Ámbar.
Ya habían pasado... Al rededor de cuatro meses desde que Simón estaba viviendo en la mansión y Ámbar se sentía cada vez más acosada, espiada y ojeada... Porque sí, esos eran los únicos adjetivos que se le ocurrían para no admitir que estaba cada vez más enamorada de Simón y que en realidad era ella quien lo espiaba todo el tiempo... Pero claro, nunca lo admitiría.
—Ámbar, vení por favor. —le grita su madrina desde el otro lado de la gran y hermosa casa—. Es urgente.
Rápidamente, y sin hacer esperar a su madrina, baja cada uno de sus escalones dando pequeños brinquitos que resonaban por el hall de la casa.
—Qué pasa? —pregunta con su voz sarcástica y con tono irónico, odiaba que la molestasen el día de su cumpleaños. Y sí, hoy era su cumpleaños número 19—. ¿Sharon?
La busca con la mirada, pero no la ve. Lo único que logra escuchar es una risa de alguien al que reconocía perfectamente. Levanta una ceja y estaba dispuesta a volver a su cuarto cuando de repente una mano la tomo por el brazo, dónde automáticamente sintió un fuego quemarle allí. Esa mano la atrae hacia esa fuerza involuntaria cuando se dan cuenta de que es el mexicano que tanto le gustaba.
—Feliz cumpleaños, bonita. —dice con un tono seductor de voz que a ella la volvía loca.
Mira sus ojos rápidamente y su mirada divaga por todo su cuerpo. Vuelve en sí y se aleja de él con un movimiento brusco.
—Ah, gracias. —dice en tono seco y asqueado. Él sonríe, sabía que ella lo estaba provocando—. ¿No la viste a mi madrina? Me estaba llamando...
—No, en realidad... Era una grabación —le muestra su celular y se ríe al ver la cara de indignación de la rubia—. Eres tan hermosa cuando te enojas.
Eso la hace sonreír un poco pero aún así no se muestra sensible. Él sabía cómo hacer para hacerla sonreír, y eso le gustaba. La conocía de Pe a Pa y le causaba un poco de miedo que fuera tan así.
—Bueno, gracias, supongo. —se disponía a volver pero él abre la boca y habla.
—Ponte el vestido rojo con escote... Y encaje en la espalda... Esta noche.
—¿Por qué?
—Sorpresa, tú hazlo y verás.
Y sin decir más, el mexicano se marcha dejándola muerta de curiosidad y pensando.
"¿De qué vestido está hablando?"
Niega con la cabeza, eran solo estupideces. Sube las escaleras esta vez un poco más relajada pero aún llena de intriga y curiosidad y al abrir la puerta de la habitación, una caja del color antes mencionado con un hermoso listón rodeándola y una tarjeta negra con letras doradas que decía "Feliz cumpleaños, bonita" se encontraba en la cama reposando muy elegante.
Con un poco de miedo y curiosidad, se acerca a la hermosa cajita roja y sonríe al ver lo que hay adentro. Se tapa la cara reprimiendo un grito lleno de algo indescriptible y la abre quitando el vestido que había mencionado el mexicano.
Era hermoso. Indescriptible. Rojo carmesí con el pecho en V muy escotado hasta donde terminan los pechos, y de la cintura para abajo es opaco también carmesí con un tajo en la parte de la pierna derecha que dejaba ver su hermosa y larga pierna.
Un rato después de mirarlo y sonreír, se lo pone y se mira al espejo. Le quedaba precioso, combinado con sus tacos negros y su bolso del mismo color. Se recoge el pelo en una coleta despeinada que solo ella sabía lucir y se pinta los labios del mismo color que el vestido. Se delinea los ojos y luego, perfume. El favorito de Simón.
Se mira por última vez en el espejo y se pregunta por qué estaba haciéndole caso a un mexicano insolente y pervertido como lo era Simón.
"Sencillo, Ámbar. Estás enamorada del pequeño mexicano que te robó el corazón desde chiquita"
Suelta un suspiro. Definitivamente sí, estaba enamorada de él y ahora podía admitirlo. Sería el momento justo. ¿No? Nada malo podía pasar...
Baja las escaleras, había llegado la hora. Simón estaba esperándola en la punta de la escalera. Cuando la ve, su mirada queda perdida en ella.
—Wow... Ámbar... Te ves hermosa
—Bueno, gracias. Vos no te quedás atrás tampoco. —sonríe y eso hace que el mexicano bese su mejilla. Ella lo mira, sin entender por qué hacía todo eso por ella si siempre lo había tratado mal. Desde que llegó a Argentina—. Y bien... ¿A dónde me llevas?
—Cierra los ojos.
Ella obedece. Tenía miedo, miedo y curiosidad mezclado con alegría y tristeza. Nadie nunca le había hecho algo así. Era la primera vez. Ni su madrina se había gastado tanto.
Para su cumpleaños número 17 le había regalado una torta rosa, cuando ella detestaba con todo su corazón el rosa. Nunca le prestaba atención, no sabía ni lo que le gustaba.
Pero Simón sí, él la entendía muchísimo.
Caminan unos pasos con las manos del chico en sus ojos y ella tomándolas con sus pequeñas manos. Unos metros más tarde, el saca sus manos de ella y abre sus ojos.
Todos los chicos del roller salen de sus escondites y gritan "Sorpresa" al unísono. Eso la hace emocionar.
—Yo... No sé que decir..
Todo era perfecto, iba todo muy bien y sentía que nada podía arruinar la fiesta hermosa que Simón, el pervertido, había preparado.
Bailaban, reían, comían y hasta cantaban. Nada podía arruinar ese momento.
—Simón yo... Tengo que decirte algo...
Iba a decirlo, estaba dispuesta a declararsele a su chico. Le iba a decir lo que sentía.
—Oh, vaya, vaya. Miren quién está aquí...
Una voz que podría reconocer en cualquier lado, con un tono italiano y español medio pobre, la hace temblar. Nunca le había gustado su voz.
—¿Benicio?
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GENTEEEEE, COMO ESTAANNNN?
Sí, sí, sí, volvimos y con tutti! Les dejo un nuevo capítulo de esta hermosa novela. ¡Se vienen cosas grandes! Esperamos les guste. Y gracias por seguir ahí a pesar del tiempo que nos tomamos.
LAS AMAMOSS...
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Simón, el pervertido.
Fanfiction-¿Podrías, por favor, parar un poco? -gruñó enojada Ámbar alzando las manos exasperada, mientras Simón solo se dedicaba a reír. -¿Pero qué tiene de malo que te diga que estás muy bonita hoy? -preguntó vertiendo el té en la taza frente a la chica. Á...