Prólogo

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Tenía que estar perfecto para la cena, quería dar la mejor primera impresión posible. Por la noche, iríamos a cenar al apartamento de nuestros vecinos de arriba, nos acabamos de mudar y como bienvenida, estos, organizaron una comida. No voy a negarlo, estaba bastante nervioso, oí que la vecina tenía un niño, 2 años menor que yo, y una niña, 3 años menos que yo. Mientras tanto, yo, soy hijo único, por lo cual, me cuesta mucho hacer amigos y soy bastante tímido.

—Hijo, ¿estás listo?.— Preguntó mi mamá asomándose por la puerta.

—Un momento...— Dije mientras hacia un intento fallido de abrocharme los cordones.

—Anda, deja.— Me respondió ella, agachándose para poder finalizar la acción que no era capaz de realizar yo.

—¡Gracias!.— Le sonreí.

Salimos de casa y fuimos escaleras arriba. Ya nos encontrábamos delante de la puerta tocando el timbre, cada vez estaba más nervioso. De repente, una mujer con flequillo y pelo largo hasta los hombros de color negro nos recibió. Estaba muy bien maquillada y bien arreglada, era bastante guapa, pero, ¡mi mamá lo era más!. Hizo una reverencia y nos invitó a entrar. Nada más traspasar la puerta, me fijé en los dos niños que vinieron corriendo a vernos, a decir verdad, no los esperaba, así que, como auto-reflejo me escondí detrás de mi madre.

—No pasa nada, cielo.— Dijo sonriendo dulcemente mientras acariciaba sutilmente mi cabeza.

Yo la miré a los ojos y me armé de valor para entablar una conversión con los chicos. Me iba acercando lentamente a ellos, sentía como todos tenían la vista fija en mí, eso me ponía demasiado nervioso.

—Encantado, soy Kim Jinwoo y tengo 8 años.— Hice una reverencia, intenté controlar el tono de mi voz para que pareciese serio y con una postura tensa miré hacia el suelo.

—Yo soy Song Minho y tengo 6 años .— Respondió mirándome con asombro. —Wow hyung, realmente ya eres grande, ¿puedes conducir ya?, mi madre dice que solo los mayores pueden hacerlo.— Sus ojos brillaban de emoción.

—Hijo, Jinwoo es grande, pero no tanto como para conducir.— Intervino su madre riendo.

Nos quitamos los zapatos y entramos al comedor, donde la cena ya estaba servida. Todos tomamos asientos y empezamos a comer. Fue una cena tranquila, mis padres conversaban con la mamá de Mino, y, me fijé que, este chico tragaba como un pavo, ¿no le dolía la barriga? Comía mucho. Entonces, llegó el postre, Mino devoró este y se comió la ración que le correspondía a su madre, ya que esta dijo que no podía más. Mi padre estaba colorado de tanto que había bebido, eso siempre molestaba a mi madre.

—¿Y dónde está el hombre de la casa?.— Soltó mi padre entre carcajadas.

Mi madre le dió un golpe en el brazo para que se callara un poco.

—No pasa nada.- Intervino la mamá de Mino, se puede notar que también se pasó de copas. —Te lo diré, estará con su novio viajando por el mundo.

Toda la mesa se quedó en silencio.

—Sí, así es. Nos abandonó porque es maricón.— Empezaron a carle lágrimas por las mejillas.

Mi madre ante tal vocabulario, se alarmó.

—Niños, si ya han terminado, ¿por qué no van a jugar?.— Interrumpió mi madre algo incómoda.

—¡Síiiiiii!.— Gritó Mino emocionado, levantándose encima de la silla. —Ven.

Se bajó de la silla y me cogió de la mano, sin poder rechistar, este, me empezó a tirar hacia su habitación.
Su hermana nos seguía, era muy callada, lo único que dijo en toda la noche fue que se llamaba Dannah. Cuando llegamos a la habitación me dijo que me sentara en su cama, su cuarto estaba bastante ordenado, ¡he de admitir que era muy chulo! Tenía las paredes de color azul cían con pequeños dibujitos de animales de color blanco, el suelo también era del mismo color, blanco.

—¿Quieres dibujar?.— Me preguntó sacando unos folios y una caja transparente llena de rotuladores.

—Está bien.

Se sentó en el suelo y dió pequeñas palmaditas en este para que me sentara a su lado, cosa que hice.

—Yo me siento ahí...— Musitó Dannah, mirándome fijamente.

—¡P-Perdona!.— Rápidamente me levanté, pero, Mino me agarró de la camiseta haciendo que me sentase de nuevo.

—Dannah, puedes sentarte aquí.— Miró hacia su izquierda.

—Yo siempre me siento a tu derecha.

Estaba incómodo, su hermana estaba muy seria y no dejaba de mirarme.

—No te preocupes, yo me siento a la izquierda.

—Dannah, no seas mala.— Miró a su hermana con el ceño fruncido.

Esta soltó un bufido y se fue. Me sentía culpable, no sabía que había hecho para que se enfadara conmigo, me parece una tontería que se haya enfadado porque me haya sentado a la derecha de su hermano, osea, ¿tan importante era para ella sentarse en deste lugar? Yo no lo sabía, solo cogí asiento donde Mino me dijo.

—No te sientas mal.— Intentó reconfortarme. —Ella es muy celosa cuando estoy con mis amigos, por eso es mejor no hacerle caso, tú tranqui, no has hecho nada malo.

Aquellas palabras me aliviaron un poco y sonreí más tranquilo. Seguimos dibujando y riendo hasta que mi madre, algo molesta por su rostro, me dijo que ya era hora de irnos. Estaba un poco triste, no quería irme todavía, me lo estaba pasando genial con mi nuevo amigo.

—¿Quieres que quedemos mañana?.

Yo asentí como un loco, esto produjo unas carcajadas en el pelinegro y una sonrisa de alivio por parte de mi madre.

Nunca olvidaré ese día...

Novios por un contrato [SongKim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora