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Vic

Salgo del trabajo, pronto tendré que soltarle la sopa a Dorotea y pedirle permiso para faltar las tardes para poder correr en Fedra, pero aun no es tiempo, lo sé. No quiero adelantarme y preocuparle en fin de semana.

Rafael se adelantó en la bicicleta de Julián, yo tengo la esperanza de ver a Joel Pimentel aquí en el pueblo para pedirle un favor, a pesar de que nuestro último encuentro no haya sido el mejor, era el único que estaría dispuesto a ayudarme por considerarme "competencia digna" según él.

El no tarda mucho en volver a su casa, por lo que tenía que apresurarme. Estoy a punto de emprender mi búsqueda, cuando Christopher Vélez se planta frente a mí.

—¡Hola, Vic!

—Perdón, pero en este momento no puedo hablar, tal vez otro día. —respondo sin molestarme en sonar amable, después de lo del otro día, no tenía ganas de ser amistosa con él, camino hacia el negocio de los Camacho, porque es el único lugar en el que hemos coincidido dos veces, ayer lo busqué en la playa pero no había ni rastros, sólo estaba Rodrigo Lebrón corriendo en un semental negro.

—¿No te interesa saber cómo está tu hermano?

—A él no le ha interesado saber cómo estamos nosotros. —contesto, esperaba que se fuera, pero caminaba conmigo hacia la carnicería.

—¿Dónde está Rafael?

—Por suerte, bien.

—¿Vas a hablarme así todo el tiempo? 

Resoplé. —¿Cómo quieres que te conteste, Christopher?

—Antes solías llamarme Chris.

—La gente cambia.

Camino más aprisa, no resulta porque el me sigue el paso con facilidad debido a sus largas piernas.

Llegamos a la carnicería y me paro en seco, me siento aliviada de ver a Pimentel pidiendo lo de siempre, Chris no nota hacia dónde va mi mirada.

—¿Vienes a comprar algo?

—Algo así. —digo, y lo miro a la cara por primera vez desde que empezó a hablarme el día de hoy. Sonríe.

—Tienes unos ojos hermosos.

—Sí. —ríe, estoy a punto de entrar al local para librarme de él y me toma del antebrazo. Le rechazo en seguida con los ojos agrandados.

—¿Qué? ¿No puedo tomarte de la mano? 

—Preferiría que no... —Joel Pimentel está pagando, no puedo perder la oportunidad...

—Ten una cita conmigo, bonita, por favor. —dice en un ronroneo, tomándome del brazo con un poco más de gentileza.

—Voy a estar ocupada todas las tardes, incluso fines de semana. —contesto, y, en teoría, es la verdad. 

—¿Qué puede ser tan importante? —insiste, y Joel Pimentel sale del local, me ve con Christopher tomándome del antebrazo por un milisegundo.

—¡Joel! —llamo su atención de nuevo cuando va a emprender su camino de regreso. —¿Puedo ir contigo?

Me mira, y también mira el agarre de Christohper en mi antebrazo.

—Claro que sí. —asiente con la misma sequedad de siempre.

—Y-ya puedes soltarme. —digo en voz baja a Christopher, el cual está estupefacto, me suelta con lentitud, frunce el ceño totalmente extrañado y siento su mirada hasta que llego hasta Joel. —¿Te ayudo con eso? —señalo uno de los cubos llenos de carne con sangre.

Riendas » joel pimentel || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora