— ¿Ya buscaste en esas estanterías?
—Aún no, estoy terminando con este libro.
Me acerco a su mesa y leo con él. ¨...El cambio era inevitable, totalmente necesario dada las circunstancias bélicas...pero ¿a qué costo? Cada tribu tiene sus propias formas de vida, unirnos en un solo pueblo sería el fin de la riqueza cultural que logramos. Aun así, los humanos terminarían con esa riqueza de cualquier modo. Siguen atacándonos, matando célula por célula, aprovechan nuestra separación, pero subestiman los lazos que nos unen.
Hay un nuevo movimiento, la unión física está comenzando por un completo extraño. Tal vez este sea el comienzo del fin de la separación. ¨
— ¿Cuándo sucedió esto?
—Uhm hace casi cinco mil años.
— ¿Tanto en guerra?
Niega y se gira por completo para verme a los ojos—. No era guerra, era exterminio. Los elfos no atacaban devuelta.
—Así que los humanos comenzaron todo— asiento sarcástica— qué raro...
—No empieces.
Mi amigo se endereza y guarda el libro rápidamente. Enseguida me mira poner cara de inocente —¿y yo qué hice?
No contesta, en silencio sigue guardando los libros. Algo incómoda lo ayudo. Una ofensa se siente en el aire, y aunque nos conozcamos desde hace tiempo, no me animo a dirigirle la palabra.
Nos tomamos nuestro tiempo al guardar los libros, cuidadosos de no doblar ni una sola página y dejar todo como estaba. Inmaculado. Unos guardias nos observan desde la puerta y eso nos pone aún más presión.
—Creo que es hora de comer...nos vemos.
Corro a mi habitación para poder respirar tranquilamente.
— ¡Iftia! Qué alegría verte. Hay que comenzar con los preparativos de esta noche.
Siento como me duelen las cejas de todo lo que las levanto— Apenas es mediodía.
—Sí, pero hay que hacer un ritual antes.
—Ritual... —miedosa de lo que eso significa camino hacia la mesa al lado de la cama, Lastria me había traído la comida al cuarto.
—Primero que nada, la comida, el té y luego seguiremos con un baño.
Asiento a la vez que mastico una hoja. Intento comer todo rápidamente para no dejarla esperando. El té amargo me dejó un gusto raro en la boca. Es lo que usan para lavarse los dientes.
—Prefiero mi raspado de menta y minerales. Pero si funciona...
Lastria sale con una sonrisa del baño y me señala la bañera. El agua tiene un color lechoso, llena de pétalos de dalias rosas y rojas.
Bostezo y estiro mis brazos desperezándome. Al desnudarme era más consiente del rose de mi ropa contra la piel, y cuando la punta de mi pie toca el agua, éste hormiguea de satisfacción.
Al acostarme no puedo evitar exhalar exageradamente— Me encantan los baños...
—Éste es especial, ya que los elfos tenemos los sentidos mucho más desarrollados que los humanos, tus olores deben ser sublimes —la miro a los ojos y éstos se tiñen de rojo.
No duro ni un minuto más despierta.
Miro hacia mis lados paredes de una habitación desconocida. Desorientada y todo dándome vueltas. Llevo un kimono que arrastro por el piso del largo. Mi piel es muy pálida y mi pelo rubio rosa los costados de mis caderas. Delgado y delicado, como los hilos de las telarañas.
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El Rey elfo y la Hija del Bosque
FantasiaEl Rey parece tener un problema con la mujer encargada del tratado de paz, no es por su constante actitud desafiante hacia él, ni el que esté husmeando por su castillo todo el día, mucho menos su forma de tutearlo o su afición de estar tras de rejas...