21. Loca.

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 Quedaban cuatro días para el esperado fin de semana y en lo que quedaba hasta entonces intenté convencer a mi amiga de que cancelara la velada.

—¿No vas a ir?— me preguntó casi gritando.

—No, no me apetece— respondí mientras inspeccionaba entre los tomos de la pequeña estanteria rosada de su cuarto—. ¿Por qué no organizamos algo aquí, y sin hombres?— ella, como esperaba, negó con la cabeza.

—Lo siento, pero no. Quiero a Christopher— bufé mientras me sentaba en su cómoda cama.

—Solo lo utilizas para olvidarte de Niall— rodó los ojos porque sabía que era la verdad.

—¿Y qué? Un clavo saca a otro clavo, ¿no?— ahora fui yo la que la miró como si no creyera lo que estaba escuchando.

—La mitad de las veces no es así, y lo sabes. Además, estás utilizando al chico. ¿No te da pena? No vayas.

Leena no me hacía caso, parecía estar más entretenida empolvándose la nariz por quinta vez en lo que llevábamos de tarde que en escucharme.

—No, Lucy. No me vas a hacer cambiar de opinión— me tumbé sobre el colchón y gruñí por lo bajo, dándome por vencida.

No tardé mucho en regresar a palacio. Mi amiga se había molestado tras sacarle el tema por tercera vez y me había pedido amablemente que me fuera de su hogar. Lo primero que hice fue buscar a Harry y contarle lo que había conseguido: nada.

—Me ha dicho que es su oportunidad de enamorarse y ser correspondida—indiqué cansada, tirándome sobre la desgastada colcha de Harry y poniéndome su almohada en la cara para evadirme del mundo por unos segundos. Olía a él.

—Sí que es cabezota— murmuró y se sentó a mi lado.

—Tengo un mal presentimiento cada vez que pienso en el sábado— Harry me quitó el cojín del rostro y se quedó mirándome desde su posición.

—Todo va a salir bien, ¿vale?— reí sin humor ante su comentario.

—Siempre que alguien dice que va a salir bien, todo sale mal— se tumbó a mi lado con la cabeza apoyada en su mano y el codo en el colchón aguantando su peso. Con la otra mano pasó un mechón de mi pelo por la oreja.

—En serio, saldrá bien— repitió con voz suave y en tono bajo. Me miraba profundamente.

—¿Lo prometes?— pregunté. Sentí algo de calor en las mejillas por el tono de voz que había puesto, que fue algo infantil y agudo. 

Harry se cernió sobre mi ligeramente, acercando nuestras caras. Su aliento rozaba mis labios y me estremecí en mi sitio.

Lo prometo— contestó en mi cabeza. 

Junto con un suspiro y después de varios segundos de miradas intensas, su boca cambió de rumbo: de mi boca a la punta de mi nariz. Allí, me besó dulcemente.

Sentí como si mi corazón se hinchara.

Un pequeño sonido en mi ventana hizo que salieramos del trance y cerré unos instantes los ojos para intentar calmar el ritmo de mis latidos. Cuando los volví a abrir, Harry ya se había separado de mí.

Maldije a las ramas de los árboles que rodeaban el castillo. El chico se aclaró la garganta.

—Creo que deberíamos salir a celebrar el fracaso, ¿no crees?—  tras su comentario, cambió radicalmente el ambiente de la habitación. En otras circunstancias habría estado molesta por sus palabras al tratarse de un tema tan importante, pero sabía que había hecho todo lo posible para evitar que Leena fuera con Christopher a la casa del lago y no podía hacer nada más. Opté por la diversión antes de lo que se nos avecinaba en menos de noventa y seis horas.

Como un Ángel - h.s ; Pt. I ∙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora