GOOD ENDING: El Cazador

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Fue necesaria mucha paciencia y persuasión por mi parte para convencerles de que necesitaba entrar en el palacio completamente sola. Después de todo, la gente que se quedaría fuera y que lucharía contra Madre era la que realmente necesitaría tener la mayor resistencia posible, y no yo. Si alguno de ellos cinco me acompañaba, el resto del grupo perdería una considerable parte de su fuerza y por tanto todos serían más vulnerables a los ataques de Madre, por lo que las probabilidades de que nuestra misión fracasara aumentarían seriamente. Sabiendo eso, a pesar de que la idea les gustaba bien poco, no les quedó otra que acceder a mi petición y atraer a Madre hacia las puertas del palacio. Aprovechando que la reina estaba distraída, me colé deprisa por los pasadizos subterráneos del castillo para llevar a cabo mi parte del plan.


Debo encontrar al rey, y pronto.


Madre siempre se aseguraba de dejar al rey en la sala del trono cada vez que ella abandonaba el palacio, así que imaginaba que en esta ocasión habría hecho exactamente lo mismo. Sin perder ni un segundo, corrí por ese intrincado laberinto de túneles de ladrillo y piedra, hasta que finalmente di con la puerta que conducía hacia los pasillos interiores del palacio.


Nada más salir, eché un vistazo y comprobé que no había guardias patrullando por esa zona. De hecho, ni si quiera se escuchaban los sonidos de la batalla por ninguna parte, ni tampoco los pasos apresurados de los soldados al acudir en ayuda de Madre. La noche transmitía paz y estaba todo tan silencioso que solo podía escuchar los latidos frenéticos de mi corazón.


Está todo demasiado tranquilo.


No sabía si eso era una buena señal o no, pero decidí que no quería quedarme para averiguarlo. Avancé todo lo rápido y silenciosamente que pude hasta llegar a las puertas dobles del salón del trono, y las empujé con mis manos para entrar dentro. Me detuve en el umbral de la puerta y dirigí mis ojos por la alfombra roja hasta posarlos en el trono: el rey estaba sentado en su sillón de oro con una expresión vacía en su rostro, asemejándose a una de las muñecas sin vida de mi dormitorio. Ni si quiera se inmutó cuando pasé al interior de la sala y avancé con cautela hacia él. Era como si no me viese.


— ¿Majestad? —dije en un hilo de voz cuando me situé a su lado, y después tragué saliva con nerviosismo. Mi padre no habló en respuesta, y sus ojos permanecieron fijos en el mismo punto de antes.


¿Realmente le he perdido para siempre? No, no puede ser, tengo que incitarle a que despierte y colabore, o entonces no podré sacarnos de aquí.


— Angielle te necesita. El rey que conozco no permitiría que su reino acabara en la ruina. —estaba tan cerca de mi padre que incluso le habría podido tocar de haber querido, pero no por ello mis palabras consiguieron calar en él. Habría tenido el mismo éxito hablándole a la pared, lo cual solo conseguía frustrarme y aumentar mi ansiedad. Los demás estaban jugándose la vida por nosotros dos, no podía hacer que distrajesen a Madre eternamente por no poder liberarlo de este embrujo— ¿Qué tengo que hacer para salvarte? —pregunté en un tono suplicante, rogando porque me diese una señal, la que fuera.


— Oh, así que ahora eres amable con él —dijo una voz familiar a mis espaldas, sobresaltándome. Giré en redondo y me coloqué entre el trono y Varg, con mis brazos extendidos a ambos lados en actitud protectora— Durante todos estos años has tenido la oportunidad de hacer las paces con él, pero nunca lo hiciste. —una perversa sonrisilla se formó en sus labios mientras avanzaba hacia mí— Supongo que el rey necesitaba perder su alma para que te preocupases por él.

~Cinderella Phenomenon~ Ruta de FritzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora