18. Un sueño.

200 19 0
                                    

 Parpadeé en un intento de deshacerme de la ensoñación que dominaba mis párpados. Me tuve que frotar los ojos varias veces para asegurarme de que mi vista no me estaba fallando: el paisaje de mi alrededor se encontraba en bicolor, blanco y negro.

Mis manos se sentían distintas, la arena bajo mi cuerpo no tenía el mismo tacto que otras veces. No sabía qué estaba ocurriendo. Frente a mí, el agua del mar rompía suavemente sobre la orilla, invitando a sumergirte en él. El sol se estaba poniendo, dejando una hilera de diferentes tonos de gris y blanco por encima del océano. Lo que llamó mi atención fue la silueta que se iba aproximando desde el interior del agua. Me tumbé sobre la arena de la playa, el calor que irradiaba relajó cada uno de mis músculos. Aún así, se seguía sintiendo extraño, lejano.

Una silueta eclipsó los rayos de Sol que impactaban sobre mi rostro. Con sumo cuidado, entreabrí uno de mis ojos y suspiré.

—He hecho planes para mañana.

—¿A dónde vamos?— pregunté algo ilusionada por lo que acababa de decirme.

—Debemos ir a casa de Vanessa— di una sonora carcajada. Aquello sí que me había hecho gracia.

 Harry, como no, se cruzó de brazos mientras defendía la postura de Vanessa.

—Lo siento mucho, pero paso— volví a cerrar el ojo y a disfrutar de la chocante sensación de la grava.

—Ella es un arcángel caído— volví a reír, aunque ya no con tanta intensidad—. Tómatelo en serio. Es relevante lo que te estoy contando con la muerte de tu padre. 

Me incorporé, ahora observando al joven. 

¿Cómo es que aquella estúpida había sido arcángel? Y lo peor de todo, ¿qué tenía que ver con el rey?

—No voy a entrar en su casa, me niego. 

«Aunque era lo justo después de que ella hubiera pisado la mía».

—Pues te quedas en el umbral de la puerta, pero vienes.

—¿Por qué? ¿Qué más te da si voy o no?

Si no le acompañaba, podía pasar todo el tiempo que quisiera con ella. No lo entendía.

—Ella sabe el alfabeto arcángel y ha accedido a ayudarnos.

No supe qué fue lo que me sorprendió más, que hubiera accedido a ayudarme o que supiera algo más que chuparla.

«Si Nana supiera las cosas que pienso y las palabras malsonantes que sé, le daría un infarto».

—Claro, le has dado todo de ti, como no iba a ayudarte— indiqué recalcando la palabra "todo".

Se rascó uno de sus brazos; iba sin camiseta y sus tatuajes contrastaban a la perfección con el pálido color de su piel. ¿Por qué tenía que ser tan malditamente atractivo?

—Puedes parar ya, ¿por favor?— le ignoré, sabía que volvería a amparar a la meretriz y no merecía la pena. A veces desearía que Harry se mantuviera en silencio, que tan solo honrara su presencia.

De pronto, sin terminar la oración que estaba formulando, el joven dejó de hablar. 

Entorné los ojos, desconfiada de su repentino silencio pero mi sentimiento de sospecha pasó a uno de intriga cuando descubrí que el joven se encontraba en un estado de confusión mayor que el mío.

Harry abría su boca, moldeaba sus labios formando alguna palabra y no emitía sonido. Se puso en jarras y me miró con el ceño fruncido, como si me estuviera echando la culpa de lo que le estaba sucediendo.

Como un Ángel - h.s ; Pt. I ∙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora