda, y antes de salir me indican que estaré unas cuantas horas más.

El sonido de la verja cerrarse me sorprende y me hace saltar. Un segundo en soledad basta para que lágrimas de rabia desciendan por mi rostro. Las uñas se me clavan en la carne de la palma y los nudillos se me entumecen. Pateo la pared con fuerza una, y otra, y otra, y otra vez. Lo hago hasta cansarme.

Me apoyo contra las paredes de piedra y colapso sin separar mi espalda. Por un momento quedo en blanco, al siguiente río y luego me calmo. « ¿Qué estoy haciendo?» Me imagino lo que deben estar pensando los guardias al escuchar mi berrinche y río con más ganas.

-La situación es de lo más peculiar madre, ojalá estuvieses aquí para poder reírnos juntas.

Un escalofrío me devuelve al mundo real, y una voz ya conocida no tarda en llegar.

-Deberías comenzar a comportarte mejor Iftia, el Rey se está conteniendo contigo - tiene un tono burlón pero noto condescendencia en su postura, mirándome desde arriba.

-Si vienes aquí a burlarte de mí, entonces por favor vete...ya tuve suficiente por un día.

Sonríe complaciente al entrar a mi pequeña celda. Al sentarse a mi lado permanece en silencio, pero no uno cómodo, sino uno suplicante y lleno de expectativas. Por unos momentos espero, y aunque me pone de los nervios me contengo.

Saphiron abre la boca para hablar, pero no lo hace. Con esa última acción me pierdo por completo.

- ¡Habla por amor a Dios! -grito con todas mis fuerzas a la vez que pego un salto del suelo.

Espera un momento antes de hablar, hace sonidos con la boca cerrada como si se cuestionara cómo seguir, pero cuando se le salta una sonrisa de sádico deduzco que lo que va a venir no me va a gustar.

-Tal vez necesites esto esta noche.

Ya comienzo a conocer la manera en la que se relaciona la Mano Derecha del Rey, es un manipulador sin escrúpulos, ajeno a todo, solo centrado en lo que le divierte, y esas son las reacciones de los demás. Al parecer soy la que más le atrae ahora. Ya estoy desbordada con todo lo que siento ahora como para lidiar con alguien más. Me siento desbordada por todas mis emociones, mis responsabilidades, como se deteriora mi relación con el Rey Elfo, la situación con la que me encuentro frente a los ancianos y la misma impaciencia que me poseyó desde el primer día que pisé los blancos suelos del Castillo de Marfil. No tengo energía de donde sacar.

El personaje extraño se va sin más, dejando una llave dorada donde estuvo sentado. Con sospechas la tomo, tal vez pueda sacar algo yo de su juego.

Al subirme al tejado, camino sin rumbo hasta encontrar un punto verdaderamente especial. Logro ver la gran extensión de bosque que llega hasta Impatiens. La luz de la luna alumbra las copas de los árboles y algún que otro claro. Y cuando se refleja en el agua, parece cristalizarse en el aire y jugar con colores fantasías. La luna no se amedrenta en el cielo, parece querer engullir la oscuridad con su brillo abrumador.

- ¿Vas a escapar?

-...por un par de horas sí. Estaré en la celda antes del amanecer, no te preocupes. Tengo cosas que hacer en este lugar.

Orión permanece parado detrás de mí por unos minutos. Nos mantenemos sin decir nada.

Incómoda bromeo- puedes acompañarme si gustas, no voy a robarte otro beso.

-Puedo lidiar con una simple mujer...ahora ¿por qué fue que te encerraron esta vez? -parece no ocultar segundas intenciones en su tono abrupto.

Señalo mi ropa manchada de suciedad por la roca obsidiana y sonrío- ¿es muy obvio? -Miro hacia abajo deprimida al recordar lo sucedido hoy -fui a donde me dijiste, o lo intenté, no me pareció un lugar para entrar a hurtadillas.

El Rey elfo y la Hija del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora