Jess's P.O.V
-¡Jess! —La voz de papá sube por las escaleras—. Necesito algo de ayuda en la cocina.
Salgo de mi cuarto y me encuentro con Kika en el pasillo llevando una canasta de lavandería con ella.
—¿Alguna idea de por qué papá suena extra trabajador? ¿Qué viste ahí abajo? ¿Es malo? —pregunto.
—Está haciendo la salsa al escabeche para la carne a partir de cero esta vez. ¿La carne del chili? ¿Para las hamburguesas del domingo? —Kika arquea una ceja y bloquea mi paso poniendo la canasta de lavandería a un costado.
Pretendo ignorar su intento de bloquearme y trato de presionar para pasarla, manteniendo mi voz ligera.
—Oh. ¡Debería haberlo sabido! Quiere que pique las cebollas. — Fuerzo una sonrisa pero mi corazón se ha convertido en pesadas piedras.
Papá siempre hace su carne especial y súper tierna antes de una gran parrillada. La prepara cuando quiere impresionar a alguien. Ese alguien tendría que ser mi novio, Niall Horan. Que tiene que ser entregado en persona en tres días.
Sólo porque las cosa fueron mal entre Harry y yo, no significa que fuera lo suficientemente estúpida como para cancelar la parrillada. Todavía.
—Jess. Estoy esperando. —Llama papá otra vez.
—Estaré ahí en un minuto. —Igualo la voz cantarina que usó papá y me encuentro con el desafío en los ojos de mi hermana—. ¿Qué pasa?
Kika no se va a mover de mi camino. —¿Qué pasa contigo? —Su tono es sarcástico y cabreado.
—Nada. —Empujo la canasta con fuerza lejos de mi camino y me encamino a las escaleras.
—Oh, no lo harás. —Kika suelta la canasta con un golpe sordo. Me agarra en el descanso superior—. Él viene, ¿no? ¿A la parrillada?
—¿Niall? Por supuesto que viene. —Parpadeo lentamente, le disparo mi mejor mirada de ―qué-está-mal-contigo- y me dirijo hacía abajo por la escalera. Ella me sigue.
—No. Él no. Estoy hablando de tu novio. ¿Él viene? Y no trates de fingir. Cualquiera podía ver que a ese chico, Niall Horan, le gustaba la otra chica y no tú.
Nos paramos en la entrada. —No tengo idea a lo que te refieres.
—Quiero decir el otro chico. El tipo con pelo castaño, que parece un modelo. ¿No lo viste? Porque yo seguro que sí. Es alto. Tiene ojos verdes, demasiado caliente y que realmente le gustas TÚ. Con el que estabas patinando, ¡y lo sabes! —grita.
Compruebo los pasillos por signos de nuestros padres. —¿Quién te crees que eres, metiéndote en mi vida? No sabes nada —susurro.
Ella no susurra. —Soy tu hermana. Y sé mucho. En serio, estoy a punto de explotar. Empieza a hablar.
—Dime qué piensas que sabes. —Desvío.
—¿Y darte una oportunidad para que cambies tu historia otra vez? —Kika cruza sus brazos y me dispara su pequeña mirada de muerte, la que no marchitaría ni una margarita—. Me dices la verdad primero, empezando con su nombre, y después quizás te diga lo que pienso compartir con mamá y papá.
Admiro su respuesta. La chica es rápida, y también me está asustando. Le hago señas para que me siga al hueco con bancos alineados que compone el área de adentro de nuestra puerta principal.