Jess's P.O.V.
***
Eres una chica muy afortunada. Afortunada. Chica afortunada.
Vámonos. Amigo. Nada sucedió. Vámonos.
Lo siento. Lo siento... Jess...
***
—¡Jess! Jess. Despierta. ¡Jess! Le voy a decir a mamá. Estabas gritando.
No puedo... no puedo... no puedo... inhalar. No puedo exhalar. Mi rostro se siente como madera mojada, mi cuerpo es concreto y mis ojos no enfocan. Las imágenes y voces están cortándome en todas las direcciones.
Lágrimas. Sudor. Temblores por el pánico.
—Oh Dios mío. ¡Jess! Por favor, di algo. —La voz de Kika rompe en mi cabeza, liberándome de la pesadilla. Liberando mis pulmones.
—¡No! Estoy bien —jadeo y peleo por controlar mi respiración.
Necesito actuar como si estuviera bien, pero estoy desorientada por la luz del sol cayendo en mi rostro. No está oscuro. ¿Qué está pasando?
Encuentro mi reloj. 4:35. Mis ojos arden mientras busco en la habitación.
¿Dónde está mi lámpara? Necesito la lámpara.
¡La lámpara de lava está apagada! Mi habitación está muy brillante. Debo haberme dormido en mi escritorio.
Durante el día. Durante el día. No debería haber pesadilla.
Jadeo y jadeo de nuevo, peleando contra las lágrimas y un nuevo nivel de pánico. Nunca, jamás había tenido pesadillas durante el día. La habitación se mueve, se oscurece en los bordes de mi visión y evito caer de mi silla por aterrizar en el agarre de acero del brazo de Kika.
—Oh Dios... voy a llamar a mamá. No estás bien.
—Por favor. Espera conmigo, espera.
Me aferro a ella, esperando que mi agarre sea suficiente para mantenerla mientras enciendo la lámpara para que pueda descifrar el nivel del shock después de esto que me va a golpear. Afortunadamente, las tres bolas sólo están en mitad de fuera de enfoque. Puedo ver bastante bien sus tentáculos. Esta realización me calma más que nada.
En silencio, comienzo a contar y suelto a mí hermana para ponerme de pie. Mis piernas están doliendo, ya comenzando a temblar sin control. Llego a mi cama y me trepo por debajo de las sábanas, trabajando por respirar y contar en silencio mientras forzo a las imágenes y voces de mi sueño a que se vayan. Después de unos momentos, soy capaz de volver a concentrarme y ver que Kika no se ha movido. Ha estado ahí de pie, llorando, llorando por mí y ni siquiera la había escuchado.
—No llores. Eso es lo que yo hago —grazné. Su expresión hace que mis lágrimas salgan y fluyan. No tengo energía para detenerlas.
—Tú. Oh Jess, gritaste tan fuerte. Sonabas tan... terrible. —Kika sorbe y se mueve al pie de mi cama.
—Estoy bien. Ven a aquí, hermanita. Lo juro, se terminó y estoy bien.
Kika descruza sus brazos para subir a la cama. Envuelve sus brazos alrededor de mis hombros temblorosos, y pongo mi cabeza contra su hombro, respirando suavemente.
—Por favor, déjame decirle algo a mamá y papá. Te escuché la otra noche... y sonabas igual. Es mucho para que tú lo manejes sola.
—No estoy sola. Estás aquí. Estoy tan agradecida de que me despertaste. —La abracé más fuerte.