Capítulo 20. Excursión, apuestas y reconciliaciones.

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No hay nada más bello que estar rodeado de naturaleza, sin los sonidos de los autos al pasar, con claxon incluído

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No hay nada más bello que estar rodeado de naturaleza, sin los sonidos de los autos al pasar, con claxon incluído. Sin duda, no hay mejor sentimiento que el de tener paz, respirar aire puro, escuchar el sonido de los pájaros cantar, ver árboles, plantas y aprender cosas que nunca antes has visto u oído.

Las apuestas son muy peligrosas, puedes ganarlo todo o perderlo todo, se trata de calcular y analizar a tu oponente para resultar ganador. Un fallo y te quedarás sin nada.

Reconciliarse con una persona siempre es un acto maravilloso, signfica que decideron pedonarse y seguir avanzando, refonzando cada vez más el lazo que los une y hace su unión tan especial, así como verdadera.

—¡Familia! —un grito resuena por cada rincón de la habitación, como consecuencia de esa acción, coloco una almohada a un costado de mi cara, cubriendo mis oídos con ella—. ¡Es hora de que despierten! —el sonido de metales estrellándose acaba con mi paciencia.

—¡Cállate! —vocifero a punto de tomar lo primero que vea y lanzarlo a quien sea.

—¡El desayuno ya está listo! —continua, ignorando mi grito.

—Marco —la voz de mi novio hace que por fin abra los ojos, lentamente lo hago, si algo aprendí a lo largo de estos años, es que si lo hago rápido, la luz me va a lastimar.

—Ethan —susurro detallando su rostro adormilado.

—¿Qué hora es? —bosteza. Internamente suelto un quejido, no quiero ni mover un dedo. 

—Son —tomo mi telefóno que se encontraba en la mesita de noche—. 6 de la madrugada —dejo caer el objeto que sostenía entre mis manos—, esa maldita me las va a pagar —sentencio antes de salir dejando a un Ethan completamente confundido atrás.

Cuando repartieron las habitaciones, estaba muy nervioso ya que sabía con quien me iba a tocar, pues conozco de sobra a mis primos y sus cnspiraciones malvadas. El nerviosismo de quedarnos solos acabó con la llegada de Emily y después de sortear su lugar jugando a piedra, papel o tijeras, todos nos fuimos a dormir en nuestras respectivas camas. Yo solo, los restantes juntos, siempre se me dió bien este juego y por nada del mundo me iba a arriesgar, no me gusta recibir patadas en las noches.

—Viviana —uso el segundo nombre de mi prima Bianca.

—Enzo —responde alegre cuando llego a la cocina.

—¿Qué mierda haces a las 6 de la madrugada? 

—El desayuno —se encoje de hombros.

—¿Por qué tan temprano? —abatido, dejo caer mi ser en una silla del comedor.

—Nos vamos de excursión —informa a lo que yo reprimo un grito, esto es muy repentino.

—¿Es necesario ir tan temprano? —recurro a la negociación.

El chico de los suéteres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora