Between a Heartbeat - LuChen

Capítulo 1

"Merlot"

En cuanto el dinero es puesto en las manos del hombre aburrido, Jongdae es despachado del lugar rápidamente.

—Ya te lo había mencionado en nuestra llamada telefónica chico, sabes que si algo le pasa al auto estando en tus manos, no haremos devoluciones. Yo te aseguro que todo estará bien, puede que sea de segunda mano pero ese motor todavía puede arrancar. Gracias por tu compra. —le dice el viejo, estirando una de sus arrugadas manos para entregarle las llaves.

Le parece algo absurdo que no quiera hacerse cargo si algo llegará a pasarle al auto y no sea culpa suya, sin embargo, prefiere no rechistar. En ninguna otra parte encontrará un carro de este precio. Bendice al compañero de su facultad que le recomendó esta compañía, se asegurará de darle las gracias una vez que tenga la oportunidad. Sin dudar, toma entre sus dedos las llaves y le hace una gran reverencia al vendedor como despedida. Su nueva compra ya está esperándolo afuera y agradece que al menos el señor tuviera el gesto de mandar a otra persona para sacarlo a la acera.

Jongdae no es un idiota, sabe que el auto no es lo mejor del mundo. Está cubierto de un feo azul pálido y piensa que en un futuro podría ser capaz de cambiarle el color. Algo más moderno. Quizás hasta podría comprarse algo mejor. Esperen, está divagando demasiado. Sacude la cabeza y nota que además, necesita una limpieza extrema. Trata de ser positivo porque este nuevo amigo lo ayudara a moverse de un lugar a otro sin tener que andar en metro todos los días. Cada peso ha valido la pena. Bueno, al menos para él.

Abre la puerta del conductor y esta hace un chirrido al jalarla. Obviamente lo ignora y entra. El asiento es cómodo. Conduce hasta su apartamento nuevamente porque en realidad no tiene ningún plan para ese día. Casi llora cuando se da cuenta de lo rápido que es trasladarse y que ya no tendrá que salir como un loco en las mañanas buscando llegar a tiempo. Olvida el color horrible y toda la suciedad. Eso puede arreglarse. Logra estacionar el auto en su edificio y saluda otra vez a la señora del mostrador. Esta ni siquiera despega la vista de la revista que está leyendo. Jongdae sabe que lo ha escuchado.

Encogiéndose de hombros, sube por las escaleras porque al parecer no han arreglado el ascensor. Joder, lleva ya dos semanas enteras así. Entra en su apartamento y no piensa en ponerse cómodo. Su misión de hoy será lavar a su nuevo y muy fiel amigo. Cree llevar todo lo necesario y está a un pelo de caerse de boca en las escaleras, pero sigue vivo y eso es lo importante. Decide comenzar por dentro y abre la puerta, empezando a sacar la basura escondida debajo de los asientos. Una botella vacía más entra en la bolsa cuando por el rabillo del ojo nota algo brillando. Frunce el ceño y se agacha un poco más para coger el objeto.

—¿Qué es esto?—pregunta al aire, percatándose que se trata de un simple botón. Aunque en realidad, no se trate de uno simple y sencillo. Claro, él tiene algunos botones en muchas de sus camisas y sacos, no obstante, este es diferente. No podría comparar uno suyo con este otro. Es pesado y de un color dorado. Parece demasiado fino. Hasta cierto punto se atrevería a afirmar que es costoso, como si proviniera de una prenda de muy alto precio. La acerca a sus ojos para analizarla mejor y entonces nota que tiene un detalle en el frente. Diez segundos pasan y no puede reconocer que diablos es la figura. Él solo ve un montón de curvas, no importa que tanto lo gire. Termina suspirando porque sinceramente no reconoce la marca y decide guardarlo en la guantera. A final de cuentas, el auto ahora es suyo. Y por lo tanto, todo lo que este dentro, también.

Una hora y media después el coche se encuentra, en medida de lo posible, limpio. Vuelve a la comodidad de su apartamento y descubre que tiene hambre. Lo mejor de vivir solo es que puedes comer todo lo que a ti se te antoje. Jongdae no aplica para esta regla, sus gastos son algo limitados y no puede sencillamente comprar todo lo que quiera. Sin nadie a quien realmente recurrir, se las ha arreglado para sobrevivir. Aunque admite que de vez en cuando puede darse alguno que otro gusto. Mientras espera a que el arroz esté listo piensa que definitivamente, no puede esperar a que sea mañana para usar a su nuevo bebé. No más hombres oliendo mal y apretones en el metro señores, eso se ha acabado para él.