You're Perfect [Kellic]

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Lunes, el peor día de la semana.

Me sentía tan cansado; no había podido dormir nada, además de que tengo insomnio, estuve ensañado pensando en las sensaciones que llegaban a mi cuerpo cuando estaba con Vic.

Me confundía su actitud y más aún me confundían mis emociones y reacciones cuando estaba con él.

El hecho de ponerme nervioso y sonrojarme por casi todo lo que él me dijera, no era para nada normal en mí. ¡Vamos!, es mi mejor amigo; quizá sólo estoy confundiendo todo y sólo se trata de aprecio entre amigos, ¿no?

Me paré de mi cama perezosamente y luego me dirigí a mi armario. Cuando pase frente a mi ventana, encontré a Vic en su habitación: su torso estaba desnudo y tenía una toalla alrededor de su cintura; su cabello estaba mojado y unas pequeñas gotas escurrían por su espalda; me quedé embobado viéndolo por un tiempo.

Al parecer sintió mi mirada, porque volteó hacia donde se supone que yo estaba, pero reaccioné a tiempo y me tiré al suelo, dándome un buen golpe en mi estómago. Esperaba que no me hubiera visto, pero pude escuchar que soltó una carcajada.

No me levanté del suelo, simplemente empecé a arrastrarme hasta la puerta de mi habitación.
Una vez que estuve fuera de su vista o lejos de la ventana, fue cuando me levanté y me eché a correr al baño.

¿Por qué diablos me pasaba eso con Vic?

(...)

—¿Llevas tu desayuno?— preguntó mi mamá mientras caminaba detrás de mí—.

—Si mamá— dije rodando los ojos— Me lo has preguntado cinco veces.

—¿Llevas agua?— preguntó mi mamá de nuevo— Kellin, sólo me preocupas es todo— se excusó mi mamá al ver mi gesto—.

Suspiré levemente mientras asentía, mi mamá también suspiró y se acercó a abrazarme, lo cual me sorprendió, porque hacía mucho tiempo que no me abrazaba.
Me quedé unos momentos en shock, no estaba seguro si devolverle el abrazo o no, pero luego pensé en cómo se sentiría ella: Con los papeleos del divorcio casi finalizados y un hijo con problemas alimenticios; así que sin dudarlo más, la envolví entre mis brazos.

—Te quiero mucho, Kellin— dijo mi mamá mientras me daba un beso en la mejilla— Hoy tienes que ir al psicólogo, confío en ti.

—¿No puedes venir conmigo?— pregunté con un poco de esperanza—.

—Me encantaría hacerlo, pero tengo que arreglar unas cosas con el abogado y aparte tengo que ir al trabajo.

—Bien— suspiré un poco derrotado—.

—Todo estará bien, cariño.

Asentí un poco cabizbajo y luego caminé hacia la puerta de la casa, tomé mi mochila y me coloqué mis audífonos.

Suspiré levemente antes de salir a la calle y enfrentarme a lo que sería un largo día.

—¡Hey Kellin!— alguien me llamó, por lo cual me quite mis audífonos— ¿Nos vamos?

Frente a mi estaban los chicos:  Justin, Jack, Gabe y Jesse, me observaban con una sonrisa amistosa. Todos tenían sus mochilas colgadas en sus hombros.

Justin, Jack y Jesse llevaban una patineta en su mano y Gabe una bicicleta.

—¡Chicos!— saludé de igual manera— ¿Qué hacen aquí?.

—Tenemos la costumbre de irnos todos juntos a la escuela— explicó Jesse encogiéndose de hombros— Y bueno, ahora que tú también eres nuestro amigo, quisimos pasar por ti.