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Simón.

Sabía que a Ámbar le gustaría todo lo que hizo por ella. Gastó más del dinero que le pagaba Sharon para comprar su vestido, y si no fuese por los chicos del roller, nunca hubiera podido armar esa fiesta. Les agradecía muchísimo. Pero había llegado el momento de lucirse.

—Es todo tan hermoso —dice la rubia con la mirada perdida en las cosas que había, mirando a los chicos, y a todo lo que había en su alrededor—. No deberías haber hecho todo esto por mí

—Mereces mucho más —mediante una seña a Pedro y Nico, les dice que pongan la música del vals. Comienza a sonar y extiende su mano hacia ella—. ¿Me concede esta pieza, señorita Smith?

Ella sin dudarlo toma su mano y comienzan a bailar. Su sonrisa tan brillante demostraba todo lo que él quería saber. Sentía que había conquistado a Ámbar, y quería besarla. Lo haría, pero no ahora.

—Tengo que decirte algo, Simón —ella se notaba nerviosa, pero nerviosa positivamente. Era algo bueno, lo sentía.

—Vaya, vaya, miren quien está aquí

La rubia se voltea hacia donde proviene la voz y pronuncia el nombre del chico que habló. No podría olvidarse. La mezcla del español y el italiano no dejaba duda de quién estaba hablando.

—No eres bienvenido, vete. —la música se apaga y todos se quedan viendo la escena que estaban montando. Se conocían. Se conocían pero no era nada bueno.

Ámbar toca su hombro apaciguando la situación y habla. Lo tenía controlado pero no podría permitir que la lastimara. No de nuevo.

—No sé que hacés acá, Benicio, pero te voy a pedir amablemente que te vayas

—Ah, no lo puedo creer. Vengo de Italia para buscarte y así me recibes? —el chico hace un puchero.

Simón se pone delante de Ámbar y la cubre, como si tuviera miedo de que le hiciera algo.

—Vete, Benicio, no me lo hagas repetir otra vez. O sino...

—¿Qué? ¿Vas a huir como la última vez? —se acerca un poco más a ellos y los chicos retroceden. Luna no lo recordaba. No podría ayudar a su amigo.

—Benicio, no hagas esto más difícil

—Cariño, vine a buscarte. Y te traje un pastel —los empleados de catering entran y comienzan a cantar el feliz cumpleaños.

Por un momento todos se olvidaron de la situación y solo se centraron en Ámbar, quién no dejaba de mirarse con Simón, por alguna razón asustados.

(...)

Luego de cortar el pastel y comer, todos empiezan a sentirse un poco mareados. Poco a poco Simón va observando en cámara lenta como los chicos de desvanecen en el suelo.

Gente que no recordaba del roller cae al suelo desmayada. Luego Pedro y Tamara, uno encima del otro. Nico camina unos pasos tambaleándose hasta abrazar a Jim y que los dos caigan al suelo con un golpe seco, seguidos de Yam y Ramiro que descansaban en las sillas. Luego Delfi y Gastón casi caen de la terraza de no ser por Matteo que los agarró y cayó desmayado al suelo con ellos. Luna, al lado de Ámbar también desmayada.

Tuvo el impulso de correr hacia ella para despertarla, pero no podía mover su cuerpo. Poco a poco comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza, hasta que vio la sombra de Sharon pasar.

—Ám... Ámbar —quería gritar, pero las palabras no le salían, era más bien un susurro. Alguien se paró frente a él y luego, todo se volvió borroso.

Ámbar estaba en peligro.

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Hola!! Perdonen la tardanza, es que ahora soy una sola autora y me es mucho más difícil continuar con Simón sin mi compañera. Espero puedan apoyarme tanto como cuando éramos dos. Ojalá les guste, los quiero 💜

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2020 ⏰

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Simón, el pervertido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora