Por primera vez en muchos años, aquella noche ________ volvió a tener el mismo sueño, un sueño que había deseado no tener nunca más, pero debía haberse imaginado que el regreso de Niall Horan y el recuerdo siempre cambiante de la noche en que murió, le causaría pesadillas recurrentes.
Había perdido la habilidad de separar la verdad de sus sueños. Hubo un tiempo, cuando tenía poco más de veinte años y estaba en su mismo curso en Bennington, en que las pesadillas crecieron hasta niveles incontrolables y finalmente se decidió a buscar ayuda. El terapeuta le sugirió que anotara sus sueños y todo lo que recordara de la noche para, a continuación, compararlo. El esfuerzo acabó en fracaso estrepitoso. Había llegado hasta tal punto que dudaba de todo lo que debía recordar; realidad, memoria y pesadillas se mezclaban formando una espiral psicodélica. Al final, sencillamente, aprendió a olvidarse de aquella tarde, negándose por completo a pensar en el asunto. No había manera de entenderlo, de saberlo que en realidad ocurrió aquella noche. Ni siquiera estaba segura de querer saberlo. Tan sólo quería librarse de los sueños.
Y así fue; hasta que un hombre que afirmaba ser Niall Horan había surgido de una insólita tormenta volviendo su vida patas arriba.
El sueño empezaba igual que siempre. Estaban en la antigua casa Edgartown, en Martha’s Vineyard. Era de madrugada, pasada la medianoche, y ella dormía en una reducida habitación de la zona posterior de la casa, encima de la cocina, parte de la cual solía estar destinada a las habitaciones de los criados. Pero en verano Constanza y Rubén dormían en un piso sobre el garaje, y esas habitaciones habían sido transformadas en pequeños y acogedores dormitorios. ________ dormía en uno de ellos.
Por aquel entonces tenía casi catorce años. Les había oído discutir, el ruido traspasaba el techo y las paredes, pero no se tomaron la molestia de bajar el volumen de sus voces. Niall debe de haber hecho otra de las suyas, pensó medio dormida, tapándose la cabeza con la almohada.
Niall la llevaba por el camino de la amargura; era un niño mimado y egoísta, un completo salvaje. Hacía llorar a su tía, martirizaba a sus primos, y provocaba a ________ con una combinación letal de intimidación fortuita y encanto seductor demasiado fuerte para que una joven lo soportara. Y ella no sabía con seguridad qué era lo que más detestaba: su encanto o sus intimidaciones.
Le oyó entrar en su habitación. La misteriosa luz de la luna, que entraba a raudales por la ventana desprovista de cortinas, recortaba su silueta y le hacía parecer más alto, casi tanto como un adulto. Estaba en su tocador revolviendo entre sus cosas.
—¿Qué estás haciendo?
Se volvió al escuchar su voz, pero ________ no había logrado asustarle.
—Me largo de aquí, ________ —había dicho con voz extraña—. Necesito dinero.
—No tengo dinero.
—Pero tienes esto. —Llevaba un puñado de joyas de oro en una mano, y ella se incorporó, ahogando un grito de protesta en su garganta.
—No puedes coger eso —dijo ella—. Son regalos de tía Sally. Oye, intentaré conseguirte algo de dinero...
Niall cabeceó.
—No tengo tiempo. Ya te comprará más. A mi madre nunca le ha importado comprar cariño a golpes de talonario. —Su voz era fría y amarga.
—Déjame al menos la pulsera de colgantes. —No debería haberse permitido esa debilidad. Cada año Sally añadía un colgante nuevo a la pulsera, algo cautivador y original. Simbolizaba sus años en la familia Horan y era su posesión más preciada.
—No puedo. Lo siento, ________. Si eres sensata, te largarás de aquí cuando tengas edad suficiente para hacerlo. Te destrozarán. —Le parecía extraño y distante, como si ya se hubiera ido.
—Es mi familia —protestó ella. Y de inmediato se arrepintió de sus palabras.
Niall se acercó hasta su cama, proyectando su sombra sobre ella.
—No, no lo es —dijo él—. Y debería alegrarte. Hunden a los suyos en la miseria.
Niall extendió la mano y acarició su rostro a la luz de la luna.
—¡Es una lástima que no te pueda llevar conmigo, ________! —exclamó él—. Pero me complicaría la vida tener que responsabilizarme de alguien tan joven. Cuídate mucho. —Y la besó.
Nunca la había besado, sin contar los breves y castos besos que le había dado en las mejillas cuando así se le ordenaba. Esta vez había sido en la boca, pero no se trataba de ningún Príncipe Encantado despertando a la Bella Durmiente. Era un beso áspero, apresurado y completamente sexual, la boca abierta sobre la de ella, los brazos estrechando el cuerpo de ________ contra el suyo propio. Fue un beso hambriento y perdido, y ella ni siquiera dudó en rodearle el cuello con los brazos y devolverle el beso con toda su inexperta pasión.
Aunque terminó en un abrir y cerrar de ojos, pareció que duraba una eternidad. Niall se esfumó en la oscuridad y se fue de su vida para siempre tras haber cogido un puñado de sus joyas de oro que incluía lo único que realmente le importaba.
________ permaneció inmóvil por el impacto, le temblaba todo el cuerpo; luego se movió y se vistió con abandono. Niall la había estado provocando, molestando y atormentando desde que tenía uso de razón. No iba a salir impune de este robo, pretendiendo encima arreglarlo todo con un beso de despedida, que era más de lo que ella había soñado jamás. Al llegar a la acera de enfrente creyó verle dirigiéndose a Lighthouse Beach, y le siguió silenciosa y decidida.
Escaparse de una isla que está a seis millas de la costa continental no era tarea fácil. Niall lo había intentado con anterioridad, cuando tenía quince años, robando el catamarán de un amigo y desapareciendo durante más de una semana. La policía le halló en Boston y le devolvió a casa, impenitente, hostil y tremendamente experimentado.
¿Qué barca tenía intención de robar esta vez? ¿O acaso pensaba irse a lo grande y coger una de las pequeñas avionetas privadas aparcadas en el aeropuerto de la isla? Al cumplir los dieciséis, Sally le había costeado unas clases de vuelo, algo que desde entonces lamentó.
Pero iba en dirección a la playa, no al aeropuerto; si supiera hacia dónde se dirigía podría pillarle por sorpresa, amenazarle con gritar con todas sus fuerzas si no le devolvía la pulsera de colgantes.
Le dejaba quedarse con todo lo demás. Estaba dispuesta a pagar lo que fuera con tal de que saliera de su vida. Niall estaba en lo cierto: los Horan eran más que generosos con sus talonarios, cosa que no podía decirse de sus sentimientos. Si él se iba tendría a Sally para ella sola, sin que hubiera ningún chico perverso y guapo merodeando a su alrededor.
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El impostor (ADAPTADA) |Niall Horan|
Fanfiction¿Qué harías si tu creído amor muerto del pasado regresara? -Debe ser otra persona. Pero... ¿y si sabe más de ti que incluso tu misma? -Él es un impostor.