Le encontró en la oficina con sus largas piernas estiradas sobre la silla de al lado, y una taza de café en una mano. La delicada taza de Limoges, que la tía Sally le gustaba tanto, parecía ridícula en su mano grande y fuerte. Observó que ésta estaba bronceada y que no llevaba anillos. El Niall que conocía los hubiera llevado. A través de la ventana contemplaba el paisaje invernal, con los ojos entornados porque la luz intensa le deslumbraba; y ella permaneció de pie junto a la puerta, concediéndose el dudoso beneficio de mirarle.
No tendría que haber habido razón alguna para que ese hombre
pudiera ser Niall Horan. En su adolescencia Niall había tenido el pelo moreno, pero podría haberse aclarado hasta convertirse en la melena rubia del extraño. Sus facciones atractivas y juveniles, su petulante boca y sus ojos hipnóticos, ligeramente entornados, bien podrían haber desembocado en el hombre que estaba allí repantigado, completamente a sus anchas. Había un millón de razones por las que podía ser Niall Horan, y sólo una que se lo impedía.
—¿Vas a quedarte ahí, como un buitre al acecho? —preguntó perezosamente, sin tomarse la molestia de volverse para mirarla. Su silueta se reflejaba en los ventanales; debió de verla en cuanto llegó.
—Eso podría decirse más de ti que de mí —respondió con bastante calma, entrando en la habitación y sirviéndose una taza de café. La taza de Limoges encajaba perfectamente en sus manos. Sus manos, de largos dedos, delicadas, elegantes. Manos aristocráticas, en marcado contraste con las manos del extraño.
Se giró y la miró.
—¿Piensas que soy un buitre?
—¿No son los buitres los que se ciernen sobre los moribundos, esperando a darse un banquete? —Estaba sentado en la silla que ________ utilizaba habitualmente. La mesa tenía capacidad para ocho comensales, pero de algún modo se las había arreglado para apropiarse de lo único que ella reclamaba para sí.
La miró sonriendo con lentitud y picardía.
—Nunca te he caído demasiado bien, ¿no es cierto, ________?
Pretendía ser amable, pero ________ era inmune. Se sentó frente a él y dio un reconfortante sorbo de café negro.
—Niall nunca me cayó muy bien —dijo con cautela, aunque el auténtico Niall lo hubiera sabido con toda seguridad—. Respecto a ti, no sé muy bien qué pensar.
—¡Ah! ¿Crees que yo no soy Niall Horan? Entonces, ¿qué he venido a hacer aquí? —Sus dudas no parecían inquietarle lo más mínimo.
—Sally Horan se está muriendo. Cuando eso ocurra dejará a sus herederos una sustanciosa cantidad de dinero. Niall Horan desapareció hace más de dieciocho años, tiempo suficiente para darlo por muerto. Eso es precisamente lo que ha ansiado hacer Warren al menos durante los últimos diez años. Si no hubiese aparecido nadie afirmando ser Niall, habría mucho más dinero para heredar.
—¿Así que eres codiciosa? —preguntó él, al tiempo que vertía con abandono una cucharada de azúcar en el café.
—No especialmente. Yo no soy uno de los herederos. A mí me da igual que Niall esté vivo o muerto; al menos económicamente. —Se sentía orgullosa de su voz fría e insensible. Le había costado mucho perfeccionarla, llegar a ser una perfecta Horan; ella que en realidad nunca había sido una verdadera Horan.
—¿Me estás diciendo que mi madre no te dejará nada? Me cuesta creerlo, has formado parte de esta familia prácticamente desde que naciste.
—No legalmente —puntualizó— Nunca fui adoptada.
—¿Ni siquiera después de que yo me fuera?
—¿Qué te hace pensar eso? —le rebatió con brusquedad—. ¿No tendrías tú nada que ver con el hecho de que no me adoptaran, verdad?
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El impostor (ADAPTADA) |Niall Horan|
Fanfiction¿Qué harías si tu creído amor muerto del pasado regresara? -Debe ser otra persona. Pero... ¿y si sabe más de ti que incluso tu misma? -Él es un impostor.