Capítulo 13. Charla con mis padres.

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La comunicación es una parte fundamental para el ser humano, al hacer un gesto, hablar, reír, escribir e ignorar, estamos en un proceso de comunicación

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La comunicación es una parte fundamental para el ser humano, al hacer un gesto, hablar, reír, escribir e ignorar, estamos en un proceso de comunicación. Los problemas vienen cuando eres un mal emisor y tu mensaje no llega correctamente o más bien, no llega a tu receptor.

Todos conocemos esa típica charla, LA charla. El asunto se vuelve peor cuando eres un adolescente que no le informa todo a sus padres, cosas importantes como estar en una relación o finalizar una, no son parte de su conocimiento. 

Ahora me encuentro sentado, en la sala, con mis padres en frente mio, esperando una respuesta a su pregunta. La cual fue: ¿sales con Ethan?

Me ha dejado completamente aturdido y sin posibilidad de formular una adecuada respuesta a tan incómoda pregunta, por lo que, haciendo uso de mi sinceridad, decido hablar por fin.

—Si, es mi novio —muerdo la uña de mi dedo pulgar a la vez que nerviosamente agito mi pierna derecha en su lugar.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —indaga pareciendo enfadada.

—No pensaba decirlo —admito susurrando.

—Lo mismo sucedió con la chica de hace dos años —toma la palabra mi padre—, un día llegó a la casa y a la media hora después, entré a la cocina por un vaso y la tenías empotrada contra la mesa, a punto de hacer sus cochinadas —bufa.

—Papá —reclamo avergonzado—, no le iba a hacer nada—me da una mirada incrédulo—. En ese momento —carraspeo.

—Fuese como fuese, el punto aquí es que no nos dices nada —interrumpe mi madre—. Siempre nos enteramos al momento —entrecierra los ojos—, hoy lo supe porque llamaste a Ethan amor —sonríe pequeño—: no tengo ningún problema con que estés con un hombre, soy una escritora y editora a la vez, imagínate si no llegase a tolerar eso, mi compañía estaría destruida pues ahora han crecido las publicaciones de libros pro-lgbt —finaliza asintiendo.

—Concuerdo con tu madre, nosotros no te vamos a rechazar, al contrario, te abrazaremos y brindaremos todo el apoyo que quieras, porque eres nuestro hijo y te amamos —se sienta a mi lado, mamá imita su acción.

—Cariño, siéntete libre de traer a ese dulce chico a la casa, es un buen niño —toma mi mano.

—Me agrada, es muy respetuoso y por lo que me ha contado tu madre, diligente en el trabajo —toma la que tengo libre.

—No te vas a salvar, debes traerlo y presentarlo debidamente en una cena —dice lo que más temía oír—. Llamaré a la nonna, tu nana y tu prima Anabelle —de un brinco se pone en pie y desaparece escaleras arriba.

—Yo llamaré a tu tío Francesco y —lleva una mano a su mentón—, ya —deja caer su mano, apesadumbrado.

—Estamos contigo, papá —sobo su hombro. Creo que de él saqué mi incapacidad para hacer amigos.

El chico de los suéteres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora