Abdel
Odiaba la manera que tenía mi padre de excluirme de sus planes. Sobretodo en algo tan importante, ya que si no fuese por mí Assil aún estaría campado por su ciudad humana. Esa patada en la puerta me iba a costar caro, pero no me importaba pues estoy lo bastante enfurecido con mi padre como para hacerle frente. Estuve esperando un buen rato hasta que Assil saliera, pero no lo daba hecho. Cansado de esperarla me fui a mis habitaciones, necesitaba descansar y sobre todo un buen baño. Solo me faltaba un tramo de las escaleras cuándo me encontré con Mina, la mujer que custodió mi entrenamiento.
- Hombre, el principito a vuelto a casa...- Dijo con una sonrisa burlona mientras me daba un abrazo. A efectos prácticos ella había sido como una madre y un padre para mí, pues pasaba más tiempo con ella que con mi padre. De mi madre no tenía ningún recuerdo, pues murió cuándo aún era pequeño.- Te hemos echado mucho de menos. Sobretodo Garret, pues dice que no tiene a nadie decente contra el que combatir.
- Pues dile que ya me pasaré a la noche por la sala de entrenamientos a meterle una paliza...
-¿Esta noche? Ah claro olvidaba que tú no lo sabías, tu padre a conquistado la muralla de Betífica y ha organizado un baile en agradecimiento a los más altos mandos que hicieron posible que la muralla cayése.- Yo estaba en estado de shock y no le contesté, pero Mina fingió no darse cuenta.- Bueno, pues nos vemos esta noche pequeño e intenta borrar ese ceño fruncido por una noche.
Me dió una palmadita en el hombro y salió disparada escaleras abajo. No me esperaba que mi padre movilizara sus ejércitos tan pronto y mucho menos que conquistase la muralla en menos de una semana. Lo peor aún estaba por suceder ya que odiaba los bailes, seguranente mi padre quiera presentar a Assil si está decidía hacerse Sombra o degollarla en el caso contrario. Las dos opciones eran igual de malas.
Assil
No me podía creer lo que estaba viendo, mi hermano muerto en un accidente de coche, estaba vivito y coleando agarrando la cadena que mantenía presos a nuestros padre.
- Como ves mi querida Luz, sí puedo hacerte daño, y no solo fisicamente.- Se puso en pie y se dirigió hacia mis padres.- Puedes hacerlo por las buenas o por las malas.- Se sacó una especie de bisturí del bolsillo y acarició la mejilla de mi madre con el, haciendo aparecer una fina franja roja en esta.
- ¡Déjala en paz!- Levanté la palma de la mano en dirección a Nebur y el bisturí explotó en millones de pedazos. Una extraña risa gurutal salió de su garganta se giró hacia mí y con una expresión de hambre en el rostro y me dijo:
- Delicioso, realmente delicioso. ¿Entonces querida cual es tu decisión? Piensatelo bien pequeña, puedes jugar con tu vida o acabar con las de tus seres queriodos.
- Me uniré a ti, pero deja libre a mi familia.
- Tranquila, tus padres solo están en un sueño inducido y puedes ir a verlos a sus habitaciones siempre que qiieras. No te preocupes por tu hermano pues el está aquí por propia voluntad.
- ¿No se van a despertar?- Pregunte con lágrimas en los ojos, pues la idea de ver a mis vitales padres postrados en una cama por el resto de sus días me entristecía hasta límites insospechados.
- No, no, no. Ellos solo estarán así hasta que acabes las misiones que tienes que cumplir para mí. Después podeis volver a vuestras vidas sanos y felices.
-Y ¿Que pasa con Alex? El también es de mi familia.
- El ya no se llama así, su verdadero nombre es Garret y me pertenece a mí como tu perteneces a mi hijo.
- Alex, por favor di algo.- El me miró directamente a los ojos, pero no eran los brillantes y enérgicos ojos verdes de mi hermano, si no otros ojos monstruosos carentes de expresión y sentimientos.
- Ya hablareis esta noche, por cierto hoy hay un baile. En honor a mis eficaces guerreros, he dispuesto varios vestidos para ti, elige el que más te guste. Esta noche será tu conversión y tienes que estar radiante. ¿Me entiendes?
- Si.
- Excelente, Garret acompáñala a las habitaciones vecinas a las de Abdel por favor y haz llamar a las criadas para que la preparen para la noche.
- Si, señor.- La voz de mi hermano era fría y rasposa, pero cuándo me agarro la mano para escoltarme hasta la puerta noté un ligero apretón.
Salimos de la sala del trono y nos dispusimos a bajar a la escalera, pero yo me paré en seco.
- Ya sé que tienes muchas preguntas y que ahora mismo me odias pero no podemos hablar aquí. Te prometo que te lo contaré todo cuándo llegue el momento.- No sabía si insultarlo, pegarle o abrazarlo. El se decantó por la tercera opción.- Te he echado mucho de menos pequeña, no sabes cuanto os he hechado de menos.- Estuvimos abrazados mucho rato, solo nos separamos cuando escuchamos pasos por las escaleras. Alex me agarró de la mano y me llevó hasta mis nuevas habitaciones.
- Este es tu cuarto, tras esa puerta está el baño y detrás de esa puerta hai un pasillo que lleva hacia las habitaciones de Abdel. No intentes ninguna locura y todo irá bien.- Yo asentí.
- Alex, ¿A ti te dolió?
-¿A que te refieres?- Puso una cara extraña que me recordó a cuando éramos pequeños y yo le pedía hacer alguna travesura.
- A la transformación.
- A, te refieres a eso. Te tengo que decir una cosa...
- ¿Que te pasa Alex?
- Aria, yo nunca he sido una luz.
- ¿Tú eres un sombra de nacimiento?
- Si lo soy y si estoy aquí es por el mismo motivo por el que estás tú. Para protegeros.
- Pues menuda manera de protegernos, yo voy a ser una Sombra, papá y mamá están medio muertos. ¿A eso llamas tu proteger?
- Sigues siendo igual de estúpida que antes.
Y diciendo eso salió de la habitación echa una furia. No debería haberle dicho eso. Pero mi hermano siempre había sido un ingenuo.
Me tiré boca abajo en la cama dispuesta a llorar, pero ya no me quedaban lágrimas para llorar.
En ese momento la puerta contigüa a la habitación de Abdel se abrió. El estaba espléndido con su bonito pelo negro trenzado y un bonito traje negro, una capa gris oscuro y un cuervo negro bordado sobre ella. Me vió con la cara roja y sucia y pude dislumbrar que sus inexpresivos ojos brillaban a causa de la ira.
- He hablado con mi padre, siento lo de tu familia.
- ¿Qué lo sientes?, todo es por tu culpa. Si no fuese por ti ninguno de nosotros estaría en esta situación, así que no vengas dándome el pésame antes de que me muera. Tú eres tan asqueroso como tu maldito padre. Déjame, no quiero verte.
En sus ojos había una expresión de dolor que no me pasó inadvertida. Cuándo cerró la puerta de un portazo pude escuchar como golpeaba la pared a puñetazos. Ahora si que podía llorar.
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Luces nocturnas
FantasyNo hay espacio para el amor en esta historia, amar significa morir y una persona amada corre peligro de muerte. No hay lugar para la alegría, pues los escasos momentos de felicidad se castigan severamente, no por culpa de alguna estúpida ley, sino p...