Capítulo 1

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Había una niña pequeña con el culo al aire en el pasillo.

Jamie se fijó en ella ya que iba de un lado al otro en el rellano de los departamentos medio corriendo en círculos y luego deteniéndose bamboleante, la vio dar un traspié y acabó tirada en el piso apoyada en las manos delanteras, debía reconocer que tenía buenos reflejos además de buena tolerancia al dolor, ya que se puso de pie casi al momento, una de sus rodillas estaba raspada por la alfombra, pero no hizo caso, aunque se sorprendió cuando la niña se encaminó a la puerta, su puerta. Avanzó sin ponerle atención pasando a su lado como si no estuviera en el rellano y notó que en su camiseta había un dibujo de un unicornio rosa, la niña se detuvo mirando alrededor y cuando finalmente posó la vista en él hizo un puchero.

-Mami.

-Me temo que no la encontrarás aquí.

Vio con horror como la pequeña abría la boca y dejaba escapar un chillido estridente, salió a toda prisa de su departamento con una de sus coletas deshaciéndose por los botes que daba, de nuevo en medio del pasillo la niña miró a ambos lados antes de soltar un chillido de nuevo.

-Mami –gritaba la niña.

-Oye, tal vez si te calmas...

Ella gritó más fuerte, Jamie se miró el reloj de la muñeca: no tenía tiempo de ayudar a niñas en apuros, iba a llegar tarde a la reunión. Sin saber muy bien que hacer cerró la puerta de su departamento y le puso una mano en la cabeza para darle unas palmaditas, la niña se calló y lo miró, tenía unos enormes ojos azules ligeramente enrojecidos y algo viscoso comenzaba a salir por su nariz.

-Escucha, te llevaré a la recepción, ahí deben saber dónde vives.

-Mami –al parecer era todo lo que sabía decir.

-Sí, ahí te llevarán con tu mami, ¿sabes cuál es su nombre?

-Mami -repitió, se llevó una de las manos a la nariz, aquella cosa que ahora le escurría hasta el labio quedó esparcida por todo su brazo.

Jamie se sacó el pañuelo que llevaba en el abrigo y se lo tendió, pero aquel diminuto ser se acercó al inmaculado cuadro de tela y sopló provocando un desastre.

-¡Dulcie!

Se llevó un sobresalto cuando la puerta del departamento del frente, el cual creía vacío, se abrió mostrando a una mujer con una bata de baño encima, el cabello recogido descuidadamente sobre la cima de su cabeza y unos pies muy blancos descalzos con las uñas pintadas de un azul profundo, se apresuró a ir hacia la niña que estiró los brazos a ella para que la tomara, cuando la tuvo en brazos tiró de la camiseta de la pequeña criatura para cubrirla con modestia.

-No vuelvas a salir así, me has asustado muchísimo -alzando el borde de la camiseta de la niña le limpió el rostro. -Estás castigada sin galleta esta noche.

Al parecer a la niña no le importó, ya que puso su rubia cabeza sobre el hombro de su madre y cerró los ojos, solo cuando ambas daban vuelta para entrar de nuevo ella pareció notar la presencia de aquel hombre tan imponente en el rellano, se pasó una mano por el cabello despeinado como si intentara tener un mejor aspecto para presentarse.

-Disculpe, pero ahora que alcanza los pomos y ha descubierto cómo abrirlos mi vida se ha vuelto caótica.

-Necesita poner un seguro para niños -dijo él, escudriñándola de pies a cabeza con discreción.

-Tendrían que haberlo puesto antes de mudarnos, hablaré con el portero sobre eso –con las mejillas ruborizadas ella intentó de nuevo atusarse el cabello. -Supongo que usted vive en el departamento del frente.

Trato hecho | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora