CAPÍTULO 9

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Cuando las primeras luces del amanecer iluminaron la sala,Kyuhyun parpadeó hasta abrir sus ojos. Giró el rostro y se topó con una imagen que no lo incomodaba tanto como cabría suponer. Sungmin se hallaba a su lado, dormido al completo. Vagó la mirada por aquel rostro que tanto lo había obsesionado en sueños, jamás lo confesaría en alta voz, pero así había sido. No había podido
desprenderse de la presencia del hombre desde que lo había conocido.
Estaba con mechones desperdigados por los ojos y una barba incipiente le
cubría las mejillas. Por un insólito instante tuvo la compulsión de refregar su mejilla, que también precisaba una afeitada, con la de Min y sentir aquella rozadura en su propia piel; percibir aquella piel más áspera contra la suya y no la suavidad de una mujer. Claro que se contuvo y se mantuvo como una estatua en el lugar, sin saber muy bien cómo conducirse en semejante situación. ¿Lo despertaba? ¿Se iba sin despedirse? Permaneció con los ojos anclados en el castaño, casi con miedo a hacer algún movimiento que lo hiciera consciente de la evaluación a la que lo sometía.

Sintió una opresión en el pecho. Lo deseaba, deseaba a Sungmin, y el enfado regresó a él como un huracán junto con un millar de sentimientos que lo mareaban y lo dejaban a una deriva que odiaba. Lo único que no podía negar era lo cómodo que había sido hablar con el hombre, lo relajado que lo ponía estar a su lado y tan solo compartir un momento.
Le picaban las yemas por las ansias de pasarlas por aquellas hebras castañas más claras que las suyas, anhelaba barrerlas de aquel rostro para nada femenino, descubrir los labios finos que se escondían debajo y que había besado en una oportunidad de pura locura. Kyuhyun se relamió los suyos y solo podía pensar en volver a probar los de Sungmin otra vez. Aquel beso había sido rudo, crudo y con un sinfín de posibilidades que deseaba degustar nuevamente.

Se relamió los labios de nuevo, la sed por besar aquella boca que apenas se
abría delante de él era tan acuciante que tuvo que cerrar sus manos en puños y trabar las mandíbulas para contener todo movimiento.
Se alzó sobre sus pies y se apartó un par de pasos. Debió haber hecho
alguna clase de ruido porque, de pronto, dos ojos del color de la miel más pura lo observaban con atención.

-Hola. -¿Fue eso lo más ingenioso que podía haber salido de su boca?
Parecía que su mente se había quedado totalmente en blanco. Tan solo se limitaba a mirar como Sungmin se acomodaba en el sofá y mantenía los ojos en él como si temiera que desapareciera en cualquier segundo.

-Hola -respondió Min con una voz tan ronca que un estremecimiento recorrió a Kyuhyun desde la cabeza a la punta de los pies. ¡Mierda! Dio dos pasos más hacia atrás. Necesitaba una pared de ladrillos que le impidiera saltarle encima a Sungmin, estaba tan apetitoso con el cabello despeinado y aquella expresión somnolienta. ¿Qué demonios le ocurría?

Jamás había sentido algo tan potente por un hombre, ni por una mujer para el caso. Sin embargo, por este espécimen del género masculino su corazón galopaba a una velocidad que dejaría a cualquier vehículo de Fórmula uno como una simple broma.

-No entres en pánico -pidió Sungmin con una mano estirada hacia él, como si intentara aferrarlo antes de que escapara. Solo entonces Kyuhyun se percató que su respiración era acelerada y superficial-.No ha pasado nada, solo hablamos y nos quedamos dormidos.

Tenía razón, pero no era el hecho de haber despertado junto a él lo que lo
asustaba, sino lo que le bullía por dentro. Lo aterraban aquellas emociones con las que no estaba habituado y tan solo quería borrarlas y regresar a su zona de confort donde todo tenía un significado claro, concreto y exacto.

-Lo sé, lo sé. -Inhaló y exhaló profundo y trató de apaciguar su
respiración. Sacudió la cabeza de un lado al otro con la intención de despejar su mente un tanto y se tensó al sentir al otro hombre caminar hacia él. Se había alzado del sofá y se acercaba a paso lento.

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