Momento de la Verdad

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Saber que Miguel estaría bien calmó los nervios de Hiro lo suficiente para llegar a cambiarse y esperar la llamada que le indicaría a cuál hospital dirigirse. Podría usar sus medios para averiguarlo antes de la llamada, pero necesitaba al menos unos minutos para poner sus emociones en orden. Todo había salido relativamente "bien", Miguel estaba a salvo y de paso se deshizo de un narcotraficante pendejo. Aun así, había estado muy cerca de perder a Miguel y no era tan prepotente como para pensar que no pudo haberle pasado algo a él también.

Recibió la llamada de la teniente Santiago indicándole a qué hospital estaban llevando a Miguel, mientras le aseguraba que los paramédicos habían determinado que no se encontraba en peligro inmediato. Se preparó para su papel de novio preocupado, que en este punto no era un papel porque aunque su vida no corriera peligro sabía que el latino debía de estar pasando por cantidades horribles de dolor.

Al llegar al hospital se encontró con un obstáculo que no previó. La enfermera de la recepción le indico que de acuerdo a las políticas del hospital solo podía ingresar familia directa a visitar a los pacientes y que solo se podría agregar a la lista de personas autorizadas cuando todo se calmara.

-Eso seguramente será mañana -le explicó -. Las primeras horas son muy ocupadas para la familia y el paciente. Los amigos y conocidos entran después.

-Pero no soy su amigo, soy su novio -insistió Hiro.

-Si no están casados no lo puedo dejar pasar -contestó la recepcionista harta de dar la misma explicación cinco veces-. No podemos comprobar si son novios o si me está mintiendo.

Hiro estaba pensando en comprar este hospital con tal de despedir a esta señora cuando se acercaron la detective Díaz y la teniente Santiago.

-¿Hay algún problema? -preguntó Santiago mientras Díaz se paraba de manera amenazadora detrás de ella.

-Ah oficiales, que bueno que llegan -dijo la señora viendo en ellas su salvación-. ¿Podrían explicarle al señor Hamada que no puede pasar si no es familiar por políticas del hospital, por ley y no porque yo no quiera dejarlo pasar?

Amy y Rosa intercambiaron una mirada con la que se comunicaron miles de cosas.

-Revise la información de contacto de emergencia de Miguel Rivera -le pidió Amy.

La señora se puso a buscar en su computadora. Palideció un poco al darse cuenta de su error. No lo habían revisado ya que los policías se habían encargado de todo el contacto.

-Ya veo, lamento mi error -dijo quedamente-. Aquí veo que es su contacto de emergencia y por lo tanto tiene derecho a pasar.

-Yo no le hubiera dado la dirección del hospital y su estado médico si no supiera que tiene derecho a esa información -le aseguró Amy.

-Está en el cuarto 314, pasa por el elevador de ese lado y se encuentra en el tercer piso a la derecha -explicó antes de volverse a abocar a sus labores.

-Gracias -dijo Hiro refiriéndose tanto a la recepcionista como a las policías.

-De nada, de cualquier manera sabíamos que lo había agregado como contacto de emergencia.

Hiro no tenía tiempo en ese momento para pensar en la inmensa muestra de confianza que esto significaba, sobre todo con su profesión en que podía salir herido en cualquier momento. Lo pensaría después, cuando estuviera más tranquilo.

Al llegar al cuarto se dio cuenta que cuando le dijeron que solo podía entrar familia era porque ya estaba adentro la familia de Miguel. Desde afuera del cuarto podía oír las voces de quienes asumía eran los familiares del mexicano.

El Kitsune y el Policía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora