[ n o v e n o c a p í t u l o ]

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—La verdad, no puedo creer que desde que llegamos no hayas visto a Ámbar Broomfield— Simón se encogió de hombros

—Sabes que soy medio distraído— sonrió hacia Emilia —Aunque me hubiera gustado conocerla antes

—¡Simón, no!— lo detuvo y se puso frente a él —Hay códigos, no te puede gustar mi archirrival

—¿Archirrival? ¿De qué hablas? Llegamos ayer, no la conoces bien— rió negando

—La conozco lo suficiente para saber que no es más que un angelito mimado que sólo piensa en ella misma y se cree superior

—¿Te estás escuchando, Emilia? Me acaba de rescatar

—Disculpa que te lo diga, amigo mío, pero eso no significa nada, lo peor que te pudo haber pasado fue tragar césped— Simón rodó los ojos

—Como digas, me voy a mi habitación, Matteo debe estar esperándome para almorzar— Emilia miró con fastidio el suelo mientras Simón pasaba por su lado, y no fue sino al cabo de unos segundos que se dió cuenta de lo que dijo y abrió como esferas de cristal

—¡Espera, ¿qué?!— volteó y fue corriendo donde él —¿Matteo es tu compañero de habitación?

—Así es— le guiñó el ojo y siguió su camino

—¡¿Por qué no me dijiste nada?!— Simón volteó a verla sin parar de caminar

—Eso no significa nada— volvió a voltear y desapareció por la puerta

Emilia debía admitirlo, punto para Simón

[ h a b i t a c i ó n   d e
á m b a r   y   j a z m í n ]

—Ámbar, ¿quieres apresurarte? Muero de hambre— se quejó Delfina acostada boca arriba en la cama de Jazmín

—Ser bella requiere su tiempo, amiga— aplicó su delineador con sumo cuidado

Delfina suspiró frustrada y se sentó rápidamente en la cama —Bueno, ya que estaremos aquí toda la tarde, cuéntame, ¿qué onda con Simón?

Ámbar se tensó y dejó su delineador a un lado —¿Quién?— preguntó haciéndose la desentendida mientras la miraba a través del espejo

—No te hagas, sabes bien de qué hablo, del chico que rescataste en Vuelo— Ámbar negó

—No, no, Delfi, te equivocas, chico no, demonio— recalcó y Delfina rodó los ojos —Ya te dije a ti y a Jazmín que sólo lo rescate para demostrarle a Matteo que no soy un ogro como él piensa

—Pues deberías aclararselo a Simón, porque está babeando por ti

—Todos los chicos del instituto babean por mí, éste demonio Simón sólo será uno más del montón— agitó su mano restándole importancia y aplicó su labial

—Aunque con Emilia y Luna rondando por allí ya no todos babean por ti— Ámbar volteó y la miró seriamente —¿Qué dije?— se hizo la inocente

—¿Qui diji? Ay sí, te diré lo que dijiste, mariposa con piernas— le lanzó un cojín y Delfina lo logró atrapar mientras reía

—No le desordenes la cama a Jaz— se levantó y dejó el cojín en el sofá —Por cierto, ¿y Jaz?

—En la biblioteca— siguió maquillándose

—¿Jazmín? ¿En la biblioteca?— miró a Ámbar con el ceño fruncido

—No preguntes, no tengo idea

[ e n   l a   b i b l i o t e c a ]

Jazmín entró e hizo una mueca al ver al montón de cerebritos juntos, ella sólo quería encontrar a el dichoso libro de Historia de Ángeles que Juliana le pidió que leyera después de su charla. Le preguntó a un elfo que pasaba por allí y le indicó el estante, ella agradeció y se dignó a buscar el título “Todo sobre Historia de Ángeles” de Gardenia Mills. Al encontrarlo sonrió victoriosa, lo tomó y abrió para empezar a leer, pero para su mala suerte estaba en griego. Jazmín miró a su lado y allí estaba un chico rubio que al parecer buscaba un libro.

—Hey— le susurró y él volteó —¿Sabes leer griego? La profesora Broomfield me pidió que leyera exactamente ésta libro pero no lo entiendo

—Sí, entiendo griego, te puedo ayudar, a ver— Jazmín le enseñó el libro y él rió

—Esto no es griego— negó riendo

—Oh, ¿es neerlandés? No parece neerlandés— frunció el ceño

—No es griego, ni neerlandés, ni nórdico, es que tienes el libro al revés— lo tomó y lo volteó —¿Ves?

Jazmín hizo un puchero y cerró los ojos con fuerza levemente sonrojada —No, ahora pensarás que soy una tonta

—No, le podría pasar a cualquiera,  descuida— le dió dos palmadas en el hombros y siguió buscando su libro, el cual encontró

—Gracias— frunció el ceño —Ehhh...

—Nicolás, pero todos me dicen Nico— se presentó

—Un gusto, yo soy Jazmín...

—Jazmín Croomwell, te conozco, eres de los ángeles más populares del instituto, igualmente fue un gusto— le sonrió y se fue en dirección contraria

[ e n   l o s   p a s i l l o s ]

Emilia caminó con despreocupación por los solitarios vacíos, no le dió curiosidad, sabía la respuesta; todos estaban comiendo. Era sencillo.

—¡Ah!— gritó y observó la lanza que estaba clavada en la pared a unos centímetros de ella con la respiración agitada

—Hey hermosa, perdona si te asusté, pensé que no había nadie— Emilia le dió con su puño a el hombro de Benicio, pero ella fue quien terminó soltando un quejándose y sobando su mano con una mueca de dolor —Se-mi-di-ós, ¿qué parte no has entendido?

—La primera, el se, es que siempre me escupes cuando dices eso y el resto de la frase me dedico a limpiarme la cara— le sonrió falsamente

—Lo que más me encanta de ti es tu humor, ¿te lo he dicho?— se fue acercando a ella hasta acorralarla en los lockers

—No, pero tampoco me interesa saberlo— lo empujó e intentó irse, pero al parecer un par de sirenas y tritones habían pasado por allí porque gracias a un pequeño pozo de agua resbaló pero Benicio pudo atraparla poniendo una mano en su cintura y otra en su espalda

Ambos se quedaron viendo a los ojos, pudieron haber pasado horas así si no fuera porque Benicio rompió el contacto bajando su mirada a los labios púrpuras de la rubia, se fue acercando a ella cuando Emilia apenas y podía moverse, estaba perpleja, lo único que palpitaba a gran velocidad era su corazón pero cuando sus narices estaban punta con punta los interrumpieron.

—¿Emilia?

—¿Benicio?

ʟɪᴛᴛʟᴇ ʜᴏʀɴs《ʙᴇᴍɪʟɪᴀ》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora