Todos algunas vez experimentamos ese sentimiento, el querer regresar en el tiempo y evitar haber hecho muchas cosas o el añadirlas. El problema viene cuando inocentemente llega un pensamiento vil a nuestra mente: ¿puedo regresar en el tiempo, al tiempo cuando eras mía? revivir nuestros recuerdos, hacer las cosas mejor.Muchas veces molesta la indecisión o el que una de las personas involucradas en la relación piense así, tan bobamente. Siempre mantuve una contra medida para no dejar a la mitad las cosas y es que: todo pasa para fortalecer o destruir algo, probar su dureza.
Una buena relación no se construye solo de momentos felices, también de los más ácidos, esos que erosionan nuestras máscaras y dejan ver lo peor de nosostros, si quien dice amarnos, aún se queda después de eso, significa que nos aceptó completamente. Así mismo, al decir que dejamos ver lo peor de nosotros, no significa caer en una toxicidad, significa aprender a evitarla y salir de ella, respetarse mutuamente y darse el valor que se debe, nunca quitarnos tan malditamente horrible nuestra dignidad, no dejar que nos pisoteen; cuando todos esos puntos que acabo de mencionar, se dan en una relación, esta avanza, cuando es todo lo contrario, se estanca en un ciclo repetitivo infernal.
—Ethan —repito por octava vez su nombre.
—Marco —responde susurrando.
—¿Qué crees que pase? —inquiero mirando dentro de la habitación continua.
—No lo sé, pero cállate o nos descubrirán —chista.
—Está bien —formo un puchero.
—No sabía que Emily y ella tuvieron algo —suspira, como una anciana viendo una joven pareja.
—Abuela —escupo con tono burlesco.
—A esta abuela le —señala su entrepierna—, ajá —infla una mejilla y mueve su puño, haciendo una seña obscena—, ya sabes cuando —guiña un ojo.
—Te has vuelto tan vulgar —entrecierro los ojos buscando un inexistente error en su ser.
—Lo sé, es parte de mi esencia, de mi cambio —nuestros ojos se conectan, los suyos envían una advertencia y los míos un desafío. Una guerra no declarada entre nosotros tiene lugar, chocolate luchando contra esmeralda, bien contra mal, pureza contra perversión. Debo aclarar que el puro aquí soy yo, él ni de chiste, vino impuro desde la cuna.
—Si soy sincero, me sorprende el que seas tan cínico, uno piensa que al encontrar un novio "puro" —hago comillas con mis dedos—, todo será sonrojos, lo vas a pervertir y disfrutarás guiándolo por el mal camino, pero tú eres la excepción —lo miro de pies a cabeza—: estás burlándote de los ideales de todos esos crédulos.
—No es mi culpa ser tan anormal, nuestra relación en sí, es lo que muchos catalogan como eso —nos señala—. Tienes la culpa —finaliza su pequeño discurso con los brazos cruzados.
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El chico de los suéteres.
Teen FictionEthan es un chico que asiste a la preparatoria 3 días a la semana: lunes, miércoles y viernes. Marco se interesa por este extraño hecho ya que sus maestros actúan como si fuese normal el que no vaya a clases dos días. Así es como él decide acosar...