~Cinderella Phenomenon~ Ruta de Fritz

BAD ENDING: ¿Quién Teme Al Lobo Feroz?

A pesar de que hice cuanto pude para convencerles de que necesitaba a todo el mundo fuera del palacio para distraer a Madre, Waltz insistió en acompañarme. Mientras los demás llevaban a cabo el plan, los dos corríamos por los pasillos del edificio a contra reloj, buscando cualquier pista que nos condujese hasta el rey. El primer sitio donde buscamos fue en su dormitorio, y mientras Waltz se ocupaba de esa habitación yo me quedé fuera montando guardia.

Waltz debería estar ayudando a los demás a distraer a Madre... Aunque admito que me alivia tenerle a mi lado.

— No está en su dormitorio —dijo Waltz en cuanto regresó a mi lado— ¿Dónde le buscamos ahora?

— En la sala del trono —recordaba las veces que lo encontré ahí sentado en su silla dorada, como una marioneta sin vida por culpa de la reina. Con algo de suerte, estaría ahí.

Además, siempre que Madre salía del palacio le mandaba a ese lugar.

Con esa esperanzadora idea en mente, nos adentramos por el palacio hasta que acabamos frente a las puertas dobles que conducían a la habitación. Cuando entramos vi que Madre ya había reconstruido la columna que Delora había volado por los aires la noche en la que acudió a rescatarme, pero también pude ver que el trono estaba vacío.

— Parece que el rey tampoco está aquí —dijo Waltz, resaltando lo evidente. Sus ojos me miraron con angustia, sabiendo tan bien como yo que nos quedábamos sin tiempo para rescatarle— ¿Hay otro sitio donde podría estar?

La verdad es que no lo sabía, al menos no así a bote pronto. Crucé mis brazos sobre mi pecho mientras pensaba en ello, intentando deducirlo con la información que conocía de primera mano.

Si yo fuese Madre y tuviera que dejar el palacio para lidiar con mis enemigos, y además tuviese algo que quisiera mantener a buen recaudo... Lo escondería en una cámara secreta, un lugar donde nadie sospecharía que se encuentra. Y un sitio así podría ser los túneles subterráneos del palacio, concretamente la sala en la que Sir Mythros tenía ocultos a Madre y al Tenebrarum.

— Creo que sé donde puede estar. Vámonos, te lo diré por el camino —dije, saliendo con rapidez de la sala del trono. Esperaba de corazón haber acertado esta vez.

***

— Ya casi estamos —le dije a Waltz. El sonido de nuestros pasos hacía eco en el estrecho túnel, y las antorchas se iban encendiendo conforme Waltz alzaba su mano al pasar por su lado. Gracias a dios, en cuanto doblamos una esquina la puerta hacia la cámara del Tenebrarum no tardó en aparecer en nuestro campo visual. Nada más llegar a ella, la empujé para abrirla y eché un vistazo dentro; Efectivamente el rey estaba sentado allí dentro sobre una silla, con su mirada perdida y carente de emoción, pero vivo al fin y al cabo— ¡Aquí está!

Waltz se aproximó hacia el rey a la vez que yo, y su rostro se descompuso al ver el estado deplorable en el que se encontraba— ¿Así es como ha estado todo este tiempo? —me preguntó.