Capítulo 7

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"Ahogando penas"

El corazón de Jongdae retumbaba fuertemente contra su pecho cuando Luhan le dijo aquellas palabras en medio de la calle. Había ido por él. Pero, ¿por qué? Si antes estaba confundido, en ese momento lo estaba aún más. Sobre todo, estaba muy cansado. Estaba cansado porque un día Luhan podía darle mil señales en donde sus sentimientos podrían ser recíprocos. Y luego, al siguiente, comportarse como un maldito idiota. Tal como hizo el domingo por mañana.

Por ello y porque no soportaba más la incertidumbre y el nudo en la garganta, dio un vomito verbal. Le dijo todo. Quizás más de lo que debería haber hecho. Sin embargo, después de terminar, se sintió bien. Como si un peso menos se hubiera esfumado de sus hombros. La liberación no le duro mucho, porque diez segundos habían pasado y todavía no tenía una respuesta. Le importaba una mierda si lo rechazaba. Solo quería que abriera la boca. Cansado de ser humillado dos veces en los últimos dos días, decidió recoger la dignidad que le quedaba y marcharse.

Para su jodida sorpresa, Luhan lo detuvo. Lo que recibió fue más de lo que esperaba. Un abrazo. Algo simple, pero con muchos sentimientos de por medio.

"No estoy jugando contigo."

En ese momento, justo en ese instante, Jongdae se sintió correspondido. O eso, hasta que se separó y el faro de luz brillando le permitió ver la marca en el cuello de Luhan. Jura por su vida que ese chupetón no estaba en su cuerpo cuando durmió con él en la habitación. Obviamente, esas marcas no aparecen por arte de magia y Jongdae no era un imbécil. Aquello solo significaba una cosa. Estaba jugando con él.

Llevo sus dedos hasta la piel maltratada y entonces, supo que tenía que marcharse de ahí antes de que rompiera a llorar. Pudo ver el rostro compungido del castaño cuando se dio cuenta de su pequeña mentira. La había cagado. Dio un paso atrás, sus manos cayeron a sus costados, dijo lo último que tenía que decir y se largó de ahí. No miro atrás. Mientras caminaba hacia su auto una parte estúpida de su cerebro deseaba que Luhan lo detuviera. Que le explicara, que se excusara, cualquier maldita cosa. Pero no fue así. Y eso le jodio aún más.

Estaba evitando a toda costa que las lágrimas nublaran su vista, parpadeando repetidas veces y limpiándolas cuando estaban a punto de caer. Estaba conteniéndose. Era estúpido llorar por algo como esto. Desde un principio sabía que Luhan jamás podría tomarlo en serio. Entró a su edificio arrastrando los pies, todavía aguantándose el nudo en la garganta. La mujer del mostrador esta vez sí que le dedico una mirada completa y por una vez en todo el tiempo que lleva viviendo en el lugar, diría que pudo de ver algo de empatía en sus ojos. Seguramente debía verse como la mierda. No obstante, la señora no dijo nada y él siguió su camino.

Ni siquiera se molestó en prepararse algo para comer. Su primera y última parada fue el baño, desechando su cambio en la cesta de ropa sucia. Estaba retirando su camiseta cuando el olor del castaño lo envolvió al rozar la tela por su nariz, producto del abrazo que se habían dado. Entonces, no se contuvo. Rompió a llorar como un niño pequeño. Durante la parte de su vida en donde se las arregló para literalmente sobrevivir con su padre, pocas fueron las veces derramando lágrimas. Se ha visto en situaciones peores y dolorosas. Sin embargo, ahí estaba. Frente al espejo llorando por un jodido asesino de primer nivel. ¿Quién lo diría? No importo que tan cansado estaba ni cuanto estrés tuviera en el cuerpo, le costó un infierno quedarse dormido. Cuando lo hizo, sus mejillas seguían húmedas.

La mañana del día siguiente no fue lo mejor. De hecho, fue mucho peor. Para empezar, no escuchó la maldita alarma y claramente, iba increíblemente tarde a clases. No sabe cómo hizo para ducharse y cambiarse en menos de diez minutos. Salió vuelto un desastre de su edificio, conduciendo lo más rápido que podía y rezando para no toparse con un lio de autos. Parecía que una nube negra se había plantado sobre su cabeza porque todo el mundo le dedicaba miradas llenas de pena.

Between a Heartbeat - LuChenWhere stories live. Discover now