Romper promesas no siempre es malo, más si son para un bien común, que beneficia a las dos personas involucradas. Claro, se deben respetar y cumplir, pero si se llega a un común acuerdo, puedes sentirte libre de hacerlo, sin remordimientos.—Marco, ¿vas a ir?
—¿Dónde? —ladeo la cabeza y acomodo mis pies a lo largo del sofá.
—Al retiro, quedan dos días. —abro desmesuradamente los ojos al recordar. Diablos.
—Se me olvidó —suspiro.
—¿En cuánto tienes la cita con Ethan? —mira su reloj.
—En 3 horas —bostezo.
—¿Ya hiciste la comida, pusiste las velas y buscaste el vino? —alza una ceja.
—La hizo papá, ya están en su lugar y en una hora lo traen —informo, totalmente tranquilo.
—¿Y qué me dices de tu habitación? —formula con tono sugerente.
—Sigue igual, ¿acaso alguna vez has visto que tenga un desastre en ella? —guiño un ojo, con aire triunfador.
—¿Lo harán? —lleva sus manos a su boca.
—No —bufo.
—Mierda, me asusté.
—Ya investigué —sonrío.
—Y saber que viste esos vídeos —el rosa se hace dueño de sus mejillas.
—Es perturbador, lo sé —río por sus ojos completamente desorbitados y rostro perdido.
—¿Le vas a decir que te acompañe? —frunce el ceño.
—Le diré —asiento.
Termino de colocar los utensilios en la mesa y reviso que todo esté en su lugar por última vez. Faltan 5 minutos para que llegue, mi corazón no puede latir más fuerte y mis manos no paran de temblar. Espero que todo salga bien, es la primera vez que hago algo como esto, no tengo experiencia en hacer cenas.
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El chico de los suéteres.
Teen FictionEthan es un chico que asiste a la preparatoria 3 días a la semana: lunes, miércoles y viernes. Marco se interesa por este extraño hecho ya que sus maestros actúan como si fuese normal el que no vaya a clases dos días. Así es como él decide acosar...