El Kitsune y el Policía

Acercamiento Accidental

Miguel no era una persona que admirara a mucha gente, sobre todo gente que no conocía bien. En esta exclusiva lista había miembros de su familia, como su tatarabuelo Héctor, su Mamá Elena y sus padres. Pero cuando se trataba de personas famosas, la gran mayoría le eran indiferentes. La belleza o el dinero de esas personas no le importaban en lo más mínimo, para él lo importante era la persona y no su fama. Es por esto que para sus compañeros de trabajo era tan chistoso que fuera un gran admirador de Hiro Hamada

Normalmente todas las bromas y comentarios que hacían le molestarían pero ¿cómo no iba a admirar a ese hombre? A los 16 años ya se había graduado de la universidad con honores después de que un incendio tomará la vida de su hermano unos años antes. A los 18 fundó una de las compañías de tecnología más importantes e innovadoras del mundo, posicionándose rápidamente a la par de Microsoft y Apple. Una vez que todo parecía estar en buen camino a su tía le había dado una crisis nerviosa, por lo que el señor Hamada la había enviado a un centro de tratamiento en Europa en el cual reside hoy en día, cuidada por los mejores doctores que el dinero podía pagar.

Al ser tan apegado a su familia Miguel no podía imaginarse la vida sin ellos. Admiraba que a pesar de sus adversidades el joven Hamada siguiera dirigiendo su compañía innovando constantemente con sus inventos. Él sinceramente se hubiera caído a pedazos emocionalmente en su lugar. También tenía que agradecerle el hecho de que todas las armas con las que equipaba a la policía eran altamente efectivas sin ser letales contra todo tipo de criminales. Bueno, menos el condenado Kitsune pero no podía echarle la culpa a Hiro Hamada de que ese hombre siempre se le escapara de las manos.

Incluso había donado recientemente computadoras para toda la fuerza policiaca, empezando por su comisaría una vez que oyó sobre la destrucción que el Kitsune había causado. Miguel había sido muy feliz por no tener que hacer todo el papeleo del reemplazo del equipo destruido, deshaciéndose en alabanzas y agradecimientos hacia el magnate.

Es por esto que todos sus compañeros lo empezaron a molestar cuando recibieron órdenes en la mañana.

Se acercaba un congreso de tecnología muy importante que reunirá a muchas personas relevantes del medio. Era sabido que al Kitsune le gustaba secuestrar personas ricas y famosas, por lo que el cuerpo de policías debería hacer lo posible por protegerlos. Se habían despachado equipos para colaborar con la seguridad privada de los invitados. A Miguel le había tocado ser parte del cuerpo de seguridad de Hiro Hamada y la emoción con la que tomó la noticia le había ganado muchas bromas.

-Solo procura no entrar en modo fanboy cuando estés frente a él -le pidió el capitán frotando sus sienes-. Es un hombre es muy serio y poco tolerante con las personas que son demasiado casuales.

-Claro que sí, señor -aseguró Miguel antes de salir de la junta.

-Eres raro, Rivera -le dijo su compañero Boyle-. Proteger a Hamada es un trabajo de tiempo completo, sabes que no tiene guardaespaldas y sólo te puedes turnar la vigilancia en el cambio de turno.

-Yo sé, pero será un buen respiro de estar encerrado en mi oficina todo el día pensando en cómo atrapar al Kitsune -aseguró aún emocionado.

-¿Si sabes que no tienes que estar ahí todo el tiempo, verdad? -le preguntó con burla Díaz- Es más, en teoría no deberías de tener oficina. Solo te la dieron porque la cantidad de cosas alrededor de ese caso se volvió tanta que no cabía en tu escritorio.

-Yo sé, yo sé. Solo quiero olvidarme de que se me escapó de nuevo -llevaba un rato tratando de borrar de su mente la forma tan tonta en la que había bajado la guardia al dejarse acorralar. Él sabía mejor que nadie lo tramposo que era ese criminal y aún así lo dejó invadir su espacio personal. Tal vez lo que más le molestaba era la forma en que su cuerpo reaccionaba ante las provocaciones de ese hombre.