Capítulo 12. Algo subido de tono.

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MARCO:

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MARCO:

Compartir más que solo besos inocentes es un acto algo arriesgado, puedes ser correspondido o puede que te dejen a mitad del camino. Como en todo, o ganas, o pierdes.

Pasamos dos días y medio en el hospital, a la espera de que la mamá de Ethan se recuperase y lo hizo, al parecer tuvo una crisis de pánico y el asunto no iba a terminar ahí, estas iban a continuar por un tiempo. 

Con respecto al padre de mi novio, no ha aparecido desde que nos agarramos a golpes. No voy a mentir, el señor golpea duro, y la prueba de ello son los moretones en el rostro. Mis heridas están sanando poco a poco, algunas costras ya se han caído, lo que me preocupa son las marcas, no quiero que Ethan las vea y le lleguen a desagradar. Si hablo por mí mismo, creo que las marcas me harían ver como un tipo rudo, cosa que hubiese usado a mi favor para intentar ligar, de no ser porque ya no nace en mí esa necesidad desde que estoy en una relación, es como si un interruptor hubiese sido completamente retirado para poner en su lugar uno con el nombre: solo debes querer, ver y desear a tu novio. Si esto no es fidelidad, no sé que sea.

—Amor —llamo al chico que se encuentra haciendo unas galletas con mi madre.

—¿Q-Que? —voltea a verme con la cara sonrojada.

¿Le da pena que le hable así frente a mi mamá?

—Necesito terapia —abro los ojos como si lo acabase de descubrir.

—¿Por qué? —ladea la cabeza.

Muevo una mano, indicandole que se acerque, lo hace y en el oído le susurro:—Me he dado cuenta de que no deseo estar con nadie más si no eres tú, no le quiero coquetear a nadie más si no es a ti —guiño un ojo cuando se echa para atrás, con la intención de verme a la cara.

—Luego hablamos de esto —se aleja con las manos cubriendo gran parte de su rostro, por sus orejas rojas, sé que está sonrojado. Sonrío viendo como mezcla algo con una sonrisa de felicidad en el rostro. En momentos como este, es cuando quiero ir y comerlo a besos. Es tan tierno.

—Pero mira esa sonrisa de bobo que tienes, cierra la boca que estás salivando.

—¿En serio? —paso una mano por las comisuras de mi boca, buscando retirar la inexistente saliva de allí.

—Claro que no —ríe como una foca desquiciada.

—Lo quiero tanto —suspiro mirando lo que hace, tiene parte de la lengua apretada entre sus labios por el esfuerzo que le pone a mezclar los ingredientes. Esa es una de las cosas que más amo de él, y es que así sea una cosa tan insignificante como lo es esto, le pone todo su esfuerzo y dedicación. Percibo como mis latidos se han acelerado un poco, mierda.

—Eso es tan notable como mis ojos rasgados —bufa.

—La verdad, eres una rara mezcla entre asiática y latina, por tus ojos se puede decir que tienes familia que proviene de allí, pero por la forma de tu rostro y cuerpo, que tienes familia latina —comento con tono serio.

El chico de los suéteres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora