Capítulo 8. Parte 2

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________ Smith le divertía. Sabía que era grosero y despiadado por su parte reírse de su orgullo y sus enfados, pero ya no tenía esperanzas de ser mejor persona. De su vida, que había sido dura, no culpaba a nadie más que a sí mismo. Había tenido que luchar por lo quería y seguir adelante. De ahí que no le conmovieran lo más mínimo las emociones ridículas y superficiales.
________ no conseguiría nunca aquello que tanto quería. Nunca sería una Horan, nunca pertenecería a esta familia de engreídos hipócritas, cosa que debería alegrarle; pero no era así. Siempre que le mencionaban esa carencia respondía como una rata de laboratorio.
No es que se pareciera especialmente a una rata. Niall la había estado observando, de pie, junto a su improvisada cama en la biblioteca; debería estar agradecida por que hubiera resistido a sus peores impulsos y no se hubiera metido en la cama con ella.
Sólo Dios sabe cuánto lo había deseado. Habría sido tan sencillo: se habría estirado encima de ________ y sin darle tiempo a gritar, le habría tapado la boca con la suya.
Ella le habría pegado. Habría pataleado y forcejeado con él durante más o menos treinta segundos. Luego le habría devuelto el beso.
No estaba siendo especialmente vanidoso. Algunas mujeres se sentían atraídas hacia él, otras le despreciaban. Casualmente, ________ Smith encajaba en ambas categorías.
Debería dejarla en paz. A ________ le había costado mucho tener una vida tranquila, y su aparición ya era lo bastante perturbadora. Seduciéndola no haría sino empeorar las cosas.
Claro que Niall no veía precisamente con buenos ojos su vida sosegada y segura, y era lo suficientemente egocéntrico para dar su opinión al respecto. Creía que ________ era demasiado joven para encerrarse en una tumba viviente. Demasiado joven para consagrar su vida a una familia de dinosaurios que ni entonces ni antes, obviamente, le había servido de nada. Necesitaba urgentemente espabilarse un poco; él se encargaría de ello.
________ le estaba esperando de pie junto a la puerta del coche, del maltrecho y viejo jeep. Con el pelo anudado fuertemente en una coleta alta, y un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas, envolviendo su esbelto cuerpo.
Niall consideró la posibilidad de abrirle la puerta, pero decidió no hacerlo. Al auténtico Niall no le hubiera importado abrirle la puerta del coche a su casi prima. A ése que estaba ahí, le interesaban más las cajas fuertes de los bancos y los dormitorios.
Constanza tenía razón; ________ era muy prudente. Desenterró el cinturón de seguridad, apenas usado, y lo abrochó, sosteniendo con firmeza en su regazo el bolso de cuero, como una especie de protección. Niall bien podría haberle dicho que nada la mantendría a salvo.
Viajaron en silencio durante los primeros veinte minutos; el de ________ era un silencio hostil, el de Niall era divertido. Al llegar a la altura del letrero de McDonalds, Niall puso el intermitente; entonces ________ se decidió a hablar.
—No quiero tomar nada —dijo—. Es demasiado temprano para comer porquerías.
—Nunca es demasiado pronto para eso. —Detuvo el coche a la altura de la ventanilla del McAuto—Míralo de esta forma: necesitaras energía para seguir peleándote conmigo. No se puede ofrecer mucha resistencia con el estómago vacío.
—¿Quién ha dicho que quiero pelearme contigo?
Niall la miró.
—Tal vez las oleadas de hostilidad que siento son fruto de mi imaginación —comentó él tranquilamente.
—Vete al infierno.
—Aunque tal vez no. —Alargó el brazo, cogió la comida, y puso la bolsa en el regazo de ________—Cómetelo.
—No puedes obligarme.
Niall rió en voz baja.
—Sí, sí puedo —replicó.
________ le creyó.
Niall no había visto nunca a nadie tardar tanto en comerse un McMuffin de chocolate. Se lo comía sin ganas, desmenuzándolo en trocitos.
—Estás demasiado delgada —señaló, mirando a la carretera.
—Si crees que vas a conquistarme con esa sarta de sandeces, ya puedes ahorrarte saliva —dijo con mordacidad.
—¿Qué te hace pensar que quiero conquistarte?
—Me he equivocado de palabra. Estás tratando de persuadirme, al igual que has hecho con el resto de los Horan. Tienes a casi todos en el bolsillo; casi todos te han creído. Y no vuelvas a decirme que no soy una Horan, porque lo sé perfectamente.
—Entonces, ¿por qué te sigue molestando? Yo, en tu lugar, no querría ser uno de ellos. Todo te iría mejor.
—¿Eso piensas? Suponiendo por un momento que fueras el verdadero Niall Horan, algo totalmente descabellado, ¿estarías mejor sin ellos? ¿Intentarías no ser uno de ellos?
Niall no quería responder a sus preguntas; no, cuando eran tan directas.
—¿Tu qué crees?
________ estrujó el papel con los restos de comida y lo metió en la bolsa.
—Yo creo que eres un tramposo y un mentiroso. Un impostor dispuesto a usurparle a una anciana moribunda su fortuna.
—Si se está muriendo, no creo que vaya a necesitar su dinero mucho más tiempo.
—¿Dudas de que se esté muriendo?
—No. Ya me he dado cuenta de que no le queda mucho de vida. Y también de que lo mejor que le puede suceder es tener a su querido hijo junto a ella. Está feliz, ________. ¿Acaso eso te molesta?
—Lo que me molesta es que esa felicidad sea falsa; que esté basada en una mentira.
—No vivirá lo suficiente para averiguar si es o no es mentira. Morirá sabiendo que su añorado hijo ha vuelto con ella. Morirá rodeada de su adorada familia. ¿Qué más se puede pedir? ¿Quieres privarla de eso? ¿Quieres arrebatarle a su hijo, ahora que finalmente le ha encontrado?
________ permaneció callada unos instantes.
—No quiero hablar más del tema —dijo finalmente, con voz cansada—. No he tenido más remedio que venir contigo, pero eso no significa que tengamos que discutir durante las cinco horas de ida y las cinco de vuelta.
—Podemos hablar de otra cosa.
—No quiero hablar de nada. Quiero olvidarme hasta de que existes —le espetó sin piedad. Volvió la cabeza y miró por la ventana.
—No te preocupes, ________. En cuanto Sally haya muerto, me iré de tu vida y todo habrá terminado. Nunca más tendrás que pensar en mí.
________ no respondió. Su expresión parecía ausente, contemplando la grisácea luz matutina, y Niall se permitió el placer de observarla mientras conducía. Había conocido a mujeres corrientes, a mujeres guapas, amables y otras crueles. Las facciones de ________ Smith eran perfectas: nariz recta y estrecha, pómulos prominentes, labios dulcemente generosos y ojos marrones grandes y preciosos. Su piel era perfecta, y su cuerpo esbelto y deliciosamente curvado, aunque le convenía ganar algo de peso. En conjunto, debería resultar físicamente irresistible.
Sin embargo, había un muro a su alrededor, un muro de alambre de espino y hielo, y fuera lo cariñosa que fuera la persona que estaba al otro lado de esa barrera, ________ seguía sin estar a su alcance. Las señales de aviso estaban en todas partes —prohibido el paso—, y sin embargo su fría belleza era perversamente tentadora. Cualquier hombre sensato se mantendría a distancia de ella.
Niall no era un hombre sensato. Disfrutaba con los retos. Era un hombre que sabía demasiadas cosas de ________ Smith, probablemente más que ella misma. Un hombre al que le gustaba el peligro. De lo contrario habría seguido siendo Sam Kinkaid al otro lado del océano, y estaría bronceándose bajo el sol del mediterráneo en su casa de la toscana.
Pero estaba aquí; y ella también, con los brazos firmemente cruzados sobre su pecho, y con la mirada en otra parte, fría, silenciosa, reservada. Aquí estaba, a la merced de Niall Horan al menos durante las próximas doce horas, horas que él esperaba con ilusión.

El impostor (ADAPTADA) |Niall Horan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora