Capítulo II

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Bajo del trono lentamente mientras veo como los del concejo hacen una reverencia. La persona encapuchada camina lentamente mirando hacia los lados. Hace una reverencia rápida, que se ve más como si hubiera asentido y se quita la tela de la cabeza.

El tiempo se detiene y caigo a través de los pozos de miel que son sus ojos. Las luces del candelabro de cristal pintan arcoíris en su piel acaramelada. Y su pelo negro como la noche le recorre el cuerpo entero de manera salvaje.

— Eres lo más hermoso que he visto en mi vida —suelta en un suspiro.

Abro los ojos sorprendido y siento mis mejillas calentarse, no consigo procesar nada.

No puedo dejar de mirarla a los ojos, siento como si succionara toda mi atención. Parpadea y su mirada queda fuera de mi vista. Uno de los ancianos había tirado de su ropa hasta dejarla haciendo una reverencia forzada.

Aclaro la garganta y entro en mis sentidos —. Soy el monarca del reino de marfil, Dhaelion.

El concejo entero se levanta y el último de ellos, también el que se ve más viejo, los presenta.

—Yo soy Christopher VIII, Viktor String, Steph Bang , Shirl Kill —hace una pausa y mira en dirección a la mujer —e Iftia, somos el Concejo de Paz enviado como la voz del Rey para terminar con los enfrentamientos.

Asiento y llamo la atención de mi Mano Derecha.

— ¿Sus habitaciones están preparadas?

—Sí, mi Rey.

—Guíenlos a sus habitaciones para que descansen y denle indicaciones para su cena.

Saphiron enseguida señala a una ayudante para la tarea.

Ya con la sala vacía soy consciente de mi estado.

— ¿Está bien señor?

—Sí, pero estoy algo ebrio. La cabeza me da vueltas —muevo los dedos a lo alto de mi rostro, con las luces atravesándolos y recordando cómo bailaban en la piel de ésa extraña mujer— Lleva té a la biblioteca...y comienza los preparativos para la fiesta de La luna llena.

Miro el sol ocultándose entre los árboles y la oscuridad engullendo todo lentamente. Una vista encantadora.

Unos golpes en la puerta me hacen girar rápidamente.

—Señorita, la cena está casi lista. Tal vez le gustaría tomar un baño antes.

— ¡Sí! Por favor.

Le hago un movimiento con la mano invitándola a pasar. Y una elfa alta y elegante entra a mi habitación. Su vestido de seda blanca, holgado, se mueve libremente a su alrededor. Me guía a la puerta a un lado de la habitación. Un baño amplio, reluciente y brillante guarda una bañera negra y profunda.

—Definitivamente el nivel de los elfos es otro.

Ríe y comienza a explicar—éstas perillas regulan la temperatura, permiten que las tuberías internas que pasan por el techo y terminan en la regadera encima de la bañera la llenen. Si prefiere un baño rápido puedes activar la regadera al fondo para hacerlo parada. El agua se mantendrá caliente, así que puede demorar cuanto guste.

Observo el mecanismo una vez más. Al fondo, la ducha ocupa de lado a lado, y una saliente funciona como banco. Unos hoyos de lo más curiosos están esparcidos por la pared junto con unos compartimientos extraños.

— ¿Para qué sirven? —pregunto señalándolos.

— ¡Oh! Ésos son para tomar duchas con esencias. Se piden a las doncellas, las colocas en la bañera o el compartimiento al lado de las perillas. Los hoyos son regaderas horizontales, aunque solo pueden usarlas los elfos porque se activan con magia.

El Rey elfo y la Hija del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora