La laguna de Venus.

140 18 1
                                    

Habían pasado varias horas cuándo me desperté. Había un hombre a unos metros de mi, parecía como si estuviese muerto. No conseguía recordar como había llegado alli ni quien era ese hombre. Me levanté sigilosamente dispuesta a poner tierra entre el extraño y yo. En vez de seguir la senda me aparté de ella, sea a donde sea a donde lleve yo no quiero averiguarlo. Caminé entre los árboles durante una hora hasta que noté que me estaba muriendo de sed, estaba tan preocupada en salir de ese bosque que no le había prestado atención a mis necesidades básicas. Encontré un pequeño arrollo a pocos metros de donde estaba. El arrollo estaba rodeado de pequeños matorrales plagados de bayas silvestres de todos los colores, algunas iban desde el más profundo azul al sorprendente rosa claro, a la mitad de esos frutos no los conocía. Me arrodillé en la orilla y bebí de aquella cristalina agua, al acabar recogí unas pocas bayas conocidas para mi. Comí demasiado poco para lo muchó que había caminado. Pero no estaba dispuesta a rendirme tan pronto y puesto que aún quedaban varias horas de sol decidí seguir el rio colina abajo. Metí unas pocas bayas en los bolsillos y me dispuse a seguir mi camino. Con cada paso que daba parecía que me adentraba más en el espeso bosque, en vez de alejarme de el. Los árboles estaban más pegados y sus ramas se enredaban en mi oscuro pelo, las hojas me hacían arañazos en las mejillas a medida que avanzaba y tropezaba con la gruesas raíces seguidamente. Seguí caminando en este lamentable estado hasta dar con un claro. En medio de la despejada zona había una laguna resplandeciente como la luna. Lanzaba reflejos plateados a todas las ramas que se alzaban sobre la preciosa laguna a modo de dosel. Lo mas curioso era el centro de este, pues palpitaba como si algún ser latiente habitara en sus entrañas. Los bordes de esta estaban poblados por unas blanquecinas rocas. Me fui acercando a la laguna atraida como un imán. Era demasiado bonito para ser cierto, parecía como si el agua me llamase con su susurrante voz, como si me incitase a adentrarme en su interior. Caminaba como hipnotizada, solo me faltaba saltar las rocas y ya me hallaría en el interior de la laguna. Cuándo ya tenía un pie en las piedras una se desprendió y giró sobre si misma dejando a la vista dos grandes agujeros negros y otros dos más pequeños debajo. La piedra que se había desprendido no era una piedra y el montón de rocas sobre el que estaba no era rocas, si no esqueletos.

- ¡Assil aléjate de ahí!- Gritó una voz. Me giré sorprendida por la interrupción y lo vi, al chico que estaba medio muerto en el bosque y entonces lo recordé todo. Ese pelo, la cicatriz, esos espeluznantes ojos y esa aura maligna que lo rodeaba. Lo peor, recuerdo que me salvó. Lo recordé todo.

Alarmada por la voz eché a correr hacia las entrañas del bosque pero era demasiado tarde. Los esqueletos se alzaban unos detras de otros. Atraidos por el olor a carne fresca. Abdel corrió hacia mi con una especie de cuchillo en la mano. Me apartó de un empujón lanzándome contra los arbustos, las ramas me agarraron los tobillo y me apresaron las muñecas. Estaba tirada boca arriba en el suelo por lo que no podía ver lo que pasaba, pero por los alaridos de dolor que me llegaban se descifraba perfectamente quien iba perdiendo. No podía permitir que lo mataran, no, ese placer solo me pertenecía a mí. Invadida por una furia ciega empecé a retorcerme y a forcejear contra mi opresor. Palabras extrañas y de un idioma desconocido para mí acudieron a mi mente y una imagen con ella: Una gran llamarada saliendo de una mano con extraños dibujos en ella. En cuestión de segundos el arbusto quedó reducido a cenizas. Me lancé de pleno a la lucha sin saber lo que tenía que hacer, pero otra vez ese idioma extraño y esas palabras desconocidas. Pero esta vez no prendí fuego a nada, en vez de eso las enormes raíces me acompañaron a la pelea que estaba sucediendo en el anteriormente hermosa laguna, pues ahora todo tenía un tenebroso color rojo sangre. Las enormes raízes agarraron a los esqueletos por cada una de sus diferentes extremidades y tiraron de ellas hasta que consiguieron despedazarlos o enterrarlos consigo. Al final el claro quedó en silencio no se oía nada, salvo los jadeos de mi cansado compañero. Me acerqué a el temorosa de lo que pudiera hacerme por escaparme, pero me sorprendio lo que me dijo:

- Gracias- Quedé tan sorprendida que no era capaz de hablar-. Seguramente te preguntarás que eran eso bichos- Asentí como una tonta-. ¿Sabes cuál es el cuadro de la Venus de Milo? Si te fijas verás que la diosa flota sobre el agua cerca de la orilla, pues estamos justo en ese lugar del cuadro. Por eso ese magnetismo al acercarte a la laguna, es un lugar sagrado que solo los descendientes de los Creadores pueden encontrar y los esqueletos son los protectores de la laguna, o lo eran hasta que los acabaste con ello. Por cierto ¿Como lo hiciste?

- Pues no lo sé, yo solo quería ayudarte y no es porque me caigas bien, es por que solo yo debo matarte y me vinieron a la mente unas palabras muy raras. Quemé el arbusto y después esas raices me ayudaron. Antes mencionaste a los "Creadores" ¿Que son?

- Como el mismo nombre dice son los fundadores de todo lo que conocemos. Anteriormente eran todos iguales, pero cuándo fundaron las leyes la principal era "Respetar lo creado" pero no todos estaban de acuerdo con las leyes asi que decidieron partir el mundo en dos y repartirselo. Una parte fue para los Luz y otra para los Oscuros. No te creas que los Luz son unos santos son casi o más perversos que los Oscuros solo que ellos ocultan sus crímenes detrás de sus resplandecientes leyes. Desde aquella ninguna de las dos razas se mezclan, más bien al contrario pues estamos en guerra y la guerra es una época para olvidar las leyes.

- ¿Porqué estais en guerra?

- Por ti.

Luces nocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora