Cita Con Café Improvisada

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Después de fallar una vez más al capturar al Kitsune pero tener éxito recuperando la estatuilla que había robado le dieron un par de días libres a Miguel. Bueno, lo obligaron a tomarse algunos de los días de descanso que llevaba acumulados, con el capitán Holt anunciando que descansaría durante la conferencia de prensa y negándole la entrada a la comisaría por minimo una semana. La cara del capitán cuando intentó entrar de manera sigilosa en el que debía ser su primer dia de vacaciones fue suficiente para que retrocediera sobre sus pasos y prometiera no volver a intentarlo.

Estaba apenas en su tercer día de vacaciones y ya no estaba seguro de que hacer. Ya había visitado a su familia, había limpiado su departamento y había ido al gimnasio. Despertar sin tener que ir a trabajar le causaba algo de ansiedad, hacía mucho que no se tomaba más de un día libre que ocupaba para hacer todo lo necesario para ser considerado un adulto funcional. Él se consideraba una persona muy dedicada a su trabajo (la gente normal diría que estaba obsesionado con un caso en particular), por lo que tener tiempo libre lo dejaba como un barco a la deriva.

Esa mañana decidió intentar ir a un café para desayunar y tal vez leer un rato. Eso hacen las personas normales que no tienen una vida fuera del trabajo ¿verdad? Bueno eso le hacía creer el programa de televisión que vio durante unos minutos antes de aburrirse. Escogió un lindo lugar por el que pasaba algunas mañana en uno de los vecindarios más bonitos para darse un pequeño lujo.

Pidió un café y se sentó con un libro que había empezado hace años y nunca terminó. Basto leer una página para darse cuenta que no recordaba ninguno de los personajes ni el conflicto principal. Suspiró. Tendría que volver a empezar. Este era el libro que estaba leyendo cuando empezaron los crimenes del Kitsune, el caso le había consumido todo el tiempo libre que había utilizado para sus hobbies. Ni siquiera recordaba la última vez que había tocado su guitarra y eso que amaba la música con toda su alma. En algún punto soñó con poder perseguir el camino de la música pero, ahora ni siquiera creía poder tocar una canción. Tal vez sus compañeros tenían razón y necesitaba un descanso. Se perdió tanto en sus pensamientos que no se dio cuenta de quién se estaba acercando a él hasta que escuchó una voz familiar llamarlo.

-Buenos días, oficial Miguel -la voz familiar de Hiro Hamada lo sacó de su ensoñación.

-Oh, buenos días -dijo levantándose y ofreciendo su mano con un leve sonrojo.

-Que raro verlo por aquí, ¿no debería de estar en su comisaría? -preguntó con curiosidad, consciente de que por lo general a esas horas el policía ya se encontraba laborando.

-Me dieron una semana libre -dijo con algo de disgusto-, en teoría es un premio.

-¿Por recuperar la estatuilla del museo? Lo vi en las noticias -dijo con una pequeña sonrisa y cara inocente aunque por dentro seguía molesto-. Fue muy impresionante.

-No realmente. Por cierto -dijo con timidez, bajando un poco la mirada- ¿Le gustaría sentarse conmigo unos minutos, señor Hamada?

Hiro se sorprendió por lo directo que estaba siendo Miguel con él, pero también le divirtió mucho. Así que esta era la forma de ser del joven policía fuera del uniforme.

-Con gusto -respondió con amabilidad mientras se sentaba en la silla opuesta a él-. Pero recuerde que le di permiso de llamarme por mi nombre. Me molestaría que no me hiciera caso.

-Lo siento, aún no me acostumbro -en realidad le había estado llamando por su primer nombre en su mente desde ese día. Le gustaba mucho poder decirle por su nombre. H-i-r-o. Que nombre tan bonito, le gustaría decirlo más seguido. Pero no quería pasarse de atrevido con él, era un hombre demasiado imponente para tomárselo a la ligera. Aunque si su plan implicaba tratarlo con deferencia tal vez no debió de haberlo invitado a sentarse con él.

El Kitsune y el Policía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora