22. Una voz en mi cabeza.

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Un cosquilleo en mi oído fue la causa de mi despertar.

—Pequeña, debes levantarte— repetía una voz ronca y baja. Sonreí levemente al recordar que él estaba allí conmigo—. Es tarde y hoy es sábado...— de vez en cuando soplaba levemente en mi oído, lo que me producía bastantes cosquillas satisfactorias.

—¿Por qué me soplas la oreja?— pregunté mientras quitaba mi mano de su abdomen y me frotaba los ojos.

—Una manera original de despertar— respondió divertido.

—Ya, pues que sepas que lo único que consigues es que la gente se enfade contigo— indiqué fingiendo estar de mal humor.

—¡Oh, vamos! Nunca te has molestado por eso, y hoy no va a cambiar nada.

—Primero, no te decía nada porque sabía que no me ibas a escuchar, eres un terco— levantó una ceja—. Y segundo, ya sabes que hoy sí que pueden cambiar algunas cosas— murmuré, recordando que este mismo fin de semana mi mejor amiga pasaría una velada con el asesino de mi padre. Escondí la cabeza de nuevo en el pecho de Harry y gruñí fuertemente. Él rió.

—Todo esto es una locura.

—Todo lo que tenga que ver con mi mundo es una locura, incluida tú— le di un pequeño golpe en el pecho por su broma. Fue entonces cuando una pregunta me surcó los pensamientos.

—¿Vas a dejar a Vanessa?— saqué la cabeza de su pecho y le miré a los ojos. Mi interior imploraba con fuerzas un grandioso si por su parte.

—No.

Oh.

—no puedo romper con ella porque no somos nada.

Oh, oh. Mis ojos se abrieron como platos, al igual que mi boca que buscaba cualquier palabra que soltar. El castaño se dio cuenta y desvío la conversación a otro tema.

—Deberías vestirte si no quieres que Mary venga a molestarte.

Asintiendo, me dirigí al vestidor y cogí ropa de caza: algo simple y cómodo ya que sabía que en cualquier momento tendría que ponerme en acción y no podría con el pomposo vestido y los tacones.   Tras asearme en el baño y vestirme, regresé a la habitación  mientras me cepillaba el pelo húmedo. Harry tenía algo entre sus manos. Su  ceño estaba fruncido y eso me preocupó. Me acerqué a él y vi lo que era: una carta.

— Estaba en el suelo, la han pasado por debajo de la puerta. No la he abierto— me la entregó. Vi de quién era y la abrí sin duda alguna.


Querida princesa,

No pretendo ser molesto ni grosero con esta carta, sin embargo me ha parecido un importunio el hecho de que no pueda asistir a la velada de esta noche. Tanto la señorita De La Vere como yo nos encontrábamos bastante ilusionados con contar con su presencia. Mi propósito es convencerla para que acepte la invitación. No se arrepentirá.

SI por algún casual decide cambiar de opinión, ya conoce el lugar donde nos encontraremos su amiga Leena y yo. La esperamos con los brazos abiertos.

Mi mas sinceras gratitudes, su Majestad.

Christopher.


Miré a Harry, que observaba el escrito con detenimiento.

—¿Qué hago?

—No vas a ir— sentenció y yo asentí. Me dirigí hacia la puerta tras doblar el sobre y dejarlo en la mesilla—. ¿A dónde vas— me preguntó, y yo me giré y le miré.

Como un Ángel - h.s ; Pt. I ∙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora