Jess's P.O.V
-Y ¿quién está conduciendo, exactamente?
Mi mamá está inspirada. Ella había estado arrancado las hojas muertas de las plantas de interior e inventando conversaciones al azar de modo que pudiera rondar la entrada principal mientras espero que la pandilla me recoja.
—Michelle. Michelle Hopkins. Es una buena amiga. Está manejando la nueva minivan Honda de su mamá. Tiene bolsas de aire por todos lados. Estaremos perfectamente a salvo.
—¿Y a qué hora pretendes estar en casa?
—El lugar cierra a las 8 p.m., y son aproximadamente dos horas de viaje. No me voy a pasar de mi toque de queda de las 11 p.m. Lo prometo. Además tengo que despertarme temprano para ayudar con la barbacoa, ¿cierto? —Agrego eso para mantenerla enfocada en la idea de que ella iba a conseguir lo que quería... mañana.
—Sí. Oh, no puedo esperar para conocer a tu novio. Simplemente no puedo. Desearía que lo hubieses invitado esta mañana.
—Eso habría arruinado la sorpresa —bromeé.
Kika vaga por ahí de camino a la cocina. Ha escuchado mi última línea para mamá. Ella resopla, una vez, en voz muy alta, y sigue caminando mientras me lanza su mirada más mordaz.
Mamá niega con la cabeza y susurra: —Creo que tu hermana está un poco celosa. Ella ha estado actuando muy parecido a una adolescente hosca durante dos días.
—¡Escuché eso! —grita Kika—. ¡USTEDES DOS APESTAN! Si quieres decir algo sobre mí, entonces dímelo en la cara. —Kika cierra de golpe uno de los armarios.
Mamá me lanza una mirada de complicidad.
—¿Ves?
Hago una mueca y rompo la mirada de mamá. Gracias a Dios, una minivan negra muy brillante se detiene en la entrada. Salgo disparada hacia la puerta.
—Esa es... oh, genial —refunfuño. Michelle ha pasado todo el camino de la entrada hasta nuestro porche. Le había escrito un mensaje de texto diciéndole específicamente que estacionara en la calle.
Adolescentes... es cierto... nunca escuchamos. Ni siquiera entre nosotros.
—¿Qué pasa? —Mamá me ha seguido hacia afuera en la puerta. Por supuesto que lo ha hecho.
—Yo... nada. Espero que Michelle sepa cómo retroceder sin golpear tus flores. Eso es todo —disimulo.
Niall Horan está sentado al frente saludándome como un niño de siete años demasiado emocionado.
—¡Vamos, Jordan! ThunderLand abre en exactamente cincuenta y ocho minutos. Montamos el Paseo Súper Splash primero. —Sonrío y saludo en respuesta como si me estuviera muriendo de amor.
—¿Ese es él? —murmura mamá, sonriéndole a Niall—.Parece muy lindo.
Respondo sólo la mitad de la pregunta.
—Niall es más lindo que lindo. Es su especialidad. ¡Adiós, mamá!—Me lanzo escaleras abajo, sabiendo que trataría de seguirme. Salto a través de la puerta lateral de la van en una de las butacas, pero la puerta sigue haciendo una cosa de apertura automática electrónica cuando la halo para cerrarla. ¿WTF?
—¡Conduce ya! Antes de que mi mamá bloquee la entrada —siseo, sin importarme que la estúpida puerta siga abierta.
—Le dije que no se estacionara —dice Harry, sonando tan estresado como me siento yo. Le disparo una mirada. Él está repantingado en el tercer asiento trasero parecido a un banco. Tengo cuidado de no dejar que mi mirada se prolongue en su intensa mirada. Michelle pulsa un botón en el frente y la puerta se desliza cerrada.