C A P I T U L O 2

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EDITADO

CAPITULO 2:

Sin duda alguna, uno de los mejores inventos creados por la humanidad no ha podido ser otro que la radio del coche. Sí, ese pequeño aparatito que usamos para desmelenarnos mientras escuchamos diversas canciones o para qué situaciones incomodas sean lo más llevaderas dentro de lo posible, aprietas un simple botoncito y dejas de prestar tanta atención a los problemas que te abordan. Uno de los dones de mi padre es saber el momento idóneo de cuando se debe utilizar la radio, como por ejemplo este mismo momento.

Notaba que la tensión se eliminaba poco a poco, aunque no podía dejar de mirar disimuladamente hacia atrás por el rabillo del ojo. Aún no creo que mi padre haya omitido este pequeño gran detalle.

Un hermano mayor, siempre había deseado tener uno, pero definitivamente nunca me había esperado conocerlo, o no de esta forma.

La radio emitía unos soniditos, espero que no esté estropeada puesto a que la loca idea de mi padre parecía funcionar un poco.

Un golpe seco me sacó de mi ensimismamiento y el pequeño aparato volvió a funcionar. Mi padre hubo provocado el ruido anterior.

Una canción de un cantante local y poco conocido empezó a sonar. Me la sé de memoria. Habla sobre lo que se siente cuando alguien a quien quieres te decepciona. No creo que yo tenga esos tipos de sentimientos, pero siempre es bueno ponerse en los pies de otra persona.

Tatareé la canción por lo bajo, y alguien con un oído un tanto fino para mi gusto me escuchó.

-Alexandra hija, es impresionante, antes cantabas bien y ahora lo haces genial. ¿Desde hace cuanto practicas? Porque estoy cien por cien seguro de que practicas.

Me ha pillado, ¿cómo sabe que suelo cantar cuando estoy sola en casa? ¿A caso sabe de los karaokes clandestinos que hago cuando me estoy duchando?

-Emm, pues bueno, es una larga historia... - No sé cómo decirle a mi padre que uso el peluche que me regaló como si fuese micrófono, es un tanto vergonzoso. No pronuncié ninguna palabra más durante el trayecto.

-Mis pensamientos revoloteaban como un pajarillo al ver el extenso bosque de las afueras, recuerdo cuando mis padres me llevaban al campo una vez a la semana. Hace poco mi padre se volvió a mudar a esta ciudad, aun no he visto su nueva casa. Me pregunto cómo será la casa donde reside.

Decidí no contestarle e intentar volver a lo que estaba haciendo apenas unos segundos antes. Pero no pude, ya que mi padre habló por el camino, presumiendo que su nuevo hijo es muy buen guitarrista y que además compone sus canciones.

Intente ignorar sus halagos hacia él, ya que no me importaba lo más mínimo.

A los pocos minutos estábamos enfrente de una gran casa, que en realidad parece una mansión, creo que ha sido uno de los trayectos que se me han hecho más largos a pesar de que mi instituto y la casa de mi padre están relativamente cerca.

- Padre, no sabía que le habían ascendido y que se ahora reside en una mansión.

-Veras Alexandra, esta casa no es mía, es de Melany.

-Ah, estupendo.

¿Enserio Alexandra?, ¿No se te ha ocurrido decir otra cosa mejor? Creo que mantener la boca sellada es una muy buena solución

Mis ojos se dirigieron hacia el patrón de las alfombrillas del coche provocando que gran parte de mi rostro quedara escondido bajo mi pelo escondiendo mi cara roja de la vergüenza. Sabía que Dajan estaba mirándome.

Creo que no le he caído muy bien, aunque eso es lo de menos, no suelo caerles bien a muchas personas, recuperé la compostura y me adentre de nuevo en mis pensamientos. A simple vista Dajan se parece a Dani, me parece haberle visto alguna vez, pero no sé ni cuándo ni dónde. Sus ojos azules, piel blanca y pelo negro es lo que más destaca de él. Es lo primero en lo que me he fijado, el contraste de tantos colores juntos me llama mucho la atención. Su forma de vestir también es semejante a la de Dani.

Aún no puedo creer que tenga un hermano, aunque no es hermano del todo, no tenemos la misma sangre.

De vuelta a la realidad entramos en el inmenso comedor adornado meticulosamente con colores claros, hay demasiada decoración diversos cuadros y fotos adornan las paredes se nota que a Melany lo mejor que se le da es ser extravagante. Aunque me cueste admitirlo es muy buena cocinera, y Dajan heredó los ojos de ella.

Nos sentamos en la inmensa mesa cuando Dajan rompió el silencio.

-Mamá he sacado matrícula de honor en el último examen de la universidad.

Vaya, tengo un hermano cerebrito. Un dato interesante.

-Pues padre, hoy el profesor me ha dicho que no sabe si suspenderme o aprobarme.

-Alejandra, ¿No podrías esforzarte un poquito más? sacarías mejores notas.- Rechistó él.

-Ya padre, pero es que se me da muy mal.- Espeté

Volvimos a callarnos en un silencio que era incomodo, nadie sabía de qué hablar ni cómo hacerlo, al poco rato terminamos de comer. Todos se levantaron a recoger la mesa. Melany recogió la fuente de la lasaña a duras penas, mientras yo recibía suaves miradas por parte de mi padre felicitándome por mi comportamiento.

-Melany, ¿Te ayudo?- Quiero mostrarle a mi padre que aunque él no esté conmigo tengo educación y se cómo comportarme. Aunque a veces me cueste más de la cuenta. Me tragué casi todo mi orgullo y me levanté para coger la mayor parte de la fuente.

-No Alejandra, muchas gracias- Dijo con una sonrisa, se ve que se ha asombrado por mi iniciativa.

-Oye Ale, ¿Por qué no te vas con Dajan a dar una vuelta? Melany y yo vamos a hacer unas compras, tardaremos poco.

-No, no me apetece salir.

-¿Y por qué no vamos a mi cuarto? Así te podre enseñar mi guitarra y mis partituras.-Dijo Dajan- Y no tendremos que salir.

No quería estar con él y menos a solas, pero al final acepté para estar lejos de mi padre y de su nueva mujer, no soportaría estar delante mientras se hacen carantoñas.

Subimos por la enorme escalera situada en la entrada de la enorme casa, al estar arriba había muchísimas habitaciones y no sabía cuál era la de Dajan que hasta que vi una puerta que tenía situada una enorme letra "D" en el medio.

Entramos a su habitación, era enorme, justo como me la imaginaba, con las paredes de color azul celeste y todos los muebles color blanco, había un montón de estanterías que estaban llenas de discos de vinilos y CD. Eché un vistazo y vi la carátula de uno de mis cantantes preferidos. Cuya canción irónicamente es la que había cantado de camino al parque. En cierto modo me sorprendió, no pensaba que íbamos a tener algo en común.

-Dios, esto es el paraíso musical.- Dije con entusiasmo.

-Me alegro de que te gusten.- Dijo con una sonrisa tierna, se nota que se está intentando llevar lo mejor posible conmigo, sé que para el también tiene que ser una situación incómoda encontrarse con que ahora tiene una hermanastra.

Después de un rato investigando su habitación de cabo a rabo el habló

-¿Salimos al jardín?

Vale- Le contesté al final.

SIMPLE, ME GUSTAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora