Suaves Coqueteos

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Debió saber que después de su encuentro con el Nahual sólo era cuestión de tiempo para que el Kitsune volviera a las andadas. Lo que no se esperaba era que robara una de las fábricas de Hamada Inc., llevándose con él miles de dólares de mercancía y material. No era la primera vez que robaba tecnología y era como la décima vez que la compañía era su objetivo, pero llevaba un rato concentrándose en artículos de lujo. Bueno, si algo distinguía sus robos era que el Kitsune hacía lo que se le antojaba como un niño caprichoso.

Tanto Miguel como sus compañeros se encontraban en la fábrica levantando un informe y recolectando evidencia. Otro incidente que agregar a la enorme carpeta de crímenes del Kitsune. Un día iba a ocupar su propio disco duro con la cantidad de información que había sobre él en la base de datos de la policía. Y seguramente ese día él tendría que ser quien migrará toda esa información,por haber insistido en llevar todo el papeleo por su cuenta, como el imbécil que era a veces.

Miguel suspiró por el cansancio que sentía, no había dormido bien y los llamaron a primera hora para empezar a recabar información. Su bella cara estaba marcada por las ojeras y sus ojos rojos. Se sintió un poco más feliz cuando vio que Hiro entraba a la fábrica rodeado de sus empleados para revisar el daño. Tal vez no debería de darle tanto gusto, después de todo estaban ahí por un crimen que lo afectaba pero no lo había visto en persona desde aquella vez que lo acompañó en su desayuno. Esperaba que no estuviera demasiado molesto para hablar con él aunque sea unos minutos. Desde la vez del café había esperado encontrarlo de nuevo, platicar un poco con él y ... la verdad no sabía que haría después pero quería averiguarlo.

-Buenos días -lo saludó con un poco de timidez una vez que estuvo cerca.

-Oh, Miguel. Debí saber que estarías aquí -lo saludó con una pequeña sonrisa- ¿Siempre pasas las mañanas revisando escenas del crimen?

-Solo cuando el Kitsune decide que he estado descansando demasiado -le respondió con humor y su típica sonrisa que mostraba su hoyuelo.

El resto de los policías se prepararon para ver a Miguel fallar en un intento de coqueteo con Hamada.Todos pensaban que su compañero era bastante guapo y amable, por lo que coquetear debería ser pan comido, sin embargo nadie lo había visto llegar más allá de un acercamiento inicial. Lo habían visto fallar de manera épica más de una vez, incluso en las ocasiones en que la otra persona había estado muy interesada , lo que solamente provocaba que Rivera se pusiera muy intenso y arruinara su oportunidad. Esto más la admiración que sentía el latino por el empresario era una receta para el desastre. Incluso Rosa, que era bastante seria, estaba pendiente al desastre para burlarse después.

-Vaya, que desconsiderado es el Kitsune con sus horas de dormir -le dijo con algo de diversión. Sus empleados que habían empezado a revisar ellos mismos los daños y a hablar con los oficiales se detuvieron al escuchar esto. El señor Hamada era una persona educada y cordial pero...nunca lo habían escuchado decir nada similar a un chiste.

-Realmente sí lo es, ni siquiera pude pasar por café esta mañana -dijo frotándose los ojos y haciendo muecas. Santiago empezó a reírse un poco por lo bajo, ya había empezado a ir mal con su acercamiento. Miguel era muy apuesto pero a primera hora de la mañana seguía algo desaliñado y gruñón. No era la versión más atractiva del policía.

-Que terrible -contestó Hiro viendo el vaso que traía entre sus manos-. Toma, te lo regalo.

Okay tal vez Rivera había mejorado su juego. O tal vez había encontrado algo que funcionaba, al menos con Hamada.

-Oh, no podría -intentó regresarlo aunque el olor a café lo llamaba como sirena.

-Solo le he tomado un sorbo, pero no te preocupes -le regaló una pequeña y mínima sonrisa de lado-. No tengo bichos ni nada por el estilo.

El Kitsune y el Policía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora