Vic
—No veo el día en que no tenga que trabajar pintando cerámica y limpiando plata. —exclama mi hermano menor Rafael y le reprendo enseguida.
—Calla, niño. Agradece que Dorotea nos acepta en su negocio y además nos paga, con lo mucho que nos hace falta.
—Ya, está bien. —dice. —tienes razón.
—Vic siempre tiene la razón. —interrumpe Dorotea entrando a su tienda de plata, cerámica y porcelana, lo dice a modo de broma y mi hermano de 14 años lo sabe porque sólo ríe y rueda los ojos con diversión.
Pero en el fondo sé que mucha gente piensa que mis hermanos estarían perdidos sin mí, pero la verdad es al revés. Yo estaría perdida sin ellos.
Creí que mi vida estaría acabada cuando mis padres murieron hace apenas 3 años, justo por estas fechas, una vez entrado Septiembre, los caballos marinos emergen del océano, y es así hasta que noviembre acaba, claro, en esta época del año, la isla está llena de avisos y advertencias que dictan no acercarse a la playa a menos que planees competir para las carreras de Kalë. Pero tampoco tienes otra opción si eres pescador, como mis progenitores.
Tanto mi padre como mi madre, murieron en estas fechas devorados por esos monstruos que vienen a molestar cada año, dejándonos a mis hermanos y a mí solos. Julián, el mayor, trabaja en la tienda abastecedora, que es lo más cercano a un supermercado que tenemos aquí, Rafa y yo trabajábamos con Dorotea en su tienda.
A veces me preocupo mucho, porque a pesar de trabajar los tres, no es como que ganemos mucho, si tenemos suerte, podemos comer sopa y pollo por las tardes, beber café en la mañana y en la tarde y darle a Fedra heno de mala calidad.
Fedra es una yegua que me obsequió mi padre unos años antes de morir, él me enseñó a montar y desde que el animal dejó de rechistar cuando trataba de ejercer mi control sobre ella, nos volvimos grandes amigas. Era una yegua fina, sin embargo (y por suerte), no era uno de esos monstruos que salen del mar con el único objetivo de matar gente y animales inocentes.
Mi desestrés son mis paseos sobre Fedra, y la cena con mis hermanos, sin embargo, la ansiedad me vuelve en cuanto nos vamos a dormir, porque le debemos a todo el mundo, a Dorotea, la compañía de luz, agua y gas, también a la escuela de Rafael, que sólo lo seguía admitiendo porque tenía unas calificaciones excelentes y era un genio en física y matemáticas.
Incluso le debemos al señor Lebrón, el sujeto más asquerosamente rico en Kalë.
Todos vivían en el pueblo o cerca de la playa, a pesar de ser hijos de pescadores... difuntos pescadores, nuestra casa estaba colina arriba, las únicas casas en las alturas eran la nuestra, y en la colina contigua, cerca de la cumbre, estaba el rancho del señor Lebrón, que no sólo era el más adinerado de Kalë, sino que también el más odiado y el sujeto al que la gente le debía más.
—Ya son las 7. —anunció Rafael sacándome de mis pensamientos.
—Váyanse antes de que el camino se torne más oscuro. —previno Dorotea, a veces se comportaba como si fuese nuestra madre... o sólo una tía que se preocupaba demasiado.
—Bien. —cesé mi trabajo sobre el plato de cerámica, mi hermano y yo tomamos nuestras chamarras y nos despedimos de nuestra jefa.
Caminamos los eternos metros de la tienda hasta la casa, Julián ya nos esperaba con el café listo para tomarse.
Los últimos días había visto a Julián demasiado extraño, trataba de hacerle decir qué le pasaba, pero siempre evadía el tema diciendo que estaba bien, o que sólo estaba muy cansado. A veces ni siquiera llegaba a cenar porque se quedaría a dormir en casa del fastidioso Christopher Vélez, su mejor amigo y compañero de trabajo. No lo culpo, un desayuno abundante era mejor que sólo beber café.
—Les tengo una buena noticia. —anunció mi hermano mayor captando la atención de Rafa y mía. —El padre de Chris consiguió un auto más moderno del viejo Ford que tenía.
—No entiendo porqué eso es buena noticia para nosotros. —anunció Rafa, que aunque amaba los autos, no le vio sentido a la buena noticia de Julián. —Además, esta isla es tan chica que tener un auto es un desperdicio de dinero.
—Pero no para nosotros... para ustedes, suben y bajan esa condenada colina hasta la tienda de cerámica. Vélez nos va a regalar el viejo Ford rojo para que ustedes no tengan que matarse caminando.
—¿Y cuándo crees que vamos a aprender a conducir, Julián? ¿Cómo vamos a mantener al maldito auto?
—¡Relájate, Vic! Demonios, te pones irritable en estas fechas, yo le enseñaré a Rafa, y el señor Vélez nos puede regalar combustible.
—Julián... no vamos a deberle a más gente.
—Estoy seguro que el señor no tendrá problema con eso, Vic...
—¿Por qué no le enseñas a conducir a Vic? Ella es más responsable que nosotros dos juntos, todos lo saben. —cambió el más pequeño el tema.
—Por que tu eres... —se interrumpió Julián a sí mismo, haciéndome llegar al límite, de nuevo.
—Dilo. —insté.
—Vic...
—Ya, dilo.
—Vic...
—Julián te va a enseñar a ti, porque tú eres hombre. —dije hacia Rafa.
Así era la vida aquí, "no, porque eres mujer" "que lo haga él, porque es hombre". Las únicas personas que no me trataban como inútil sólo por haber nacido mujer eran mi padre y mi hermano menor.
Me levanté de la mesa y salí por la puerta de la cocina que daba al patio de atrás, allí en su caballeriza me esperaba Freda.
—Hola. —dije sin más y saqué del cobertizo una paca de heno, Freda movió las orejas en señal de desaprobación por la comida. —Lo sé, cariño, lo sé. Pero no queda de otra... ya sabes que yo tampoco como muy bien que digamos.
Resopló y empezó a comer, le acaricié el cuello mientras ella trataba de disfrutar la cena.
—Te tengo una buena noticia. —anuncié sentándome en el suelo frente a su comida, captando su atención. —mañana Dorotea nos dio el día libre y Julián va a llevar a Rafa a la esucela. ¿Qué te parece si damos una buena corretiza por la llanura. —Recibí como respuesta otro resoplido, pero esta vez había más ánimo en su sonido. —Me gustaría que corriéramos por la playa, pero ya sabes... en estas fechas no se debe correr ningún riesgo.
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Riendas » joel pimentel || TERMINADA
FanficCada primero de noviembre, en la isla Kalë, se organiza una carrera de caballos del agua que salen del mar, los varones más audaces los capturan y los tratan de domar para participar en el conocido evento que atrae a cientos de turistas a la isla. J...